Pero aún volvieron a pecar contra él, rebelándose contra el Altísimo en el desierto; Pues tentaron a Dios en su corazón, pidiendo comida a su gusto. Y hablaron contra Dios, diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto? He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas, y torrentes inundaron la tierra; ¿Podrá dar también pan? ¿Dispondrá carne para su pueblo? Salmos 78:17
El salmista describe a lo largo de este salmo la fidelidad de Dios para Israel. Y compara permanentemente las dos actitudes: la de Dios y la del pueblo. Muestra como Israel estaba esclavo en Egipto y como sufría por ello, como clamaban por un libertador. Dios a su tiempo actúa y a través de Moisés los libera. Lo hace con mano poderosa, demostrando el poder sobrenatural que tiene mediante milagros asombrosos.
Pasan el Mar Rojo sobre tierra seca entre dos paredes de agua, para poder escapar del ejército de Faraón. Y las mismas aguas que a ellos los dejaron pasar, ahogaron a todo el ejército que los perseguía. Unos pasos más adelante, el pueblo tiene sed pues el desierto es inclemente y consume. ¿De dónde sacar agua para más de dos millones de personas con sus animales? Dios vuelve a mostrar su fidelidad y les da agua, este es el poder y el gran amor de Dios. Pero el pueblo volvió a pecar contra Dios, al cabo de pocos días ya estaban quejándose, criticando, murmurando y pecando.
Tristemente, aun con lo avanzados que estamos, igual cometemos los mismos errores, pero en otras circunstancias, con otras disculpas, pero hacemos lo mismo. No tenemos memoria de las bendiciones que Dios nos da; menospreciamos su perdón y la salvación en la cruz del Calvario. Simplemente volvemos a pecar, y seguimos recibiendo bendiciones por la gracia que se nos olvida… Dios es rico en Amor, Misericordia y Paz.