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La Constitución y la Familia: Pilar para la renovación social

Por Félix Caraballo
Noviembre nos brinda una oportunidad singular para reflexionar sobre dos fundamentos esenciales de nuestra vida nacional: la Constitución y la familia. Su coincidencia en el calendario no es casual ni menor; es un recordatorio de que el marco jurídico que rige nuestra convivencia reconoce y protege a la familia como célula vital de la sociedad dominicana.

La Constitución de 2010 reafirma este compromiso en artículos clave como el 37 y el 55. El primero consagra la inviolabilidad de la vida humana, y el segundo define la familia como el resultado del matrimonio entre un hombre y una mujer, promoviendo además la paternidad y maternidad responsables.

Este marco legal no solo protege, sino que también orienta: llama a los padres a asumir su rol formativo y al Estado a valorar el trabajo doméstico como generador de riqueza y bienestar social.

Sin embargo, la responsabilidad de fortalecer la familia no recae únicamente en el Estado. Escuelas, iglesias, organizaciones comunitarias, medios de comunicación y cada ciudadano tienen un papel que desempeñar. En un contexto marcado por la fragmentación social, la corrupción y la pérdida de referentes éticos, urge una alianza multisectorial que promueva valores, cohesión y esperanza.

Los desafíos son reales: modelos culturales que trivializan los vínculos, mensajes mediáticos que distorsionan la sexualidad y la identidad, propuestas ideológicas que desdibujan el sentido natural de la familia. Pero más que una batalla cultural, lo que enfrentamos es una oportunidad para renovar el pacto social desde sus raíces.

La defensa de la familia no debe reducirse a una reacción frente a amenazas, sino proyectarse como una propuesta transformadora. Necesitamos políticas públicas que fortalezcan la estabilidad familiar, programas educativos que promuevan el pensamiento crítico y la formación en valores, y comunidades de fe que acompañen con compasión y claridad a las nuevas generaciones.

En definitiva, una sociedad justa y sostenible solo es posible si se edifica sobre familias sólidas, comprometidas con el bien común. La Constitución nos da el marco; nos corresponde a todos darle vida con nuestras decisiones, nuestras palabras y nuestras acciones.

En este mes dedicado a la familia, aunque en mi opinión particular todo los días deben ser dedicados a promover y fortalecer esta célula social que se ve atacada por influencias extranjeras de gentes que motivadas por «fuerzas del mal e intereses de grupos económicos de poder», buscan destruir la razón de ser de los pueblos, constituyendo un desafío no solo al orden divino establecido sino al Creador.

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