El salmista había aprendido la importancia de esto. El expresa que su meditación en Dios era DULCE. Entendemos entonces que meditar en Dios y sus obras trae dulzura a nuestro interior. Una dulzura que no la da nada en este mundo. Pero no se queda ahí. Luego de expresar que su meditación era dulce, el Salmista expresa el resultado de la misma es REGOCIJO. Es maravilloso saber que el Dios Grande, Creador del Universo y todo lo que existe, nos da la oportunidad de recrearnos en El y en sus obras, por medio de la meditación y tener como resultado una dulzura interna que produce regocijo. Mientras mas nos disciplinemos en la meditación, mas regocijo vamos a experimentar en nuestro diario vivir. Recordemos el consejo del Apóstol Pablo cuando dijo: “Regocijaos en el Señor siempre, otra vez digo, ¡Regocijaos!”. Pero también recordemos que el regocijo es el resultado de la dulzura que viene como producto de la meditación en Dios.
No hay nada mejor que detener nuestro agitado caminar diario, para meditar en las grandezas de Dios. Vivimos en un mundo lleno de ruido, alboroto, mucho hablar, mucha acción, entre otras cosas, de tal manera, que se nos hace un poco difícil separar un tiempo para la meditación. Dentro de las disciplinas espirituales, las cuales nos ayudan a mantener una vida saludable y balanceada en Dios, se encuentra la disciplina de LA MEDITACION; pero la disciplina de la meditación ha sido descuidada. Muchas veces nos ejercitamos en las otras disciplinas, como lo son: la disciplina del estudio, de la oración, del ayuno, etc., y esto es muy bueno, pero también tenemos que disciplinarnos en la meditación.
Fuente:
Nancy G. Marquez