Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy nos reunimos para explorar un tema que es el pilar de nuestra fe y la esencia del amor de Dios: la redención. ¿Alguna vez han sentido que llevan una carga demasiado pesada para seguir adelante?
¿Se han encontrado en un laberinto de dudas, preguntándose si hay una salida? Todos hemos estado allí, en ese lugar de oscuridad y desesperación. Pero la buena noticia es que no estamos solos. Efesios 1:7 (NVI)
Dios ha provisto un puente que nos lleva de la oscuridad a la luz, de la esclavitud a la libertad. Ese puente es la redención a través de Jesucristo.
Ahora, permítanme guiarlos a través de este puente, explorando la necesidad de redención que todos enfrentamos, el precio inigualable que se pagó por nuestra libertad, y cómo esta redención afecta cada aspecto de nuestras vidas. Al final, descubriremos juntos que la redención no es solo un acto histórico que ocurrió en la cruz, sino una realidad viviente que podemos experimentar cada día.
LA NECESIDAD DE REDENCIÓN
Todos hemos pecado y estamos separados de Dios. Romanos 3:23 nos dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios“. Aquí vemos la necesidad de redención.
¿Alguna vez se han sentido atrapados en un ciclo de errores y pecados? Es como estar en una prisión invisible. Necesitamos ser rescatados, y eso es precisamente lo que Dios hace por nosotros.
¿Se han preguntado alguna vez cómo sería la vida si no hubiera una salida? Es una situación desesperada, pero gracias a Dios, tenemos una solución.
Imaginen estar en un pozo profundo sin forma de salir. Esa es nuestra condición sin redención. Pero Dios, en su infinita misericordia, nos tiende una cuerda. ¿La tomarán?
La redención es esa cuerda, y está al alcance de todos. En Isaías 59:1-2, se nos dice que el brazo del Señor no es corto para salvar. Dios puede alcanzarnos, sin importar cuán profundo sea el pozo en el que nos encontramos.
EL PRECIO DE LA REDENCIÓN
La redención tiene un precio, y ese precio es la sangre de Jesucristo. En 1 Pedro 1:18-19, encontramos que se nos dice que fuimos redimidos “con la sangre preciosa de Cristo”. Imaginen un rescate.
Alguien paga un precio para liberarnos. En nuestro caso, ese precio es infinitamente alto: la vida del Hijo de Dios. ¿Han pensado alguna vez en el valor de ese sacrificio? No es algo que podamos tomar a la ligera.
Es como si estuviéramos en una subasta, y el precio por nuestra libertad fuera inalcanzable. Pero entonces, Jesús entra y paga el precio completo. No con oro o plata, sino con su propia vida.
En Apocalipsis 5:9, se nos dice que Jesús nos redimió para Dios con su sangre. Es un acto de amor inimaginable, algo que solo Dios podría hacer.
JESUCRISTO: NUESTRO REDENTOR
Jesús no solo murió por nosotros; Él vive para interceder por nosotros. En Hebreos 7:25 se nos dice que Jesús siempre vive para interceder por nosotros.
¿No es maravilloso saber que tenemos un Redentor que no solo pagó el precio sino que sigue cuidando de nosotros? Es como tener un abogado que nunca descansa, siempre está a nuestro lado, defendiéndonos y guiándonos.
Imaginen un faro en medio de la tormenta. Ese faro es Jesús, nuestro Redentor. Nos guía a través de los mares agitados de la vida y nos lleva a un puerto seguro.
En Juan 10:11, Jesús se describe a sí mismo como el buen pastor que da su vida por las ovejas. Él no es un Redentor distante; es un Salvador personal que conoce cada detalle de nuestras vidas.
LA REDENCIÓN Y NUESTRA VIDA DIARIA
La redención no es solo un concepto teológico. Es una realidad que podemos vivir cada día. Efesios 1:7 nos dice que en Cristo tenemos redención y perdón de pecados. Esto significa que no estamos definidos por nuestros errores.
Somos nuevos en Cristo. ¿Cómo cambiaría su vida si realmente creyeran que son completamente amados y redimidos por Dios? Es como si las cadenas que nos ataban se rompieran, liberándonos para vivir una vida plena.
Imaginen un lienzo en blanco. Eso es lo que somos en Cristo: una nueva creación, lista para ser pintada con los colores de la gracia de Dios.
En 2 Corintios 5:17, se nos dice que si alguien está en Cristo, es una nueva creación. Las cosas viejas pasaron; todo es hecho nuevo. Es una promesa que podemos llevar en nuestro corazón cada día.
La redención es el corazón del mensaje cristiano. Dios nos ha rescatado a un alto precio y nos ofrece una nueva vida en Cristo.
Como dice 2 Corintios 5:17, si alguien está en Cristo, es una nueva creación. Así que, hermanas y hermanos, acepten esa redención hoy. Vivan en la libertad que Cristo les ofrece. No esperen más. Hoy es el día para decir su propio “Sí” a Dios y permitir que la redención obre milagros en ustedes.