El pastor y comunicador Tomás Gómez Bueno, llama a cumplir con amor,no con soberbia la ley para la lectura de la Biblia en las escuelas. Aseguró que la idea de leer la Biblia en las escuelas data del año 1986 cuando el licenciado Elías Wessin Chávez, desde la Cámara de Diputados, tomó la iniciativa de introducir el proyecto de ley de Lectura e Instrucción Bíblica en las Escuelas Públicas.
Dijo que en esa oportunidad el proyecto tuvo poca incidencia a lo interno de la comunidad evangélica, ya que la unidad estaba muy agrietada y el proyecto fue ferozmente atacado por diversos sectores. Explicó que fue en 1999 cuando el Consejo de Unidad Evangélica (CODUE) asumió este proyecto de Ley, que finalmente arribó a su aprobación y promulgación en el año 2000.
Previo a la aprobación de esa Ley hubo un intenso debate a través de los medios, incluso se hicieron vistas públicas a las que asistieron pastores y líderes evangélicos que iniciaron una férrea defensa para promover esa legislación, dijo.
Tomás Bueno recuerda que en una de las vistas públicas en el Congreso Nacional, un líder evangélico les dijo de forma amenazante a la doctora Milagros Ortiz Bosch: “Tenga en cuenta que nosotros somos un millón de evangélicos… y votamos”, a lo que ella respondió que no estaba ahí buscando votos, sino asumiendo su rol como senadora de la República.
“Recuerdo esta parte simplemente como una muestra de la acalorada atmósfera que se vivió previo a la aprobación de esta Ley. La lista de los líderes y pastores que se anotaban para tomar la palabra en las vistas públicas del Congreso era extensa y los discursos eran fervientes y hasta desafiantes. Esa Ley había que aprobarla, incluso, escuché algunos líderes hablar hasta de protestas y manifestaciones si no se procedía a favor de su aprobación”, dijo.
Explica que ese mismo entusiasmo se podía ver en las reuniones de coordinación y planificación para lograr que se aprobara esa legislación. “Lamentablemente, todo pasó a un limbo cuando se aprobó la Ley y se establecieron los procedimientos para implementarla. No se tomó ninguna iniciativa para darle seguimiento a la Ley aprobada y durante 18 años nosotros los evangélicos no hemos hecho lo que manda la Ley para que la misma sea implementada”, se lamentó.
Explica que propios evangélicos, especialmente los líderes, son los responsables de que la lectura de la Biblia no haya llegado a las escuelas, después de tener una Ley por más de 18 años. “Simplemente nosotros los evangélicos no hemos hecho el trabajo. No tenemos un programa, un manual consensuado, un diseño o un plan para leer, enseñar e instruir con la Biblia en las escuelas”.
El pastor Gómez Bueno detalla que tan pronto aprobaron la Ley se les pidió a los líderes evangélicos que se pusieran de acuerdo para elaborar un reglamento para su aplicación, pero que a pesar del entusiasmo que hubo para que se aprobara esta ley, al momento de trabajar y trazar las pautas y metodología para su aplicación no aparecieron quienes lo hicieran.
“Esta Ley requiere de una metodología, de una aplicación sistematizada de contendidos bíblicos que tengan relevancia e interés para los estudiantes. No se trata, y es donde está la interpretación equivocada, de una lectura mecánica y religiosa. La Biblia, el libro principal de nuestra cultura occidental, tiene una aplicabilidad universal por encima de los sectarismos y los radicalismos grupales, pero somos nosotros quienes tenemos que demostrar que estamos en capacidad de darle ese enfoque”, enfatizó el pastor.
“Hay una tarea de metodología pedagógica, de programación didáctica, teológica y de comunicación efectiva, un trabajo de hermenéutica contextual y de coordinación docente que nosotros los evangélicos no hicimos durante 18 años. Todos estábamos ocupados en el crecimiento de nuestros ministerios y en el posicionamiento de nuestro liderazgo”, puntualiza.
Explica que hay iglesias evangélicas que no tienen programa de instrucción bíblica y la Biblia languidece en su doctrina y práctica congregacional. El programa de escuela bíblica dominical lo han tirado por la ventana. Muchas de nuestras grandes iglesias no tienen un programa de lectura y conocimiento de la Biblia para la niñez ni para la juventud, dice.
Aunque ya tiene 18 años, fue ahora que muchos evangélicos se enteraron de que tenemos una Ley para leer e instruir la Biblia en las Escuelas. Como otros no saben que la ley 204, del 1984 declara el 27 de septiembre como día de la Biblia en República Dominicana, y que la Ley 331-09 declara el día 31 de octubre de cada año como Día Nacional de la Comunidad Evangélica y Protestante en República Dominicana.
Tenemos que dejar de ser reactivos, en lo que somos muy buenos, y convertirnos en un cuerpo propositivo de avanzada. En estos días que están consagrados a nuestro credo por ley, deberíamos estremecer el país con celebraciones en grandes que nadie puede impedírnoslas; sin embargo, son muchos los evangélicos que el 31 de octubre lo dedican a perseguir la sombra de Halloween.
Dijo que ha insistido en que hay que cambiar nuestro enfoque teológico. Nuestra teología se ha convertido en un eslabón para titular personas que quieren ascender eclesiásticamente, pero que no se preparan para servir, para convertirse en interlocutores válidos con la cultura actual desde una perspectiva bíblica que afirme y promueva el Reino de Dios y su justicia.
Por otro lado, señaló que hay que diseñar un reglamento, una metodología, una guía didáctica actualizada y convincente para desarrollar un interactuar bíblico con los estudiantes de hoy que en su mayoría pertenecen a la Generación Z (post-millennials), tarea muy difícil, pero no imposible.
“Lo mejor que podemos hacer los evangélicos es aprovechar a nuestros profesores, líderes, organizaciones e iglesias y elaborar un borrador del reglamento y su metodología correspondiente para presentarlo a las autoridades de Educación y desde ahí comenzar un plan de avance para que nuestros estudiantes conozcan el propósito de Dios para ellos, para toda nuestra nación y el mundo a través de lo que Él nos ha revelado en las Escrituras.
Con la Biblia queremos modelar valores
Debemos tener presente que el amor es el valor supremo que revela el libro sagrado, que también la tolerancia, el respeto, el perdón, la humildad, la obediencia y el servicio, entre otros, son valores. Es eso lo que queremos enseñarles a nuestros estudiantes con la Biblia, pero eso nos compromete a vivirla, no conforme a los criterios de este mundo, sino a lo que ella nos revela en las vidas de sus hombres y en la propia vida y en las palabras de nuestro Señor Jesucristo. El evangelio tiene que penetrar y alcanzar toda nuestra cultura, pero no es con manipulación o poder, es con amor. Ese sentimiento es nuestra mejor arma.
Este es un momento estelar del pueblo evangélico dominicano. Hoy hay que prestarnos atención, tenemos poder, pero tenemos que usarlo con sabiduría. Nuestro poder no es para apabullar, imponer o atropellar, es para sacar el evangelio de Jesucristo a la luz, es para dar testimonio, es para sabernos manejar.
Si con este impulso carnal entramos a las escuelas con la Biblia, ellos, a quienes queremos transformar, no nos van a creer, ellos también van a reaccionar, y simplemente, como en otros tiempos, usaremos la religión para imponer, pelear, para crear conflictos y dividir. La usaremos como un botín de poder que no glorifica a Dios. Tenemos que tener sabiduría y discernimiento.
No olvidemos que la Biblia, la que queremos se enseñe en las escuelas, no tiene pecados favoritos. Todo lo que se opone al propósito de Dios para la vida es pecado. La homosexualidad, el aborto, la corrupción, la impunidad, el soborno, la promiscuidad sexual y la avaricia son también pecados. Lo que sucede es que por la estructura social en la que vivimos hay unos pecados que políticamente y religiosamente son más manipulables, y hasta más rentables que otros. Pero para Dios el pecado es pecado. Tan condenable es la homosexualidad como tener dos mujeres o dos hombres al mismo tiempo o tener sexo fuera del matrimonio.
Recomendación y exhortación del pastor Bueno:
Creo, y es mi recomendación de cierre, que las instituciones representativas y las voy a citar por sus nombres: CODUE, CONACOPE y Mesa de Diálogo, deben reunirse y ponerse de acuerdo para orientar a la comunidad evangélica, fijar una posición seria, sensata y bíblica y así dar inicio a la implementación de un reglamento y un programa de lectura e instrucción bíblica en las escuelas que tenga como meta la transformación de nuestra sociedad, iglesia y nación y la Universidad Nacional Evangélica (UNEV), debe jugar un papel de primer orden en este llamado de recomendación.