
Hoy más que nunca, estamos siendo llamados a una misión urgente, como lo fue en los tiempos de 2 Crónicas. Este es el momento en que los gobiernos, los líderes, las naciones, la iglesia de Jesucristo y el pueblo dominicano debemos humillarnos, convocar ayuno y oración para proteger y restaurar nuestra nación. Dios habló a Salomón con un mensaje claro y eterno, y hoy esas palabras resuenan con fuerza en nuestros corazones.
Dios le dijo a Salomón. Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, o si mandare la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si mi pueblo, sobre el cual es invocado mi nombre, se humillare y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:13-14).
Este es un llamado que trasciende el tiempo. Hoy, al igual que en aquel entonces, Dios espera que nos volvamos a Él con corazones sinceros, buscando su rostro y alejándonos de los caminos que nos han separado de Su voluntad. Él es fiel para escuchar nuestro clamor y restaurar nuestra tierra, si nos humillamos y le buscamos con todo nuestro ser.
En Juan 3-14-15, Jesús nos recuerda la importancia de volver nuestra mirada al Salvador. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.
Así como en el desierto, el pueblo encontró sanidad al mirar a la serpiente de bronce levantada por Moisés, hoy nuestra sanidad y salvación dependen de elevar nuestra fe y confianza en Cristo. Es necesario que levantemos a Jesús en nuestras vidas, en nuestras familias y en nuestra nación, para que Su luz ilumine nuestros caminos y transforme nuestras circunstancias.le