Durante su ministerio terrenal, Jesús compartió muchas palabras llenas de esperanza y consuelo, recordándonos que él es la fuente de la paz verdadea. Una de sus invitaciones más conmovedoras la encontramos en Mateo 11:28-30, donde dijo:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.”
Estas palabras nos recuerdan que en Jesús encontramos descanso para nuestras almas atribuladas. Su paz es un regalo divino que trasciende las dificultades de la vida.
Jesús también declaró en Juan 14:27-La paz os dejo, mi paz os doy. No como el mundo la da, yo os la doy. Que no se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
Este legado de paz interior es un tesoro inigualable. A diferencia de la paz efímera que el mundo ofrece, la paz de Jesús permanece firme, incluso en medio de las tormentas más intensas de la vida.Jesús nos reconforta también en Juan 16:33-Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo.
Con estas palabras, Jesús nos asegura que aunque enfrentemos dificultades, podemos encontrar paz en él, porque él ya ha triunfado sobre todas las adversidades. Al meditar en estas promesas, somos fortalecidos para enfrentar cualquier situación con fe y serenidad, sabiendo que la victoria de Jesús nos da acceso a una paz que sobrepasa todo entendimiento.
Que estas palabras nos inspiran a buscar y a disfrutar de la paz que solo Jesús puede ofrecer. Gracia y Paz