Respecto a la adoración se dicen muchas cosas. Pero Jesús ha sido la mejor ofrenda de adoración a Dios, él lo entregó todo por hacer la voluntad de su Padre Celestial.
Dios dijo de él: “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”, Jesús vivió para complacer o agradar a su Padre, no procuro agradarse a sí mismo, por eso dice la Escritura: “Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Ef. 5:2). Que sea nuestra vida un aroma fragante de obediencia a Dios…
LA ADORACIÓN PERFECTA ES UNA ENTREGA TOTAL A DIOS
La adoración a Dios es una entrega total (Apocalipsis 4:6-7).
Comentario: Éste pasaje de Apocalipsis nos revela la adoración que en el cielo se le brinda a Aquel que está sentado en el trono. Los cuatro seres vivientes revelan cuatro facetas de la vida de Jesús, expresadas con énfasis en cada uno de los cuatro evangelios, veamos como Jesús se entregó totalmente como una ofrenda en el altar:
El león: representa al rey, en el evangelio de Mateo Jesús se presenta como el rey.
El becerro o buey: representa el servicio, en el evangelio de Marcos Jesús se presenta como el siervo por excelencia.
Hombre: representa la humanidad de Jesús, en el evangelio de Lucas Jesús se muestra como el Hijo del hombre.
Águila: representa la divinidad de Jesús (venido del cielo), en el evangelio de Juan Jesús se revela como el Hijo de Dios, el Verbo que vino del cielo y se hizo hombre.
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Nuestra vida debe estar en función del propósito divino.
Comentario: Dios tiene planes determinados con cada uno de nosotros. Saber esto es fundamental, pues no sólo nos da una razón más para vivir, sino que dirigiremos todas nuestras fuerzas y deseos hacia aquello que Dios también desea. Es decir, estaremos caminando y mirando hacia lo que Dios está viendo.
La adoración genuina muere al ego para agradar a Dios.
Comentario: Entregar a Dios nuestra vida completamente y sin reservas, es similar al sacrificio de la tarde que se ofrecía antes de Jesús en Israel cuyo aroma a Dios agradaba. La vida de nuestro Señor Jesucristo es el mejor ejemplo al respecto. Jesús tenía muy claro su propósito en la tierra, desde su adolescencia expresó: “en los negocios de mi Padre debo estar”.
De la misma manera nosotros debemos tener plena identidad con los propósitos de Dios y caminar hacia ese destino. Por eso adorar es mucho más que cantar, es darlo todo por él y para él. La verdadera adoración no busca lo suyo propio, pues será Cristo quien resplandecerá.
Es vital vernos como el Señor nos ve.
Comentario 1: El Señor Jesús tenía clara su identidad, su origen y destino: Juan 3:13 y 17:15-18. La Escritura nos deja ver que Jesús veía las cosas con la perspectiva de su Padre celestial. Generalmente no equivocamos porque no procuramos ver como Dios ve, por ejemplo el profeta Samuel se equivocó al ver a los hijos mayores de Isaí pensando que alguno de estos era el escogido de Dios, pero el Señor había escogido al más pequeño a David.
Comentario 2: Quiero anotar aquí algo respecto a la visión del águila y de los humanos. En el ojo del ser humano en la parte central de la retina hay unos ciento cincuenta mil o doscientos mil receptores de luz. En el águila hay millón y medio de células receptoras. Por esto las aves de presa poseen la mayor agudeza visual conocida, varias veces superior a la del ser humano, aunque sus ojos sean más pequeños que los nuestros.
Con una visibilidad ideal un águila puede divisar a una pequeña liebre a más de tres kilómetros de distancia, incluso se han conocido casos cuando arremeten contra una paloma a más de 8,5 kilómetros. Sí así ve el águila, mucho más poderosa es la mirada de Dios, pues él conoce lo profundo del corazón humano y también puede él ver lo que hay delante de nuestro camino y por eso nos previene de los peligros y dolores que podemos afrontar.
Reflexión final: Permite que el Señor te hable, él no solo ha perdonado nuestros pecados, también quiere conducir tu vida y llevarte al mejor lugar que ha preparado para ti. Él quiere renovar tus fuerzas y tu visión. Eres un hijo de Dios, diseñado para alcanzar los planes divinos. La mejor adoración es cumplir con aquello para lo cual Dios te puso en la tierra.
