En este tiempo que nos ha tocado vivir vemos como las señales del fin se han estado cumpliendo ante nuestros ojos, y es preocupante que líderes religiosos cristianos no se den cuenta que estamos inmersos en una guerra espiritual que se ha acelerado, porque el Diablo, Satanás, está consciente que su tiempo está a punto de terminar, por inminente rapto de la Iglesia de Cristo.
Satanás es enemigo de Dios Padre, de Jesucristo, de los cristianos y de la Iglesia, integrada por personas arrepentidas que han puesto su fe en Cristo y han nacido de nuevo espiritualmente. En los lugares celestiales Satanás por envidia se rebelo contra Dios y fue echado a la tierra.
Al respecto, se narra en Isaías 14:12-15, “! Como caíste del cielo, oh Lucero (Lucifer), hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitaba a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantare mi trono, y en el monte del testimonio me sentare, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tu derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo”.
Mientras que en Jeremías 28:12-19, revela “Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura, de corderina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamborines y flautas estuvieron preparados para el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el monte santo de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado hasta que se hallo en ti maldad”.
Aquí en la tierra, el primer propósito de Satanás es: Hacer guerra contra los cristianos para que no alaben a Dios, y de impedirlos en servirle. Lo lleva a cabo por medio de sus agentes diabólicos, y sus adeptos que ha ganado entre los seres humanos. Intenta, y muchas veces logra infiltrar a los movimientos cristianos, con la intención de parar la obra de Dios.
Hay líderes, que ni cristianos son, que tienen a veces altos puestos en algunos movimientos, causando mucha confusión al pueblo de Dios. Por supuesto, dicen que son cristianos, sin embargo, han tomado decisiones que demuestra lo contrario. De esas iglesias, Satanás las hace iglesias apóstatas, con gente no-regenerada. Sus ceremonias consisten en pura religión fría, sin la presencia de Cristo, o del Espíritu Santo, no importando lo de su historia o pasado.
Para comprobarlo, hay iglesias evangélicas que en años pasados veían el poder y la manifestación del Espíritu Santo en cada culto. Dios obraba grandemente en las vidas de las personas, y con milagros o maravillas. Ahora no se ven éstas cosas, y se han conformado con el espíritu del mundo, prefiriendo edificios en los sectores prominentes y de más valor económico. Hablar de un culto de oración o una vigilia por toda la noche, nadie va aparecer, porque no tienen tiempo.
No cabe duda alguna, que Satanás está trabajando fuertemente para que no haya manifestaciones de Dios. Es necesario tener discernimiento de espíritu para conocer quiénes son de Dios, y quienes son de Satanás. Los infiltrados no tienen ese discernimiento de espíritu. Pueden tener muy buena psicología humana, pero en la esfera espiritual, un mero campesino puede decirle mucho más relacionado con Dios, y las cosas del poder de Dios y las manifestaciones del Espíritu Santo.
Más bien, Satanás, que hace gala de su poder, exige bastante de sus servidores, y se hacen grandes esfuerzos para llevar gente a sus reuniones. Allí sí, hay manifestaciones sobrenaturales en cada reunión, en la esfera Satánica, y de espíritus inmundos.
La presencia Satánica se siente fuertemente en cada reunión y la gente se “va loca” al ver las demostraciones que hacen a “su dios”. Ya no es una cosa oculta, sino abiertamente en público, y por la televisión hacen cosas nefastas que revuelve el estómago a una persona culta.
Ya sabemos que Satanás se agrada bastante con ese tipo de cosas, y tiene los recursos para que sean puestos por los medios de comunicación, viendo que su tiempo de salir abiertamente está a la puerta. Habrá más cosas como estas, en el futuro inmediato porque los agentes de Satanás `ya no tienen pena o vergüenza, pues lo están haciendo en pleno público, y por la televisión.
La Biblia habla en muchas ocasiones de ”demonios’’ y “espíritus inmundos”. Cristo los echó fuera de personas que estaban atormentados por ellos en algunas ocasiones durante su ministerio terrenal. Al mismo tiempo, cuando Cristo estaba para regresar al cielo, después de su resurrección, dio la autoridad a todos sus seguidores para lanzar fuera a esos demonios. Vemos en Marcos 16:15-18: ‘Y les dijo: Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; quitarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”.
Hay personas que creen que los ángeles caídos se cambiaron en demonios y los espíritus inmundos.
En cambio: Hay otras personas que creen que los ángeles caídos permanecen con su misma apariencia; y todavía más, que había otra clase de espíritus en el cielo, que se fueron con Satanás en su caída, que ahora son esos demonios y espíritus inmundos. Siendo que no hay textos bíblicos para comprobar ni una cosa, ni la otra, hay lugar para la especulación. No se hace referencia a los demonios o los espíritus inmundos como que eran ángeles caídos, puede ser que son otra raza que estaba en el cielo. Cuando lleguemos al cielo, entenderemos todos los misterios. Una cosa sabemos, que son miles de millones de esos agentes de Satanás, que están atormentando a los cuerpos de hombres y mujeres, que desean tener su liberación de esa fuerza maligna de Satanás.
Viendo el asunto en un nivel más alto y espiritual, Dios busca quienes podrán echar esos demonios afuera de sus víctimas. Cristo prometió el poder para lanzar esos espíritus fuera, a todos sus seguidores, y El lo respalda con hechos. Por supuesto es para los que aman y sirven al Señor de todo corazón, que han tenido una experiencia con Cristo en el perdón de sus pecados, andan en santidad ante Dios y con el poder del Espíritu Santo.
Ahora entendemos, como dice Efesios 6:11-12, “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”.
En estos tiempos los cristianos verdaderos tienen que mantener una lucha permanente, hasta que Cristo levante su Iglesia, contra Satanás, los ángeles caídos y sus demonios, y Pablo nos recuerda en 2 Corintios 10:3-5:, “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne. (Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,) Destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios, y cautivando todo intento a la obediencia, de Cristo”.
No podemos subestimar al enemigo, porque como dice 1 Pedro 5:8, “Sed templados, y velad, porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando á quien devorar”. Y como dice Pablo en Efesios 6:13, “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y estar firmes, habiendo acabado todo”. Y una estrategia que se nos da en Santiago 4:7: es la siguiente: “Someteos pues a Dios, resistid al diablo, y de vosotros huirá”.
En esta guerra espiritual el enemigo se camuflagea, por eso Pablo dice en 2 Corintios 11:14, “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz”. Pero Dios nos da el discernimiento, que nos permite reconocer lo bueno y lo malo, para que conozcamos a sus seguidores que se infiltran en las iglesias cristianas para que nos cuidemos.
Es de vital importancia lo que se dice en 1 Juan 5:4-5: “Porque todo aquello que es nacido de Dios vence al mundo: y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”.
Para luchar contra el enemigo de las almas, Efesios 6:11-12, dice: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires”.
Pero, queridos hermanos, no estamos desarmados, porque como dice en 2 Corintios 10:4: (Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas). Esas armas son la oración, la obediencia a su Palabra, vivir una vida de santidad y evangelizar. Y así “Pondrá Jehová a tus enemigos que se levantaren contra ti, derrota batida delante de ti: por un camino saldrán a ti, por siete caminos huirán delante de ti”, Deuteronomio 28:7.
Es importante lo que se dice en Santiago 4:8: “Allegaos a Dios, y él se allegará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos, y vosotros de doblado ánimo, purificad los corazones”.
En cuanto a nuestra victoria, dice 1 Juan 5:4: “Porque todo aquello que es nacido de Dios vence al mundo: y esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe”.
No estamos solos, Jesús está con nosotros, Hebreos 2:14: dice que “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, es a saber, al diablo.
Al respecto, el apóstol Pablo dice en Romanos 8:37-39, “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amo. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús”. Amén.