
La esperanza en Dios no es una ilusión débil ni un pensamiento positivo sin fundamento.
Es una certeza que nace del carácter inmutable de un Dios fiel.
Aun cuando la respuesta tarda, cuando las puertas parecen cerradas y los días se visten de gris, la esperanza se mantiene viva porque no está anclada en lo visible, sino en Aquel que prometió estar con nosotros hasta el fin.Salmos 42-11-
La esperanza en Cristo no nos avergüenza porque no descansa en nuestras fuerzas, sino en Su fidelidad.
Es el susurro suave del Espíritu que nos recuerda que lo mejor está por venir, no porque lo merezcamos, sino porque Su gracia es suficiente. Romanos 5-5-11-
Esperar en Dios es confiar en que su tiempo es perfecto, que su voluntad es buena, agradable y perfecta.
Y mientras esperamos, no lo hacemos con los brazos cruzados, sino con el corazón encendido, adorando, creyendo, avanzando un día a la vez.
Hoy, si estás cansado de esperar, no sueltes tu ancla.
Dios no se ha olvidado de ti. La esperanza en Él jamás decepciona.
«Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.» Romanos 5-5)