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Justicia, Misericordia y Humildad. El Camino del Hijo de Dios

La ansiedad que es consecuencia de la incertidumbre por el futuro y lo que vendrá mañana ha sido principio de tropiezos de muchos cristianos. A Dios le place que el pueblo de su Reino, que es la iglesia de Jesucristo, viva en un estado de seguridad y de confianza, no en un estado de preocupación y angustia por el mañana. Dios te dice que te ocupes primero de sus cosas que Él se ocupará de las tuyas. “Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia…” (Mt 6.33). Siempre me llamó la atención por qué Jesús habló de la justicia con relación al Reino.

Junto con su Reino (las cosas que provienen de Dios) Él nos invita a buscar también su justicia. El profeta Miqueas 6.8 nos dice: “¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios”

El apóstol Juan en su primera carta es mucho más concluyente al decir: “Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo: el que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no ama a su hermano” (1 Jn 3.10)

Para el cristiano la justicia cobra una dimensión espiritual basada en el amor: la justicia es la «acción que busca la integración de toda la comunidad humana en un complejo de relaciones donde impere el amor.» Para el mundo, la justicia tiene otras implicaciones.

Ahora bien: ¿cómo se ha revelado la justicia de Dios? El apóstol Pablo en su carta a los romanos dice: “De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: «El justo vivirá por la fe.» (Ro1.17) y agrega más tarde “Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen…sin distinción” (Ro 3.2). Justicia de Dios, es paz. El evangelio del Reino es un evangelio de paz. Dice el Apóstol Santiago que “el fruto de la justicia se siembra en paz para los que hacen la paz” (Stg 3.18).

Lo cierto es que la justicia de Dios es una señal de su amor, a la cual se llega por la fe salvadora en Cristo y cuyo fruto es la paz; entonces ¿por qué te afanas y te angustias si sabes que el Señor está en el control de tu vida? Libérate de la ansiedad. Dios tiene cuidado de ti. Recuerda que el amor es la señal del reino de Dios y de su justicia.

¡Dios te bendiga!

Fuente:
Faustino de Jesús Zamora Vargas

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