
Si Jesús hubiera sido un empresario moderno, lo último que hubiera buscado para conformar su equipo de trabajo serían hombres como los que escogió hace más de 2000 años. Las probabilidades de fracaso, considerando que la empresa a formar iba a ser la más grande e importante del mundo, estaban a la vista. Nadie daría «un centavo» por esos 12 hombres con quienes Jesús pensaba conquistar al mundo.
Una mirada panorámica al trasfondo de todos ellos, sus oficios y su falta de preparación, indicaba un gran error de parte de Jesús al haber hecho esta elección. ¿Por qué doce y no ocho, diez o trece?
Esto se debe a su trasfondo histórico. Fueron doce los hijos de Jacob, doce príncipes de los hijos de Israel, doce fuentes de Elim, doce piedras en el pectoral de Aarón, doce tortas del pan de la proposición, doce espías enviados por Moisés, doce piedras para hacer el altar al cruzar el Jordán, y doce bueyes que aguantan el mar de fundición en el templo. En el Nuevo Testamento, se mencionan los doce cimientos y las doce puertas de la Jerusalén celestial vistas por Juan.
En efecto, Jesús escogió a doce, y al compararlos con los ejemplos previos, vemos que todos ellos fueron los menos indicados. Y en esto se cumple lo dicho por Pablo: «sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte…» (1 Corintios 1:27). El mensaje de la ocasión es alentador, porque Dios escogió a personas como usted y como yo, sin mucha importancia, para usarlas en su reino.
Pero, ¿cuál fue lo más importante de esta elección? Fue que Jesús, antes de escogerlos, oró toda la noche. ¿Qué tipo de oración hace usted cuando va a tomar una gran decisión? Hay una oración obligatoria, la que más hacemos, pero hay una oración dependiente, y esa fue la que hizo Jesús toda una noche. La oración dependiente es aquella que busca la guía y la dirección de Dios, y es en esta oración que encontramos la verdadera sabiduría y el discernimiento. ¿Cuáles son las lecciones que nos muestran la escogencia de Jesús de los menos indicados?
JESÚS ELIGIÓ A UN EQUIPO NO DESEADO
Porque eran hombres del vulgo (Hechos 4:13). Después de que Jesús terminó de orar toda la noche, al día siguiente hizo la elección. Miremos a ese equipo. Según la calificación hecha, ninguno de ellos tenía una preparación teológica o académica, ya que eran del vulgo. Había cuatro pescadores: Simón Pedro, Jacobo o Santiago (hijo de Zebedeo), Juan (hermano del anterior) y Andrés (hermano de Simón Pedro). También había un recaudador de impuestos despreciado, Mateo, y un traidor avaro, Judas Iscariote.
El resto de los apóstoles eran plebeyos, según la lista: Felipe, Bartolomé (o Natanael), Tomás, Santiago (hijo de Alfeo), Judas (también conocido como Lebeo o Tadeo) y Simón (que se distingue por el sobrenombre de Zelote, también conocido como el Cananita). Todos, sin excepción, eran personas comunes y corrientes, sin posición social elevada. Por tal razón, eran hombres incultos, sin educación formal en la ley y la tradición judía, y sin influencia con la élite política o religiosa de la época. No eran un “Dream Team” (el equipo soñado). Ellos no tenían autoridad para enseñar o interpretar la ley y la tradición judía. Sin embargo, a la vista de otros preparados, no califican, pero a la vista de Dios, llegaron a ser los más conocidos y solicitados. Así es la economía divina en su elección para cumplir su propósito.
JESÚS ELIGIÓ A ESE EQUIPO PARA QUE LE SIGUIERAN
Nota: Durante el tiempo de Jesús, los alumnos son quienes escogen a los maestros, aquí es al revés.
«Y designó a doce, para que estuvieran con Él…» v. 14. Esto significa que la primera asignación de esa elección no fue para hacer algo, sino para ser, al estar con Él. Y este es el orden correcto. Antes de hacer, tenemos que ser, y para llegar a ser, debemos pasar tiempo con Jesús. La tendencia nuestra es siempre querer hacer algo, especialmente si eres hombre. Sin embargo, Jesús, como entrenador del equipo, busca a los suyos para que se queden con Él. La frase «designó a doce, para que estuvieran con Él» era un llamado a dejar muchos hábitos, entre ellos: mentiras abrazadas como verdad, hábitos pecaminosos y formas manipuladoras de hacer que otros hagan lo que nosotros deseamos.
Pero la invitación para estar con Jesús tenía un valor muy grande para ellos, como el de aprender de Él como su Maestro. Jesús tenía una doctrina para ser creída, porque todos eran hombres de poca fe. Fueron llamados para aprender acerca del Reino de los cielos, un trabajo muy distinto al de ser pescadores o cobradores de impuestos. Pero sobre todas las cosas, el asunto de mayor aprendizaje sería el tener un carácter nuevo, y la cercanía con Jesús haría eso. ¡Qué privilegio tuvieron estos hombres! Cada discípulo que vive cerca de Jesús se transformará en otro. La presencia de Jesús en sus vidas los cambiaría por completo, y les daría una nueva perspectiva y un nuevo propósito.
“… y para enviarlos a predicar” (Marcos 3:13).
Después de estar con Él, los mandó a predicar, porque esa era su misión. ¿Cuál era el mensaje que debían predicar? Un mensaje de perdón de pecados, un mensaje de esperanza, un mensaje de libertad, un mensaje de victoria, y un mensaje de gloria. Ellos eran llamados a presentar un mensaje extraordinario, aunque eran mensajeros ordinarios. Y la razón por la que ellos proclamaron un mensaje extraordinario es porque ellos recibieron un poder extraordinario, como se ve en la predicación de Pedro en el Pentecostés (Hechos 2:14-41), o en la resurrección de los muertos, como el caso de Dorcas (Hechos 9:36-42). Pero, sobre todo, ellos tuvieron poder para ser testigos en Jerusalén, en Judea, Samaria, y hasta los últimos confines de la tierra.
Y fue tan grande esa tarea que, incluso después de haber resucitado, Lucas nos habla de Jesús estando con ellos durante 40 días, hablándoles e instruyendo acerca de la importancia del reino de Dios. Ellos aprendieron a predicar, y eso se logra andando con Jesús. La predicación no es solo un acto de hablar, sino que es un acto de compartir la vida y la experiencia con Dios. Y para hacerlo, es necesario estar cerca de Él, escuchar su voz y seguir sus instrucciones. ¿Ha aprendido usted a predicar también? ¿Ha descubierto el poder de la predicación y el impacto que puede tener en la vida de las personas? ¿Está dispuesto a aprender de Jesús y a seguir sus pasos para predicar el evangelio del reino?
JESUS ELIGIÓ EN SU EN SU EQUIPO A SU TRAIDOR
“… y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor” (v. 16).
Cuando uno se imagina a Jesús orando por sus 12 discípulos toda una noche, Judas debió ser objeto del más profundo ruego. Es más, se podría pensar que Jesús tuvo un anticipo de su próximo Getsemaní, con una oración agónica, cuando oró por Judas aquella misma noche. Él sería el líder de quienes arrestaron a Jesús. Jesús sabía del beso del traidor como la señal para identificar al que estaban buscando (Mateo 26:48). Y frente a esta traición, hay una pregunta que siempre está en la mente de mucha gente: si Jesús sabía de la traición de Judas, ¿por qué lo escogió?
He leído sobre este aspecto, y no es fácil encontrar una respuesta, pero la que más me ayuda a entender esto es la del amor y la misericordia del Señor. Cuando Juan habló del amor de Jesús por ellos, dijo: “los amó hasta el final” (Juan 13:1). La verdad reveladora del llamado de Cristo es que la cercanía a Él no siempre significa ser salvo. Judas fue uno de los más cercanos a Él, y se perdió. Esto nos hace reflexionar sobre la naturaleza del amor y la gracia de Dios, que se ofrece a todos, sin importar su pasado o su futuro. La elección de Judas como discípulo nos recuerda que la salvación es un regalo que se ofrece a todos, pero que cada persona tiene la libertad de aceptarlo o rechazarlo.
“Pero dijo esto, no porque cuidara de los pobres, sino porque era ladrón…” (Juan 12:6).
Aparte de que Judas era el hombre de la traición, Juan nos dice que era ladrón. Como esto fue su naturaleza, fue obvio que su comportamiento nunca reveló una entrega a Jesús. Al contrario, fue ese carácter no transformado que lo llevó a ver en Jesús “el hombre para el negocio” para lograr sus fines políticos y sus ambiciones personales. Judas fue asignado como tesorero, y se convirtió en el ladrón del grupo. Juan nos dice que la actitud de Judas frente a lo hecho por María de Betania, derramando su perfume sobre los pies de Jesús, no era porque tenía amor por los pobres, sino que al ver ese gran precio y su “desperdicio”, pensó haberlo vendido para tenerlo en la bolsa y de allí seguir robando como lo había hecho.
Un ladrón está en la categoría de los candidatos no aptos para entrar en el cielo, de acuerdo con la Palabra (1 Corintios 6:10). Esto muestra que Judas tenía un corazón corrupto y que su intención no era servir a Dios, sino a sí mismo. Él pudo andar con Cristo en su servicio, pero no le había dado su corazón. Lo siguió de cerca, pero nunca dejó al mundo con sus placeres. Esto significa que andar con Cristo no siempre determina si somos de Él. La verdadera relación con Dios se basa en la entrega del corazón y en la obediencia a su voluntad, no solo en la proximidad física o en la participación en actividades religiosas. Judas es un ejemplo de cómo alguien puede estar cerca de Dios y sin embargo, no tener una relación auténtica con Él.
JESÚS ELIGIÓ A SU EQUIPO PARA TRANSFORMARLOS
“… y les reconocían que habían estado con Jesús” (Hechos 4:13-17). ¿Qué pasó con estos hombres después de que los líderes hicieron este reconocimiento? Al final, Jesús los formó, aunque le tomó mucho tiempo y tuvo que soportarlos, como se menciona en Lucas 9:41. Dos hechos marcaron la vida de estos hombres para su formación total y definitiva: la resurrección de su Maestro y la llegada del Espíritu Santo. Aunque ellos eran personas débiles cuando Cristo los llamó para seguirle, no permanecieron en esa condición. Todos esos hombres se transformaron después de que Cristo ascendió al cielo, porque se dieron a la tarea de proclamar sin temor, y esto es lo que Lucas dice de ellos a manera de testimonio (Hechos 2:43).
Después de la sanidad del paralítico que permanecía en el pórtico del templo, quien había estado en esa condición durante 40 años, los mismos hombres que crucificaron a Cristo los tildaron como hombres del “vulgo”, y al producirse un gran alboroto a causa de ese milagro, fueron traídos delante de las autoridades para un severo escrutinio. Pero esos hombres, al ver el “denuedo de Pedro y de Juan”, dieron el veredicto más importante, reconociendo que ellos habían estado con Jesús. Simplemente reconocieron que esos hombres habían sido transformados por el hombre que anduvo en Galilea. Nadie será el mismo después de caminar y aprender de Jesús. La experiencia de estar con Él y seguir sus enseñanzas tiene el poder de cambiar la vida de una persona para siempre. La transformación que se produjo en los discípulos es un testimonio vivo de la obra de Jesús en la vida de aquellos que se entregan a Él.
JESÚS ELIGIÓ A SU EQUIPO COMO MEMORIAL PERPETUO
“… y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero” (Apocalipsis 21:14).
Este texto es revelador. De acuerdo con Efesios 2:20, nuestra fe cristiana ha sido edificada sobre el fundamento de los apóstoles, teniendo a Cristo como su “piedra angular”. Cuando Juan nos da la visión de la Santa Ciudad, la Nueva Jerusalén, nos dice que los nombres de los 12 apóstoles están en los cimientos de esa ciudad, como testimonio de ser fundadores de la Iglesia cristiana. Los apóstoles son los sucesores de los profetas del Antiguo Testamento, y su labor es una continuación de la obra de Dios en la historia de la salvación. Es asombroso pensar que aquellos débiles e insignificantes hombres, que una vez fueron considerados como nada, ahora formarían parte de aquella nueva creación.
Por supuesto, Judas no estará en ese número; en su lugar, podría ser Matías o Pablo, quienes fueron llamados por Dios para cumplir una función importante en la Iglesia. Jesús escoge a sus seguidores para el tiempo y la eternidad, porque sus dones son irrevocables. La elección de los apóstoles no fue un error, sino un acto de propósito y designio de Dios. A pesar de sus debilidades y limitaciones, los apóstoles fueron transformados por la gracia de Dios y se convirtieron en instrumentos poderosos para la expansión del Reino de Dios. La inclusión de sus nombres en los cimientos de la Nueva Jerusalén es un testimonio de la fidelidad de Dios y de la importancia de la labor que realizaron en la historia de la salvación.
Los menos indicados
Joseph Stowell, un pasado presidente del Instituto Moody, compuso un reporte imaginario acerca si una compañía consultora hubiese evaluado este grupo de los doce, con sus temperamentos, y este fue el resultado. “Es la opinión de que la mayoría de los candidatos carecen de antecedentes, educación y aptitud profesional para el tipo de empresa que está llevando a cabo. Ellos no tienen el concepto de equipo. Le recomendamos que continúe con su búsqueda. Simón Pedro es emocionalmente inestable, y dado a arrebatos de mal genio. Andrés no tiene absolutamente ninguna cualidad de liderazgo. Los hermanos, Santiago y Juan, anteponen el interés personal por encima de la lealtad a la empresa.
Tomás tiene una actitud escéptica que tiende a socavar la moral. Es nuestro deber decirle que Mateo ha estado en la lista negra de la Oficina de Buenas Prácticas Comerciales de la Gran Jerusalén. Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo tienen inclinaciones radicales y muestran una alta puntuación en la escala maniaco depresiva. Sólo uno muestra gran potencial, capacidad, ingenio, espíritu empresarial; hace contacto bien con la gente; es ambicioso y motivado. Le recomendamos a Judas Iscariote como el controlador y el hombre de mano derecha”. Esto fue la visión de afuera. Y ciertamente ninguno de ellos calificaba, pero todos fueron llamados y preparados. Cada hombre y cada mujer en las manos de Jesús no es un fracasado.