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La Gratitud

El autor reflexiona sobre la presencia de Dios en Cuba y cómo el pueblo cristiano siempre ha buscado su rostro, a pesar de las dificultades y la prohibición de la religión en el pasado. Ahora hay una nueva oportunidad para la fe en Cuba, y el autor da gracias a Dios por los que se humillaron y nunca perdieron la fe.

Siempre se trata de Dios. El produce los cambios y trae las nuevas sazones. Dios dispone cuando el corazón se humilla. Sobre esta tierra hermosa, millones se han postrado invocando el nombre de Dios por décadas y parece que ya estamos en el umbral de un amanecer diferente donde la esperanza trae sonrisa nueva y aires nuevos

para olvidar los viejos resabios definitivamente y glorificar al que vive por los siglos. El pueblo de Dios en esta isla nunca ha dejado de buscar su rostro. Aprendimos a orar por los que están en eminencia, con un ojo abierto y otro cerrado, pero siempre con la esperanza como almohada debajo de las rodillas dobladas.

Dios te sorprende con sus misericordias y pone a hombres buenos en brechas que parecen malas para que su nombre sea exaltado. Por la gracia de Dios, Cristo continúa entrando en un escenario cubano donde antes se le había prohibido las pisadas. Ya no hay lugares aquí donde no encuentres a un hijo de Dios identificándose cristiano. Y como no había posibilidad de hacer misiones fuera de la isla por las vías formales, cientos de misioneros cristianos cubanos vestidos de médicos del Altísimo están esparcidos por decenas de países del mundo curando enfermedades y plantando la semilla del evangelio.

Esta es una respuesta de Dios a la oración de un pueblo cristiano que se humilla por años y seguirá humillándose. Un regalo doble de la gracia de Dios. Recuerdo una canción protesta de la década del 70 en Cuba que decía: “Puede que algún machete se enrede en la maleza, puede que en muchas noches las estrellas no quieran salir…” Finalmente las estrellas están saliendo otra vez y la maleza se va desbrozando abriendo nuevas sendas para el Señor.

Quiero dar gracias a Dios por los que se humillaron siempre y se suman hoy a un nuevo ejército de salvación desde las rodillas, a los que nunca perdieron la fe y contaron con los recursos de Dios para la alborada de una nueva Cuba, una Cuba de Cristo y definitivamente, para Cristo.

¡Dios bendiga su palabra!

Fuente:
Faustino de Jesús Zamora Vargas

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