
La fe no es solo un concepto, ni una emoción pasajera: es el principio que da vida al alma. Así como el agua es esencial para la vida del cuerpo, la fe es esencial para el espíritu. Sin fe, no hay dirección, no hay propósito, no hay fuerza para seguir caminando.Porque por fe andamos, no por vista (2 Corintios 5-7
Es por medio de la fe que entramos en relación con Dios. Ella nos abre los ojos del corazón para ver lo invisible, para creer aunque no sintamos, y para esperar cuando todo parece perdido. Como dice la Escritura: El justo por la fe vivirá (Habacuc 2-4). Esa vida no depende de las circunstancias, sino de una confianza firme en el Dios que no falla.
Cuando todo alrededor parece seco o estancado, trayendo esperanza, ánimo y renovación. Por eso, debemos alimentarla con la Palabra, fortalecerla con la oración y ejercitarla cada día con obediencia.
Y si la fe se debilita, vienen a acabarnos los que no entienden el propósito. Pero si nos mantenemos firmes en la fuente, el Espíritu de Dios nos sostendrá, porque la fe es nuestra conexión con el cielo y nuestra victoria en la tierra.