Una cosa es hablar de la gracia de Dios y otra muy distinta es ver la gracia manifestada en la vida de otros. Lo primero puede quedar como una experiencia personal, pero lo otro son las señales visibles con las que nos califican por los frutos que mostramos.
La iglesia de Antioquia nació para revelar las señales de la gracia de Dios en la vida de sus miembros. Si ella fuera una de las siete iglesias del Apocalipsis es probable que no tuviera ninguna queja departe del Señor. Note la forma cómo nació. No fue fundada por ningún apóstol sino por hermanos “laicos”.
Ellos fueron los valientes que hablaron también a los griegos y el resultado fue la aparición de una iglesia que sería el modelo para el resto del mundo. Lucas se asegura en dejarnos este versículo que pareciera ser el corazón de su narración. Nos dice que cuando Bernabé llegó y “vio la gracia de Dios, se regocijó”.
Lo que contemplaron sus ojos, tocante a la manifestación de Dios en los creyentes, le produjo un enorme gozo por lo que aprovechó de exhortarles a seguir adelante manteniendo esa misma comunión. Bernabé vio la conversión de judíos y gentiles, de tal manera que había una cosecha abrumadora de almas en aquel lugar. Él vio cómo los judíos y los gentiles se saludaban, comían juntos, se amaban.
La otra cosa que vio fue cómo ellos estaban entregados a la vida de oración y el ayuno. La gracia de Dios se movía en la iglesia. Nada es más poderoso que ver a un creyente lleno de la gracia de Dios. Cuando eso sucede, el gozo, el servicio, el testificar y el amarse es algo real.
¿Qué vería Bernabé si entrara a nuestras iglesias hoy día? ¿Se regocijaría al ver la gracia de Dios? ¿Cuáles son las señales visibles de la gracia de Dios?
SE VE EN LA UNIDAD DE TODOS LOS GRUPOS SOCIALES
Una variedad social de personas (vers. 1).
¿Quiénes componían la iglesia de Antioquia? La iglesia estaba compuesta por una diversidad de miembros, provenientes de distintas clases sociales, culturales y raciales que hacia aún más interesante el trabajo. Estaba compuesta por líderes con una variedad de dones espirituales.
Los dones de “profetas y maestros” eran notorios y sin duda los más necesarios para darle a la iglesia solidez en la revelación y en la doctrina. Feliz la iglesia que cuenta con una sana doctrina como resultado de una adecuada revelación de la palabra.
Bernabé aparece encabezando la lista. Con su sola presencia la iglesia ya era bendecida. Pero estaba allí un tal “Niger”, llamado Simeón, cuya traducción es “negro”. Así que la iglesia no tenía problemas con los “negritos”. Estaba también un tal Lucio de Cirene, quien también formaba parte de esos “piel tostadas” por el sol.
Toda esa gente había roto las barreras sociales y ahora se habían dispuesto trabajar en unidad para el Señor. La gracia de Dios tiene la misión de quebrantar todos los prejuicios que nos dividen para convertirnos en el cuerpo en el Señor. Los que componen la iglesia son un milagro de la gracia. Solo en la iglesia pueden convivir hombres y mujeres perdonados por la sangre de Cristo. Los fariseos les cuesta ver ese amor y unidad entre ellos.
Gente que antes fue odiada (vers. 1b)
Esto es algo curioso. Este Herodes fue el que ejecutó a Juan el Bautista y contribuyó a la muerte de Cristo. ¿No es una ironía que mientras el uno fue un despiadado hombre de la política, el otro llegara a ser líder de una iglesia? El poder de Dios transforma a los hombres no importante cuán duro sea su corazón y los pone juntos en la iglesia.
La iglesia no la compone una sola clase social. El milagro de una iglesia es ver en su seno a un político transformado, una prostituta restaurada, un drogadicto alabando a Dios. Así que la presente lista de estos hombres nos da una representación universal del evangelio.
En ese pequeño grupo se ejemplifica la influencia unificadora del cristianismo. ¿Qué es lo interesante de esto? Que hombres de muchos lugares y con distintos pasados habían descubierto el bendito secreto de estar juntos porque se encontraron con el salvador.
Lo que estaba sucediendo en Antioquia nos habla de la naturaleza misma de la iglesia donde todos caben y donde todos son bien recibidos. La gracia de Dios no hace distinción en los hombres, simplemente los cambia y los incorpora a una nueva vida. No importa cual trasfondo tengas, el Señor te cambia para vivir en unidad.
SE VE EN EL CAMBIO DE UNA NUEVA DEVOCIÓN
“Ministrando éstos al Señor, y ayunando…” (vers. 2)
La gracia de Dios no surge sola. Ella es el resultado de una intervención divina. El Espíritu Santo se mueve de una forma especial cuando el creyente decide ministrar al Señor a través de su devoción personal. Esto es lo que vemos en la forma cómo el Espíritu escoge a Bernabé y a Pablo mientras éstos están adorando. Esta verdad es la misma.
La gracia de Dios se verá en nuestras vidas en la medida que nos metemos en íntima devoción con él. Pero esta es la parte donde más fallamos. Hay tantas cosas que hacer, tanto que “ministrar”, que descuidamos la ministración más importante. Se ha dicho que el único ministerio que continuará por la eternidad será el que hacían esos cinco hombres.
Ministrar al mundo y a la iglesia se acabará, pero ministrar a Dios será parte del servicio eterno. En el cielo ministraremos a Dios como lo hacen los ángeles (Salmo 103:20-21). Será aquella la más sublime tarea. ¿Qué sucede cuando ministramos al Señor?
Pues el propósito es quebrantarnos y hacernos más dependientes del Espíritu. El creyente que busca a Dios de esta manera, muy pronto descubre cuán amigo se hace del Espíritu Santo, y de cuántas maneras él puede guiarle.
“Entonces, habiendo ayunado y orado…” (vers. 3)
Hemos dicho que la iglesia de Antioquia es un modelo que debiera ser copiado por el resto de las demás iglesias. La forma cómo fue fundada y luego la manera cómo sus líderes le dieron importancia a la oración nos muestra lo que debiera ser preeminente en toda iglesia del Señor. Observe quiénes estaban entregados a la oración. Mire quiénes eran los que ministraban al Señor.
En esa iglesia los líderes oraban. Es de suponer que ninguna tarea era hecha sin contar con el poder de la oración. Tome en cuenta que la iglesia está a punto de comenzar su obra misionera mundial. No sabemos de los recursos que ella disponía para enviar a sus obreros, pero hubo dos cosas que ellos hicieron antes de enviarlos: oraron con ayuno y luego les impusieron sus manos.
El recurso más importante que ellos poseían era la unción del Espíritu, respaldada con la unción de la iglesia. No es muy difícil distinguir la gracia de Dios en una iglesia donde sus obreros toman la oración en serio y se dedican a ella antes de emprender cualquier trabajo. El Señor está en búsqueda de esos verdaderos adoradores.
SE VE EN LA DIRECCIÓN QUE DA EL ESPÍRITU
“Dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo…” (vers. 2)
Hasta ese momento la obra del Señor se había hecho sin una dirección precisa. Aunque si bien es cierto que el Espíritu santo era quien había empoderado a los hombres para que hicieran el trabajo, visto en todos los capítulos que nos han precedido, es ahora cuando vemos que la obra misionera tomará una dirección más geográfica, dando con ello al cumplimiento más completo de la gran comisión.
Y es aquí donde el Espíritu Santo se constituye en el “estratega” para capacitar, apartar y enviar a sus misioneros. Cuando Bernabé vio la gracia de Dios en la iglesia notó cómo la presencia del Espíritu Santo era una manifestación real.
Es por la actuación libre del Espíritu Santo que ahora interviene para señalar al equipo de hombres que ha escogido para lo que sería el primer viaje misionero que se conozca. Feliz la iglesia en donde todas sus decisiones son el resultado de la obra del Espíritu Santo.
Me temo que tenemos tantas organizaciones tomando decisiones, sobre todo para hacer la obra misionera, que el Espíritu Santo es el gran ausente. ¿Qué pasaría si realmente cada cosa que hagamos en la iglesia, y con ello en nuestras vidas, permitiéramos que el Espíritu Santo actúe libremente? El libre actuar del Espíritu es la gracia de Dios en acción.
“Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo…” (vers. 4)
¡Qué hermoso es este cuadro en la Biblia! Hasta aquí podemos ver una triple obra del Espíritu Santo. Primero, tanto Bernabé como Pablo están llenos del Espíritu. En segundo lugar, el Espíritu Santo los aparta dentro de los cinco. Y en tercer lugar, los envía.
¿Habría posibilidad que ese viaje misionero fallara? A juzgar por los resultados que inmediatamente se dan, esa empresa tenía todo el éxito asegurado. La falta de estas tres cosas pudiera ser el fracaso para tantas obras que se emprenden con muy pocos resultados. Pero si somos equipados de esta manera, aunque haya oposición, el mismo poder del Espíritu nos hará vencedores.
El Espíritu Santo envió un equipo de “ensueño”. Era una dupla que poseía las cualidades propias para una gran obra. Por un lado está Bernabé, el hombre de la reconciliación y de dar aliento. El pastor comprensivo y tolerante. Por otro lado está Pablo, el hombre dotado de múltiples dones, destacándose el de la palabra como uno de sus más fuertes. Aquí vemos cómo el Espíritu Santo envió a los mejores.
Amada iglesia y amados padres, si el Señor escoge a uno de nuestros hijos para que le sirvan, no los neguemos. Él es digno que le entreguemos lo mejor. La gracia de Dios nos bendice para que le demos a él lo mejor.
SE VE EN EL PODER QUE EJERCE LA PALABRA
“Y llegados…anunciaban la palabra de Dios…” (vers. 5)
Bernabé y Pablo estaban llenos del Espíritu Santo y llenos de la gracia de Dios. Bajo esta distinción comenzaron la difícil tarea de evangelizar a los gentiles. Pero para Pablo la labor de predicar ya era normal. Él no pasó mucho tiempo sin hacer esto, pues se nos dice que después de su conversión, “en seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios” (Hechos 9:20).
La iglesia de Antioquia conocía muy bien la eficacia de la predicación. Todos los que disfrutaban de aquella gracia visible habían sido alcanzados por la valentía de algunos hombres de Chipre y de Cirene, y como resultado de ese trabajo, dos de sus más grandes exponentes ahora están anunciando la palabra de Dios.
Una de las diferencias de la iglesia de Antioquia con las nuestras es, que mientras ellos hacían del trabajo de la evangelización un estilo de vida, para el creyente de hoy la concepción es que la predicación debe ser hecha por los “expertos”. Pero contrario a esto, somos nosotros los responsables en llevar las buenas nuevas del Señor.
Lo que nunca debiera olvidarse en nosotros es que “hay gozo en el cielo cuando un pecador se arrepiente” y nosotros seremos los responsables para que esto se cumpla. Alguien en quien la gracia de Dios es visible tiene necesariamente que ser un testigo del Señor. ¿Esa así nuestra experiencia?
“Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios” (vers. 7)
Cuando el Espíritu Santo llena, aparta y envía, su labor por excelencia es guiarnos hacia los hombres que tienen hambre por la palabra de Dios. Bernabé y Pablo han emprendido su primer viaje misionero. La travesía ya era notoria. Los lugares de Seleucia, Chipre, Salamina y Pafos ahora son testigos del poder de la palabra, siendo las sinagogas unos de los sitios predilectos por Pablo para predicar a Cristo.
El Señor le había dicho a Pablo que iba ser un testigo en presencia de reyes y gobernantes; aquí comienza a cumplirse la profecía. En la isla de Pafos había un procónsul llamado Sergio Paulo. Este hombre tenía un deseo inmenso por conocer al Señor, pero había una fuerza maligna representada en Elimas, el mago y falso profeta, que se oponía a su decisión.
No es un secreto que Satanás esté muy ocupado con los grandes hombres y sobre todo los que están en el poder para impedir que les “resplandezcan la luz del evangelio”, porque su ejemplo influiría a muchos. Pero la palabra de Dios ha sido dada para convertir cualquier tipo de corazón, aún el de los gobernantes y trastornar las intenciones de Satanás (verss. 8-11). La predicación tiene por enemigo al diablo, pero cuenta con el Espíritu Santo como su fiel defensor.
CONCLUSIÓN:
Cuando Bernabé visitó a la iglesia de Antioquia se regocijó al ver la gracia de Dios. Esto era el asunto más notorio de todas las cosas que vio en la naciente iglesia. Note que el pasaje no dice que sintió la gracia de Dios, sino que vio la gracia de Dios.
Y por cuanto esto era una experiencia notoria, la gracia del Señor ayudó a romper con las barreras sociales de modo que tanto judíos como gentiles se sentían bien, viviendo en compañerismo. Pero la gracia de Dios también era vista en la forma cómo el Espíritu Santo obraba con libertad en la vida devocional de sus líderes y en el poder para predicar la palabra.
Los dos hombres, Bernabé y Pablo, fueron escogidos para ser los más grandes representantes de esa gracia. ¡Qué privilegio el de aquella iglesia! ¡Cuánta bendición trae a una iglesia cuando la gracia de Dios se manifiesta en todo lo que hace! ¿Qué ven nuestros visitantes cuando llegan a la iglesia?
¿Es la gracia de Dios lo que más abunda y se ve? ¿Ven los demás la gracia de Dios en nuestras vidas?