Hace pocos días la Universidad Evangélica Dominicana decidió tener un acto honrando la bandera y la dominicanidad. Recordemos que el 27 de febrero, a pesar de todo y contra todo, la nación dominicana habrá cumplido 176 años. Ha resistido todo tipo de desmanes y de ataques y sigue de pie.
En ese acto, que se encadena con muchos otros que han sucedido en estos días, se recuerdan las gestas patrias y se hace la promesa, no siempre cumplido, de seguir el ejemplo de los padres de la patria, y tratar de defender a la patria.
Felicito a quienes llevan a cabo este tipo de actos, ya que dan a conocer lo trascendental de la dominicanidad y sólo puede defenderse lo que se conoce y lo que se quiere. Y lo mejor que podemos legarles a las futuras generaciones es que conozcan sus gestas patrias y sus héroes. Que sepan que vienen de un pasado glorioso forjado por personas que se comprometieron con los valores más puros de la humanidad y no pensaron en ellos, sino en el futuro.
Una forma de emular a los Padres de la Patria es “haciendo patria”, pero cómo se hace eso. Siendo un buen ciudadano. Educar. Vivir una vida con valores y principios. Cumplir con las leyes. Esas son cosas que podemos hacer todos los días, pero no siempre hacemos patria. Muchas veces nos preferimos salvar nosotros aunque eso signifique algún tipo de afectación a nuestros seres queridos, a nuestra familia o a la sociedad.
La patria, cosa que muchos olvidamos, no se construyó y ya. Es una construcción sociológica que es progresiva, que se va levantando día a día, sobre los sueños y esfuerzos de sus habitantes. Y es un deber generacional eterno el legar un mundo mejor a los que nos sucedan en esta tierra, y eso sólo puede hacerse empezando micro para pasar a macro. Sea luz en su familia y ayude a que su ciudad sea luz. Y esa ciudad debe ser faro para que lentamente cambie el país, y de ahí el mundo.