Uno de los problemas de nuestra sociedad es la falta de acción; y uno de los más grandes retos de la iglesia es que conocemos mucho, decimos mucho, pero hacemos poco. ¿Eres tan solo digno de que te vean, o eres digno de que te imiten?
El que la gente te esté viendo en tus redes sociales no significa que seas digno de imitar. En las redes, lo que tratamos es de demostrar lo bien que estamos, pero la pregunta no es si lo que vives es digno de ver, sino si es digno de imitar. ¿Es tu vida una digna de imitar? Pablo dijo, en 1 Corintios 11: Sed imitadores de mí, así como yo soy de Cristo. En otras palabras: No tienes a Cristo aquí para imitar, pero yo lo estoy imitando; imítame a mí. Y ese es el grado al que tú debes llegar; que tu vida sea digna de imitar. La iglesia siempre está en contra de todo y a favor de nada. Estamos en contra del matrimonio homosexual, pero la pregunta es si los matrimonios de la iglesia son dignos de imitar. En la iglesia, no vemos a los matrimonios besándose, por ejemplo. Y todo esto es importante porque tu nivel de influencia no está en lo que tú conoces, sino en lo que la gente pueda imitar.
La mayoría de la gente está en estado de inercia. Una persona que está en inercia, que no se mueve, que no hace nada, está en uno de dos estados emocionales: En un estado miserable o en uno de complacencia. Estás en un trabajo miserable y no tomas ninguna acción para cambiar tu estado. Otros están en un estado de complacencia, en el que piensan que su trabajo no es tan malo porque paga las cuentas, pero no toman ninguna acción, simplemente porque están en ese estado de complacencia. El peor de estos estados es el miserable; entendemos más al que está en un estado de complacencia. Pero nuestro enfoque debe estar en el hacer. Las últimas palabras de Cristo a sus discípulos fueron: Id y haced discípulos. Haz algo. Sal y haz algo. Muévete y haz algo.
¿Por qué la gente no toma acción? Porque tomar acción implica dos cosas: Responsabilidad y valentía. No se puede tomar acción si tú no te haces responsable de algo, y tampoco puedes tomar acción si no tienes valentía. Tomas acción porque te haces responsable de una necesidad que identificas. Tomar acción requiere de ti valentía porque al tomar acción pones en riesgo el lugar en el que estás. Pero hay quienes prefieren vivir miserablemente en un trabajo con tal de tener un mejor carro. Piensan que para tener ese carro, tienen que mantener el trabajo que les hace miserables, todo para no perder el carro que les lleva al trabajo que les hace miserables. Pero, si tú vives una vida de acción constante, podrás tener el mejor carro, sin tener la vida miserable.
La gente no toma acción porque no quieren asumir responsabilidad. Es más fácil predicar que discipular, pero Cristo discipuló más que lo que predicó. Son pocos los sermones que vemos de él, pero vemos tres años y medio de convivencia con doce hombres, enseñándoles. Discipular toma responsabilidad; es más fácil darte una palabra profética, que enseñarte y caminar contigo toda la vida. Y tienes que tener valentía porque, tan pronto tomas la decisión de tomar acción, pones en riesgo el estado en el que estás y sabes que algún problema va a surgir en el camino, vas a tener que enfrentar algún problema que para ti hoy es desconocido. Pero si tú no sales y tienes la valentía para enfrentar los problemas que vienen, los problemas van a llegar a ti comoquiera. Si tú no buscas los problemas, los problemas te encuentran a ti. No hay tal cosa como un trabajo seguro ni tal cosa como un cheque de Seguro Social seguro. Eso no existe. Hay gente batallando porque la pensión que era segura, ahora no es tan segura. Ellos no arriesgaron en una bolsa de valores; se quedaron en el trabajo en que estaban, y el problema les llegó. Así que no importa si es por miseria o por complacencia que estás en inercia, tú tienes que tomar acción y tener valentía para arriesgarte y poder llegar a ser lo que Dios quiere.
¿Por qué es importante que, como cristianos, tomemos responsabilidad y valentía, y hacer lo que Dios nos ha pedido? Porque la gente aprende primero por imitación, y después conoce. Imitación es la primera manera de aprendizaje. La iglesia tiene mucha gente con conocimiento, pero que no son dignos de imitar. Cuando un niño comienza a aprender, no sabe lo que es papá; lo dice sin conocer lo que es; tú dices papá y el niño te imita, pero el niño no sabe lo que es o lo que implica ser papá. ¿Es importante que el niño diga papá, sin saber? Sí, porque tan pronto dice papá, sin saber, identificó a alguien con quien se siente cómodo, que le protege y le cuida, pero él no conoce la implicación de lo que es ser papá, sino hasta que madura y crece, y lo que aprendió por imitación se cambia a conocimiento por consciencia. Maduras, creces y comienzas a conocer lo que implica ser papá.
En la iglesia, queremos llenar a la gente de conocimiento, en vez de darles modelos para que imiten. Pero, si tú quieres cambiar la vida de alguien, no es conocimiento primero lo que tienes que cambiarle; tienes que cambiarle el héroe a quien imita para que entonces algún día conozca. Y tú debes ser el héroe de alguien en esta tierra. Tu vida debe ser tan digna de imitar que alguien te imite a ti antes de conocer. Porque la gente aprende siempre primero por imitación antes que por conocimiento.
El problema hoy es que tenemos Inteligencia Artificial, y aunque hay una cantidad innumerable de información allá afuera, tú solo recibes en tu teléfono aquella a la que tú le has prestado atención. En otras palabras: No todo lo que tú conoces es todo lo que hay. Así que, aunque hay montón de información disponible, la información de tu teléfono es limitada. Y tú mismo te has dejado controlar porque tus acciones le han mandado información a una máquina, dejándole saber tus gustos; y la información que le llega a la gente nunca va a cambiar, si no se cambia a quién la gente imita.
Cada vez que tú te conviertes en un héroe para un grupo, siempre habrá otro grupo que quiera desacreditarte porque saben que hay gente que te va a seguir y que va a llegar algún día a conocer, simplemente por seguirte a ti. El reto de los cristianos hoy no es que la gente nos vea, sino que nos quiera imitar. ¿Tu vida es digna de imitar? ¿Tus hijos ven tu matrimonio como uno digno de imitar? ¿Eres tú el ser humano que tú quieres que tus hijos imiten? Conocimiento hay un montón allá afuera, pero pocos héroes dignos de imitar.