“15 Por sueño, en visión nocturna, Cuando el sueño cae sobre los hombres, Cuando se adormecen sobre el lecho, 16 Entonces revela al oído de los hombres, Y les señala su consejo,” Job 33:15-16
Una de las maneras en que Dios habla a tu vida es a través de los sueños. No importa si son sueños mientras estás despierto o durante la noche, Dios te inspira a través de los sueños. Inspiración divina llega a través de tu capacidad de soñar. Dios comienza a meterse en tu corazón, en tu interior, en tu vida, y comienzas a recibir inspiración divina, porque se sobrepasa tu mente por un momento.
El libro de Job nos habla de los sueños que aparecen en la noche, cuando estás durmiendo. Cuando tu consciente se adormece, entonces, Dios comienza a hablar a tu vida, a inspirar tu corazón. Lo mismo sucede cuando estás despierto. Dios pone un sueño, comienza a darte una visión, una idea; te inspira a través de esas visiones, diciéndote: Puedes lograr esto, puedes alcanzar lo otro.
Cuando miramos la palabra del Señor y la trayectoria del pueblo de Dios, vemos cómo Dios fue inspirando a hombres, poco a poco, en diferentes momentos de su vida. Cuando Dios quiso construir una nación, le dio a un hombre –Abraham – una idea, un sueño de que le daría una tierra que producía leche y miel. Pero la idea de Dios no era en realidad la tierra, sino hacer una nación. Pero para hacer la nación, le hace soñar con aquella tierra. Cuando Dios quiere afirmar el corazón de Jacob, otro de los patriarcas, nos damos cuenta que, en el momento más difícil de su vida, durante la noche, durante ese momento donde su mente se puede callar, Dios le abre los cielos, y le muestra ángeles que subían y bajaban por una escalera que tocaba el cielo. Dios comienza a hablarle, a decirle: Te voy a prosperar, a bendecir. Más adelante, cuando Dios quería traer provisión y seguridad al pueblo de Israel, tiene que despertar a un joven en la noche y darle un sueño a José. Con aquel sueño, José no sabía totalmente lo que estaba recibiendo, no sabía que aquella era la manera de Dios prepararlo para llevarlo a la tierra prometida, para un día traer la provisión que necesitaban sus padres.
Entre los patriarcas, están Abraham, Isaac, Jacob y José. De estos, tres tuvieron unos sueños en particular en sus vidas, que les provocó a llevar el propósito de Dios a otra dimensión. A Jacob, en la noche, Dios le da un sueño, y le dice: Te voy a prosperar, te voy a bendecir, te voy a hacer una nación grande. A José, le despierta y le dice: Vas a ver las estrellas inclinarse delante de ti. Isaac, por alguna razón u otra, no fue un patriarca que tuviera un sueño, una visión más allá de su generación; los otros tres sí. Y esos tres –Abraham, Jacob y José – tienen algo particular en común: Sus sueños fueron complicados por la condición económica en la que vivían. Abraham, aunque salió próspero del lugar donde salió, cuando caminó por la tierra, mientras la caminaba, sufrió momentos de escasez, de dificultad; tuvo que aprender a creerle a Dios. Jacob, cuando comienza a soñar, es en el peor momento financiero; no tiene absolutamente nada, así que ungió una pequeña piedra. José, tan pronto sueña, aquel sueño lo lleva a pasar por momentos de dificultad, de esclavitud, de ser siervo, hasta que un día se completa el sueño de Dios para su vida.
Dios no puede hablar a tu espíritu, mientras tu consciente, tu mente, tu razonamiento hable más fuerte a tu corazón que Él. Dios tiene que esperar a que te detengas. Una de las cosas que más nos pasa en la iglesia, son las distracciones. Una distracción te hace perder el mensaje completo. Tu consciente tiene que detenerse por un momento para que Dios comience a inspirarte a través de los sueños.
Una de las cosas que hace que tú dejes de soñar es la falta de dinero. Hay para quienes no escasean los sueños, pero sí el dinero. Pero en realidad, lo que te falta no es dinero, sino provisión; que no es lo mismo. Y tampoco te falta provisión, lo que pasa es que no has entendido que las provisiones que Dios trae a tu vida son temporeras. Pero la verdad es que nuestra mente negativa lo que nos dice es: Tengo un sueño, pero no el dinero para hacerlo. Pero no es dinero, porque hay un montón de cosas que el dinero no puede comprar, y que tus sueños requieren más allá que el dinero.
Cuando tú tienes un sueño, lo primero que viene a tu mente cuando llegan los sueños es: ¿Cómo los vamos a pagar? ¿Cómo los vamos a cumplir? En nuestra sociedad, hay una mala información porque nos han educado a través de los tiempos de forma incorrecta. Nos hemos acostumbrado a la palabra gratis. Entonces, cuando nos enfrentamos a que los sueños cuestan, pensamos: No los puedo lograr. Porque se nos ha acostumbrado a pensar siempre en gratis o en cero.
Cuando tú tienes un sueño, te va a costar, va a costar algo, pero no siempre necesitas dinero, porque provisión no es solo dinero, sino recursos disponibles para completar el sueño. La provisión de Dios son amistades, conexiones, alguien que te abre una puerta; lo que pasa es que lo reducimos todo a dinero, cuando lo que tenemos es que aprender a depender de la provisión divina.