
La esencia de la fe cristiana se revela en las palabras del apóstol Pablo en 1 Corintios 15-1-11, donde resalta la centralidad de la resurrección de Jesucristo. En este pasaje, se afirma que nuestra fe y esperanza están ancladas en la verdad eterna de que Cristo murió por nuestros pecados y resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.
Esta verdad no es solo un hecho histórico, sino una realidad transformadora que renueva nuestras vidas y nos reviste con un manto de paz celestial. Es una paz que sobrepasa todo entendimiento humano, una paz divina que se mantiene firme en medio de las tormentas y pruebas de la vida. En Cristo, encontramos refugio y fortaleza, y es Su gracia la que nos sostiene cuando las fuerzas humanas fallan.
La resurrección de Cristo es la garantía de nuestra victoria sobre el pecado y la muerte. Por Su gracia, somos llamados a vivir una vida nueva, guiados por la certeza de que nada puede separarnos del amor de Dios. Esta paz, nacida del sacrificio y la victoria de Jesús, nos capacita para enfrentar los desafíos de la vida con confianza y esperanza, sabiendo que en Él somos más que vencedores.
Que esta verdad se arraigue en nuestros corazones, fortaleciendo nuestra fe y llenándonos de gratitud por el inmenso amor de Dios manifestado en Jesucristo. Amén.