La fe nos impulsa a creer en lo imposible. Aun aquellos que se sienten desdichados y sin esperanza pueden acudir a Dios en espíritu y verdad, y experimentar restauración en medio de cualquier tormenta. La fe no solo trae consuelo en la adversidad, sino que está directamente vinculada a la salvación del alma, como dice en Romanos 10:9-10:
«Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.»
La fe que todo lo puede, no desmayemos. Aunque las pruebas nos rodeen, sigamos firmes creyendo que para nuestro Dios no hay límites. Su palabra nos asegura: «Para los hombres es imposible, pero para Dios todo es posible» (Mateo 19:26).
Caminemos con la fe que mueve montañas, confiando hasta el último momento. Recordemos que el Señor tiene planes de bien y no de mal, para darnos un futuro y una esperanza. No dejemos de confiar en que Su poder es suficiente para obrar maravillas. ¡No desmayes, sigue creyendo en la fe que todo lo puede!
