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Imagen y semejanza de Dios

Al hablar del hombre, hoy en día está la costumbre de tergiversar que sólo se habla del sexo masculino. En este sentido, existe una supremacía en esa parte de la “creación” primeramente. Y nos airamos de ser unas creaturas especiales, entendiendo vaga y absurdamente lo verdaderamente especial que fuimos, y más aún, que somos. Por ello, es necesario que se entienda bien el principio de la creación, para luego compararlo con el tiempo actual. Y es que en la era moderna, el evangelio de hoy demuestra que Dios sigue haciendo una creación efectiva para su adoración y gloria.

Para empezar, hay que definir las palabras claves de los dos versículos del evangelio de hoy. La primera, imagen. Luego, semejanza. Las siguientes dos palabras son justicia y por último, santidad.

PARA INICIAR HABLA DE LA IMAGEN.
En el hebreo, esta palabra proviene de la traducción Tzelem, lo cual traduce como copia, reflejo, imitación; sin embargo, su raíz Tzel involucra Sombra. De acuerdo con la palabra de Dios, el hombre es la imagen de Dios, pues la gran mayoría de los aspectos del ser, reflejan de una manera maravillosa la perfección y belleza divina.

ETIMOLOGÍA DE SEMEJANZA
Para semejanza, la traducción hebrea de esta palabra es Demut. Sin embargo, en algunas traducciones solo se observa un cambio de las preposiciones con respecto a la palabra imagen. En la primera se establece “con nuestra imagen” y la segunda referida a “en la imagen”. La traducción reina – Valera 1960 denota: a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza. Demut es traducido semejanza (como alguien), molde, réplica, ser o forma.

Esta palabra indica en este pasaje una semejanza concreta, es decir en atributos de integridad, algo hecho a la réplica de otra cosa. En función a ello, el ser humano es la forma de Dios por réplica de su propia esencia plural.

ETIMOLOGÍA DE JUSTICIA
La palabra Justicia se puede referir a una cualidad de actuar correctamente, o la vida que es buena, agradable y recta para Dios. Proviene del griego dikaiosune que puede significar tanto la justicia como justificación. La palabra sugiere una conformidad con la voluntad revelada de Dios en todos los aspectos. Asimismo, la palabra adquiere dos sentidos, tanto judicial como benevolente. Así, Dios declara justo al creyente en el sentido de absolverlo, dispensándole justicia.

ETIMOLOGÍA DE SANTIDAD
La palabra santidad, para la versión reina – Valera 1960 proviene del griego hagiosune. Refiere a un proceso donde se modifica las cualidades y actitudes hacia una vida santa en la conducta personal. Este es el principio que separa al creyente del resto del mundo. Un significado sería la consagración al servicio de dios, en alma, cuerpo y espíritu. Es decir, se cumple una dedicación moral y una vida establecida para la pureza. Hace que cada aspecto del carácter del ser esté sometido a la estricta supervisión de Dios y cuente además con su aprobación.

LA IMAGEN DE DIOS
En contexto, partiendo del Génesis como el origen de la creación, expresa parecidos del viejo y nuevo hombre. En el inicio, más específicamente el sexto día, Jehová, grande y todopoderoso, creó un varón y una varona (Ayuda idónea). Ni en ese ni en ningún otro momento resaltó más importancia al uno o al otro, sino que los considera como iguales. Hizo una labor completa que no nos deja duda alguna que ya Él había predestinado todos los elementos necesarios para hacer su obra perfecta.

CREACIÓN ORIGINAL
Sin embargo, en aquel momento Dios mismo, en armonía con su esencia (alma, cuerpo y espíritu) creo de la tierra al ser humano. Fue una creación original, sin precedentes, hecha en reflejo de esa esencia trinitaria. ¿Por qué decir que hemos sido un reflejo? Pues Dios mismo dijo en vers. 1:26 del Génesis: “hagamos al hombre a nuestra imagen”. Es decir, nosotros somos imagen del eterno Dios, del altísimo, y no al revés.

Pero ¿somos imagen de Dios solo en lo físico, corporal, o en otros factores que van más allá del cuerpo, de la carne? Bueno, la primera pista la da el mismo versículo del Génesis: “hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. La primera palabra, Hagamos, no hace referencia a una creación arbitraria, caprichosa o unipersonal. Todo lo contrario; fue la concepción amorosa y sublime de un ser especial, al cual le sería entregado la mayordomía de la creación. Por ello, como ser único, el hombre es espíritu, alma y cuerpo, reflejando la imagen del eterno en todas sus dimensiones de existencia.

LA MENTALIDAD DEL HOMBRE FUE CREADA EN LA RACIONALIDAD CON PROPIA VOLUNTAD
El hombre puede por sí solo razonar y elegir. Esto se traduce en la inteligencia y libertad de Dios. La moralidad de la creación es la inocencia y la bondad, que se traduce en el reflejo de la santidad de Dios. Además de estos conceptos, socialmente, el hombre fue creado para ser acompañado, tener compañerismo.

IMAGEN DE UNIDAD COMPUESTA EN ESENCIA
La segunda palabra, la partícula central del versículo es imagen. Esta palabra ha traído debate intenso durante los tiempos, pues son muchos los argumentos y razones que se dan de esta palabra. Algunos dicen que somos la imagen corporal de Dios; otros que somos la imagen en voluntad, en el llamado “libre albedrio”. Pero la verdad es que imagen es un concepto más extraordinario y concreto que debemos aprender. La imagen de Dios (el hombre), es la forma espiritual que define la interioridad del hombre. Somos, en esencia pura, la imagen de Dios.

Esta imagen no es corporal o en semejanza de forma física, sino más bien la forma espiritual, el pneuma que nos mueve. Como dice la etimología de la palabra, somos una imagen maravillosa de la perfección y belleza del creador desde el interior. Es una perfección y belleza que no pudo haberla hecho sin el toque magnifico de su poder, radicado en amor, Humildad, obediencia y Respeto.

Asimismo, esta imagen no fue unitaria, sino plural literalmente. Dios creó al hombre en compañía, en armonía familiar. Cuando el versículo del evangelio de hoy refiere hagamos al hombre a nuestra imagen, Dios utilizó la imagen de otros que estaban con Él. Se piensa en el Hijo y en el Espíritu Santo. Entonces, Dios nos creó como una unidad trina, o unidad de tres esencias. Por ello, el ser humano tiene cuerpo, alma y espíritu. Esta fue una creación buena y de manera grandiosa.

SOMOS IMAGEN Y SEMEJANZA PREDESTINADA DEL HIJO
¿Con qué finalidad creó Dios al hombre? Esta es la primera pregunta del principio del hombre como imagen de Dios. Pablo, en su carta a los romanos nos esclarece con inspiración la finalidad del hombre. Partiendo del versículo 8:29, declara que somos hechos conformes, semejantes a la imagen de su hijo, para que Jesús sea el primogénito. Es decir, el primero de todos, su hijo original con sus coherederos adoptados.

¿CÓMO SE TRANSFORMAN LA IMAGEN Y SEMEJANZA DESPUÉS DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO?
Hay que recordar que existe una transición entre esta creación perfecta y los acontecimientos hasta nuestros días. Esa creación a imagen y semejanza (la forma y su conocimiento) cayó por la tentación de querer ser “igual” a Dios. Dios nos hizo a imagen de su Hijo, con voluntad para decidir. Y el enemigo, aprovechando esta voluntad, y disfrazado de astuta serpiente, sedujo a la creación para caer.

Una vez completado toda su creación, no podía dejarla a la propia merced y dominio. Necesitó de un ser, que armonizara sus especificaciones y que se sometiera a su poder y superioridad. Asimismo, le delegó la más importante responsabilidad con dones especiales de bendición, mayordomía y fructificación. Y esto también se ve después de que la creación cayó por culpa de la tentación. Por ello, toda su palabra gira en torno a su creación más perfecta, llamada Jesús.

LA CREACIÓN EN LA ACTUALIDAD
Ahora, en la actualidad, se puede hablar de una nueva creación, una creación en Cristo Jesús y su integridad personal y espiritual. Antes de una verdadera conversión, el hombre se encuentra muerto en sus delitos y pecados. Es decir, tinieblas y desorden rodean nuestro cuerpo material.

Sabiendo a través del evangelio de hoy que somos imagen y semejanza de Dios, la creación está más activa. Pero ahora no a través de una intervención directa, sino por medio de su amado hijo, del cual somos imagen, reflejo. He aquí pasamos a tener dos naturalezas, siendo la primera, como criaturas de Dios, una creación sin una imagen o semejanza definida. La segunda, es la imagen natural que debemos seguir como hijos de Dios, la cual resulta a través del rescate de la cruz.

Por ello, Pablo en la carta a los efesios establece por inspiración la pauta de la nueva vida, la nueva creación. El versículo 4:24 de Efesios establece la imagen y semejanza del nuevo cristiano. Cuando decidimos que Dios intervenga en nuestra creación, morimos al mundo para nacer a la justicia y la santificación en la verdad. Jesús es la verdad, su vida es el reflejo perfecto de la santidad. Asimismo, es la forma en la cual nuestra vida debe estar regida en todos los aspectos, agradando a Dios.

JUSTICIA Y SANTIDAD
Una vez que el hombre adquiere la relación con su hijo, inmediatamente se relaciona con el Padre. La creación del hombre a imagen de Dios, refiere desde el principio un testimonio de su llamado. Por ello, en el evangelio de hoy ya nos había predestinado a ser de Él desde antes de la fundación del mundo.

¿En que se traducen la imagen y la semejanza del antiguo testamento? La respuesta es en la justicia y santidad en la verdad. Y la verdad es Jesucristo. Nuestra vida debe tener ese reflejo divino, moral y mentalmente, de justicia y santidad. Semejanza tenemos porque aunque nuestra carne es débil, es corruptible, es mortal, nuestro espíritu está dispuesto a cambiar totalmente. Debemos tener totalmente conformidad con la voluntad del Padre. Jesucristo es el ejemplo sabio de total conformidad con la voluntad, pues su vida fue dirigida por Dios en todo momento. Él es Dios hecho hombre.

Asimismo, la vida de Jesús es el ejemplo de consagración en las tres esencias al servicio destinado por Dios. Para nosotros, ser una nueva creatura en Dios está disponible a través de la fe en Jesús y la gracia que nos es dada. Hay que recordar que Jesús es el camino al Padre, la verdad de su palabra y fidelidad, y la vida como galardón eterno.

CONCLUSIÓN
Cuando somos cristianos, estamos revestidos del poder de Dios por el Espíritu Santo, que nos va transformando lentamente, pero dentro de nuestra vieja naturaleza. Por ello que la vieja y moribunda creación, tenebrosa y solitaria, nos quiere volver hacer caer en pecado y concupiscencias pasados, por cuanto nos tiene limitados. Pero la espiritualidad y la luz de nuestro nuevo ser resiste sobremanera volver a ceder espacio, de lo cual Dios desde la creación ya lo había dispuesto para hacer en LIBERTAD.

El ser cristiano debe dejar de seguir la ley de los miembros, romperla, despedazarla, a través de la viva imagen de Cristo. Con ello se reimprime nuevamente, con tonos vivos y claros, la ley de la mente, la ley de Jesucristo, que es la libertad plena. Porque solo en Él encontramos la valiosa oportunidad de sellar con victoria nuestra redención, nuestro rescate, que nos permitirá volver a ser una FAMILIA ESPIRITUAL.

Lo más importante es que, aunque estemos en la oscuridad, hay un sublime ESPIRITU SANTO volando encima de nosotros. Se encuentra muy cerca y esperando la orden de nuestro Creador para entrar en nuestros corazones y convertirnos a SU IMAGEN Y SEMEJANZA. Asimismo, llenarnos de LUZ Y SABIDURÍA (La verdadera sabiduría nos hace obedientes a su palabra).

El hombre no es sino un reflejo imperfecto. Con sabiduría que procede del padre, adquiere un reflejo sin mancha, la imagen de la excelencia de Dios. Cristo es ese reflejo de absoluta sabiduría, la perfecta imagen y semejanza de la gloria de Dios.

Fuente:
Pastor Reenier Gonzalo Prado

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