Por alguna extraña razón hay algo que a nosotros lo seres humanos nos es muy difícil, esto es: Perdonar. Nos gusta que la gente nos perdone por los errores que nosotros cometemos, pero nos es muy pero muy difícil perdonar a los que los comenten contra nosotros.
El perdón es una capacidad especial de la cual todos estamos dotados, pero que depende de nosotros el usarla o simplemente saber que tenemos esa capacidad pero no usarla.
Duele que alguien nos desilusione, es doloroso que alguien nos falle, la infidelidad en cualquier sentido o ámbito también es difícil de asimilar, pero sobre todo, es más doloroso cuando esto viene de personas a las que apreciamos o amamos.
Sin fines de excusarnos tenemos que entender que “Nadie es perfecto”, que todos fallamos, que todos tenemos la tendencia por naturaleza a fallarle a las personas y aun a nuestros seres más queridos. Y es que no trato de excusar nuestra conducta muchas veces poco espiritual, sino que trato de ser realista y describir lo que hay. Aun el hombre o mujer que quiera ser perfecto fallara en el intento, aunque no será razón para dejar de intentarlo. Lo que quiero decir con esto es que todos tenemos las mismas probabilidades de que nos fallen o de fallar a alguien independientemente de quien sea.
Ahora bien, ¿Cómo estas actuando ante las personas que te fallan?
La mayoría de nosotros nos rasgamos las vestiduras, apedreamos a los que nos fallan y los tachamos de infieles. Pero ¿Acaso será esa la actitud correcta?, veamos que dice la Biblia: “Así que, ¡tengan cuidado con lo que hacen!»Si tu amigo te hace algo malo, llámale la atención. Si te pide perdón, perdónalo. No importa si en un solo día te hace muchas maldades; si él te pide perdón, perdónalo.»” Lucas 17:3-4 (Traducción en lenguaje actual)
La Biblia nos manda a perdonar, ¿Por qué?, pues porque es lo que Dios ha hecho con nosotros toda la vida y es lo que Él quiere que nosotros hagamos con los demás.
Alguien puede decir: ¿Cómo voy a perdonar lo que me hicieron, si lo que me hicieron fue algo demasiado malo?, hasta la fecha no he conocido a un justo padecer tanto y aun así perdonar como lo hizo nuestro Señor Jesucristo.
Lo que a ti te hayan hecho jamás será comparable con lo que Jesús padeció, siendo el único JUSTO sobre la faz de la tierra, fue maltratado y murió por los injustos.
A veces nosotros sentimos que somos víctimas de algo injusto y quizá sea cierto, pero si alguien que realmente era Justo al cien por ciento, ese era Jesús, sin embargo fue tratado como el peor de los criminales, azotado, escupido, maltratado, crucificado, con una lanza traspasando su costado, pero aun en su lecho de muerte dijo: “Poco después, Jesús dijo: «¡Padre, perdona a toda esta gente! ¡Ellos no saben lo que hacen!» Mientras los soldados hacían un sorteo para ver quién de ellos se quedaría con la ropa de Jesús”. Lucas 23:34 (Traducción en lenguaje actual)
El perdón es un arma de doble acción, por un lado te libera de la amargura y por otra libera a la otra de culpa.
Imaginarme ese episodio de Jesús siendo castigado sin merecerlo y maltratado peor que un criminal, me da cierto coraje, pero al leer sus frases en esa cruz, no puedo más que pensar que aun y con todo lo injusto de su trato y su muerte, Él tenía un corazón perdonador.
Si había alguien con solvencia para enseñarnos a perdonar, ese era Jesús, y de hecho lo enseño en muchas ocasiones, porque para Él, el perdón era muy importante.
Quizá a ti te hayan hecho algo terrible, quizá estés pasando un mal momento porque una persona que amabas o querías y de las cual pensaste que nunca te iba a fallar, te fallo. Ahora quizá te sientes defraudado, por una parte con rabia contra esa persona y por otra parte con coraje por haber confiado en él o ella, pero aun en medio de todos los sentimientos encontrados que tengas, debes de entender que DIOS QUIERE QUE PERDONES.
Es increíble pensar en perdonar a aquel que tanto daño nos ha hecho, pero eso es lo que Dios nos manda a hacer. Parece muy difícil de asimilar para nuestra mente humana, que alguien que haya hecho eso que te hicieron merezca perdón, pero la verdad es: ¿Quiénes somos nosotros para no perdonar?, Si Jesús habiendo sufrido el peor escarnio de todos, aun en su estado y a pocos minutos de su muerte perdono a TODOS, ¿Por qué nosotros no lo podemos hacer?
Tú tienes la capacidad de perdonar, no me digas que no, no pienses que no, al contrario, tu eres hechura de Dios y por lo tanto tienes la capacidad de perdonar. Si Jesús supiera que nos es imposible perdonar, jamás nos hubiera mandado a perdonar. Pero como Él sabía que tú y yo teníamos la capacidad (aunque sea oculta) de perdona, entonces, por esa razón nos motivo a hacerlo y Él se puso como ejemplo vivo que si se podía.
Amados, pensemos en esto, reflexionemos en lo que Dios quiere para nosotros. Tú muy bien sabes que no perdonar te esta enfermando, tu muy bien sabes que ese rencor u odio anidado en tu corazón te está perjudicando, ¿Por qué te niegas a perdonar?, el resentimiento, el orgullo y todo lo contrario al fruto del Espíritu Santo en tu vida están poco a poco carcomiendo tu vida espiritual y sin darte cuenta o sin quererlo reconocer te están llevando al fracaso.
Es hora de liberarte de esos sentimientos negativos que en nada ayudan a tu crecimiento espiritual, es momento de reconocer que a pesar que nos cuesta perdonar, TENEMOS QUE HACERLO.
Hoy quiero invitarte a realizar una acción por fe y sobre todo por obediencia al Señor, ve y habla con aquella persona a la cual no puedes perdonar. Ve donde esa persona y aun cuando quizá tú no hayas tenido la culpa o aun cuando creas que no se merece perdón, ve y pídele perdón, tu acción traerá consigo muchos resultados positivos, desde liberación, hasta bendición de Dios.
La falta de perdón en parte es acumulación de orgullo, ir y pedir perdón no es una idea descabellada, sino es una acción de fe, humildad y obediencia que traerá consigo una de las sensaciones más hermosas que el ser humano pueda experimentar. Perdonar es también perdonarse. ¿Perdonarse porque?, perdonarse de no haber podido perdonar antes.
Si tuvieras la voluntad y determinación de llevar a cabo esta acción, puedo imaginarme a Dios con una sonrisa tan hermosa viendo como tú estás llevando a cabo una acción de la cual Él seguramente estará orgulloso de ti y la cual te liberara de todo sentimiento negativo que pueda existir en tu vida.
El peor problema para perdonar, es pensar que no necesitas perdonar o pensar que ya perdonaste, cuando realmente en tu corazón sabes muy bien que no es cierto.
¡Ve y perdona hoy!