En una carta, un amigo escribió una frase que me impactó: “Si algo no puede ser hoy, eso no significa que no pueda ser mañana”. Él se refería a ciertos proyectos que habíamos planeado en conjunto que no habían podido concretarse. Muy apesadumbrado, le había escrito lamentándome del tiempo transcurrido y manifestándole toda mi frustración por no haber logrado lo que planeamos
Mi amigo estaba en lo cierto. Solo unos años después, las circunstancias fueron propicias y aunque todo no salió exactamente como lo planeamos entonces, el proyecto de marras resultó, por cierto, ¡de una manera muy exitosa! Si hoy estás leyendo este devocional es precisamente porque ese proyecto pudo cumplirse.
Por esa razón, ante cualquier situación en la vida debemos aferrarnos a la fe y a la esperanza. Lo que implica que no debemos rendirnos ante los inconvenientes y pensar que no habrá soluciones posibles a nuestros problemas, aunque esas soluciones no sean, exactamente, las que nosotros podemos vislumbrar. Nuestra condición de seres humanos, llenos de limitaciones, a veces impide que ante determinadas circunstancias no seamos capaces de ver todas las salidas o soluciones posibles.
La historia de Elías en 1 de Reyes 19 es muy interesante. El profeta, temeroso de que la reina Jezabel le buscaba para acabar de una vez con su vida, dijo a Dios: “Solo yo he quedado de tus profetas”. Es evidente que Elías estaba convencido de ello. Pero Dios tenía otros datos, por cierto, muy diferentes a los del profeta que se consideraba el único sobreviviente. Dios sabía que había muchos más, ¡exactamente siete mil! Para Elías, él era el único en Israel que no había doblado la rodilla ante los dioses falsos, para Dios, él formaba parte de una multitud. Por eso Elías también deseó morirse a la sombra de un enebro, como tú y yo hacemos cuando no contamos con las posibilidades divinas.
Pienso que muchas veces sucede igual. Tú y yo tenemos una visión tan limitada de la realidad que solo vemos una sola solución o sencillamente no vemos ninguna. Dios, desde su perspectiva, tiene otras estadísticas y otros datos, mucho más verídicos que nuestras tímidas apreciaciones. Lo que para nosotros es imposible, para él no lo es. Como nosotros no podemos mirar el futuro, es posible que a veces Dios se sonría cuando nos ve sufrir por aquellas cosas que creemos imposibles o inalcanzables.
Y puede ser que nos grite desde el cielo —aunque nos cueste trabajo escucharle por nuestros oídos sordos—: “Eh, ¿no se dan cuenta que yo soy Dios? Solo esperen y verán.
Definitivamente mi amigo tenía razón. “Si algo no puede ser hoy, eso no significa que no pueda ser mañana”.
¡Dios les bendiga!