«»Así es, Dios actúa de esa forma una y otra vez por las personas. Él las rescata de la tumba para que disfruten de la luz de la vida.» Job 33:29-30 (NTV)
Este versículo es impactante, pues nos habla de nuestra condición antes de reconocer a Cristo como Salvador y del gran amor de Dios y Su inagotable misericordia.
Al leer esto debe nuestro corazón rebosar de agradecimiento, pues estábamos MUERTOS en delitos y pecados (Efesios 2:1). Nadie, absolutamente nadie, era bueno (Romanos 3:10). Todos estábamos condenados a pasar la eternidad alejados de Dios, pero Él nos amó desde antes de formarnos. Así que entregó lo más preciado: a ¡Su Hijo Amado! A pesar de no ser merecedores de ello, Él nos rescató y nos dio una nueva vida, Vida Eterna y abundante. Nos limpió, nos salvó, nos dio valor, identidad y ahora trabaja en nosotros para sanar nuestra alma, restaurarnos y llevarnos a nuevos niveles que nos permitan pasar la eternidad más cerca de Él.
Así que si hoy sentimos que no tenemos valor, que Dios se ha olvidado de nosotros, reflexionemos en estos versículos y podremos sentir Su inagotable amor, y no solo eso, adicionalmente junto con Su Hijo nos da todas las cosas. Esto no se limita a lo material, Dios nos da cosas que nadie puede darnos: ¡Gracia, gozo y paz en medio de la tormenta!
Oración
Amado Padre, ¡gracias por rescatar mi vida de la condenación eterna, por trasladarme de las tinieblas a Tu Luz admirable! ¡Gracias por amarme tanto y por Tu gran misericordia! ¡Gracias mi Padre de amor! ¡Amén!
