En la Biblia, hubo varios hombres y mujeres de Dios que capturaron la atención de Cristo con sus acciones de fe. En Marcos 2, se nos presenta la historia del paralítico que fue llevado ante Cristo por sus amigos, descubriendo el techo donde estaba Jesús.
“Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.” Marcos 5:5
Curiosamente, no se nos habla de la fe del paralítico; la fe que impresionó a Jesús fue la de aquellos que vieron que la única respuesta que tenía su amigo era ir a los pies de Cristo. Los milagros no ocurren necesariamente en la vida de alguien porque tenga fe, pero alguien tiene que tener fe para que el milagro ocurra. Hay familiares tuyos que es tu fe la que los está cargando a lugares donde no podían ir por sí solos. Hay gente que no necesariamente vas a impulsar, sino que vas a cargarlas con tu fe. Tú has estado preocupado porque tu hijo no cree, porque tu cónyuge no cree; ponlos en la camilla y deja que Dios vea tu fe de llevarlos donde el milagro se puede realizar. Tu fe puede cargar el milagro de otro.
Todo el que impresionó a Jesús con su fe, su fe estaba basada en amor. El centurión romano amaba a su siervo; la mujer sirofenicia amaba a su hija; y estos amigos amaban al paralítico. La fe que mueve a Dios es producto de un amor que te mueve a hacer lo que sea para que el milagro se realice en la vida de alguien que tú amas. Pablo dice que ahora quedan estos tres: La fe, la esperanza y el amor; pero el mayor de ellos es el amor. Dice la Biblia que todas las cosas obran a bien, no a los que tienen fe, sino a los que aman a Dios. A veces, tú no tienes fe, pero si tienes amor, te atreves a hacer lo que tú pensabas que no podías hacer. Si no tienes amor, no puedes usar fe; la base del poder de la fe es el amor que te mueve a hacer cosas que, de otra manera, no hubieras hecho.
Estos cuatro hombres pudieron haberse rendido, pero este hombre tenía que ser especial, y el amor de estos cuatro por su amigo los movió a hacer algo imposible que captó la atención de Cristo. Al paralítico, no lo vemos actuando en fe; él no fue quien descubrió el techo, no se nos dice que pidiera ir allí ni creyera en Cristo, no vemos más interacción de él con Jesús. Los amigos se enteraron que Jesús estaba en casa, y lo llevaron allí porque sabían que si alguien podía darle la respuesta, era Jesús.
¿A quién tú amas tanto que has hecho lo imposible para que esté a los pies de Cristo? Siempre hablamos de fe para nosotros; para creer por tu carro, por tu casa, por tu prosperidad; no que eso esté mal, pero la fe que impresiona a Jesús, es la fe que es movida porque amas tanto a alguien que haces lo imposible para que esa persona llegue a los pies de Cristo. ¿Cuándo fue la última vez que tú hiciste algo por alguien por amor? Llevar a otros a los pies de Cristo, por amor, acaba con la parálisis en tu vida.
La fe que impresiona a Dios es la que es producto del amor, la que te lleva a no rendirte ante el primer problema. Muy probablemente, cuando comenzaron a descubrir el techo, la gente en aquel lugar comenzó a murmurar, a cuestionar cómo se atrevían, comentando lo inoportunos que eran; unos lo habrán expresado, otros solo lo pensaron. Pero Jesús lo que vio fue la fe de aquellos cuatro hombres; una fe producto de amor, producto de saber que la única respuesta para su amigo era estar ante el Señor. Jesús se impresionó al ver cómo el amor de estas personas por este hombre los llevaba a aquel lugar. La fe que capta la atención de Jesús es aquella que su base es el puro amor, y se manifiesta a través de acciones. Jesús se maravilló, y por encima de lo que los demás pensaran, aquellos que Dios pudo ver en ellos una demostración de su fe, recibieron el milagro que esperaban.
Varias personas captaron la atención de Jesús; la mujer sirofenicia, el centurión. De estos cuatro muchachos, le sorprendió que se atrevieran a hacer un roto en su casa; le impresionó el amor que les movía a tomar estas decisiones. Jesús estaba mirando todo el proceso por el cual ellos estaban pasando, un proceso de perseverancia; buscar al paralítico, llevarlo a aquel lugar, no encontrar espacio, treparse en el techo, hacer el roto, bajarlo, a pesar de lo que todos estuvieran pensando. En tu país, en tu oficina, en tu trabajo, hay personas que lo que hacen es pensar todo el día, pero no actuar. Hay gente que tiene buenas ideas, pero no actúan; critican, pero no hacen nada; saben lo que es correcto, pero no lo hacen; sus acciones van en contra de lo que ellos dicen que se tiene que hacer. A veces, nuestras acciones no son cónsonas con lo que decimos que pensamos; y, aunque la gente piensa que para Dios nuestras acciones no son importantes porque vivimos por la fe, nuestra fe se demuestra por nuestras obras, por nuestras acciones. Nuestra acciones de fe demuestran lo que estamos dispuestos a pasar para recibir lo que estamos esperando departe del Señor.
El amor te hace pasar por cosas que nada más te va a hacer pasar. No hay dinero que te haga a ti pasar por todo lo que tú tienes que pasar para alcanzar el milagro que Dios tiene para tu vida. Cuando tú tienes amor por alguien, amor por Dios, no importa lo que tú tengas que pasar, el proceso te va a llevar a ti a alcanzar el milagro que tú estás buscando, y ese proceso es el que te va a cualificar.