
Nos recuerda que, en medio de los desafíos y temores de la vida, podemos encontrar consuelo y fortaleza en nuestra fe y confianza en Dios. Los «montes» representan las dificultades y obstáculos que enfrentamos, pero el salmista nos anima a elevar nuestros ojos hacia lo alto, reconociendo que nuestra ayuda viene de Dios, el Creador de los cielos y la tierra.
El pasaje enfatiza la vigilancia constante de Dios. Afirma que Él no se adormece ni se duerme, lo que significa que no importa cuándo o dónde enfrentemos problemas, Dios está siempre atento y listo para cuidarnos y protegernos.
La repetición del nombre «Jehová» en este pasaje subraya la confiabilidad y fidelidad de Dios como nuestro guardador y protetor. Él es como una sombra que nos acompaña constantemente, brindándonos refugio y resguardo tanto de los peligros diurnos como nocturnos.
En última instancia, el Salmo 121 nos asegura que Dios cuidará de nosotros en todo momento y de todo mal. Él guardará nuestra alma y velará por nuestra seguridad en cada paso que demos, desde el comienzo de nuestro día hasta el final de nuestras vidas.
Por lo tanto, cuando enfrentamos el miedo o la incertidumbre, podemos recordar estas palabras y encontrar consuelo en la fe en Dios, confiando en que Él es nuestro protector constante, nuestra fuente de ayuda y nuestra seguridad eterna. AMEN