Si hay algo que al cubano en general le gusta, eso es el juego. El cubano disfruta de cualquier juego, pero hay uno en particular que no puede faltar, sobretodo en el verano, sea en una casa en la playa, incluso en la arena y ese juego es el Dominó.
Se puede jugar solo o en parejas. Una de las características es que mientras tengas la ficha que te ponen en la mesa, no te puedes pasar, tienen que ponerla aunque esto sea en contra de tu pareja o de ti mismo, porque es un juego de suerte y la suerte puede estar de tu lado o en contra tuya.
Los hijos de Dios no creemos en la suerte, sabemos que nuestro Padre está en el control de todas las cosas y que siempre reserva lo mejor para sus hijos.
Nuestra suerte es Cristo y aun así no fue cuestión del azar que el viniera a liberarnos del yugo del pecado, todo fue un plan bien concebido, perfecto, sin cabos sueltos, un plan para que todos pudiéramos entrar por la puerta que a través de Él se abre, la puerta a la eternidad y la vida plena y abundante.
Nadie tiene buena o mala suerte, los seres humanos tienen libre albedrío, por lo tanto, lo que tenemos son los resultados de las buenas o malas decisiones y consecuencia de nuestra propia necedad.
La decisión de ser salvos es nuestra, Dios nos escogió desde el principio y no supimos valorar el regalo, se sacrificó a si mismo después y no supimos apreciar el sacrificio. Aun hoy sigue dándonos la oportunidad y retardando su venida y no nos damos cuenta de que estamos en los tiempos del fin, pensamos que somos eternos en este andamiaje donde vive nuestro espíritu y esto es porque Dios puso eternidad en nuestra alma, esto no puede ser eliminado de nuestro disco duro pues está implícito desde nuestra creación.
Esta es la razón por la que no notamos como cada día más, nos queda un día menos y que la cuerda que mueve el reloj de nuestro tiempo aquí tiene un límite, que solo sabe el artesano que nos creó.
En Eclesiastés 7.14, Dios nos dice: “Cuando te vengan buenos tiempos, disfrútalos; pero cuando te lleguen los malos, piensa que unos y otros son obra de Dios, y que el hombre nunca sabe con qué habrá de encontrarse después”.
Hombre creado a imagen y semejanza de Dios, busca a tu hacedor mientras los días sean buenos, porque el tiempo de la cuenta regresiva se acerca y casi llegamos al cero, cuando esto suceda, ya no habrá forma de retomar el rumbo, o encallas, o llegas al puerto seguro frente al mar de cristal, donde Dios espera por ti.