Este reconocimiento de naturaleza judaica de Israel, institucionaliza la ley religiosa del Antiguo Testamento como la base de toda la legislación. Al mismo tiempo, el árabe se remueve de las lenguas oficiales del país. Para los grupos de defensa de derechos humanos, la nueva ley es racista.
Alrededor del 20% de la población de Israel se compone de árabes y por lo tanto se resiste fuertemente al proyecto.
ISRAEL.- El gabinete de gobierno israelí ha estado luchando por la aprobación de un polémico proyecto de ley desde el año pasado. La ola de violencia reciente, que para muchos es una “tercera intifada” ha mostrado las crecientes dificultades con los palestinos en el mismo territorio.
El primer ministro, Benjamin Netanyahu, sostiene que se necesita el llamado proyecto de ley de nacionalidad para establecer la naturaleza judía del Estado.
“Hay algunos que le gustaría que lo democrático prevaleciese sobre los judíos, y están los que le gustaría que prevaleciese lo judío sobre lo democrático. Los principios de la ley que se presentarán hoy, tienen ambos valores iguales, y ambos deben ser considerados en el mismo nivel”, dijo.
En la práctica, los términos propuestos definen al país como el “Estado del pueblo judío”, lo que crea dificultades para los ciudadanos israelíes que son cristianos, musulmanes y otras religiones. El proyecto acaba con la idea de “Estado laico” defendido en Occidente, pero prácticamente inexistente en los países musulmanes. Además de eso, Israel no tiene una Constitución formal, al igual que muchos países, sólo el conjunto al que se le llama “leyes básicas”.
Este reconocimiento de naturaleza judaica de Israel, institucionaliza la ley religiosa del Antiguo Testamento como la base de toda la legislación. Al mismo tiempo, el árabe se remueve de las lenguas oficiales del país. Para los grupos de defensa de derechos humanos, la nueva ley es racista. Alrededor del 20% de la población de Israel se compone de árabes y por lo tanto se resiste fuertemente al proyecto.
De ser aprobada, la ley de nacionalidad puede ser la mayor causa para la guerra en curso entre los judíos y palestinos. No hay mención de cambios con respecto a los lugares santos en disputa de Jerusalén y el Monte del Templo, donde se encuentra la mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca y el Muro de las Lamentaciones.
Entre las principales cláusulas de la nueva legislación está la valorización de los símbolos del Estado (himno, bandera), establecer a Jerusalén como su capital, el hebreo como lengua, el derecho al retorno de los judíos que viven en la diáspora, los asentamientos sólo para judíos y la adopción del calendario hebreo.
Es demasiado pronto para determinar qué cambios provocaría esta ley en la vida del pueblo de Israel. Sin embargo, para los analistas es fácil trazar un paralelo con los acontecimientos descritos en el Antiguo Testamento, cuando un rey o líder del pueblo, reafirmaba su convicción de que Jehová era el único Dios a ser adorado en la nación y sus leyes (Torá) iban a ser obedecidas.