A lo largo de todos los escritos de esta revista, hemos visto ya varias letras que, a la manera de una semilla, han de ser sembradas en nuestra mente y corazón, todas ellas antecediendo a la letra final que viene a representar el sello de nuestra perfección en Cristo Jesús. La letra Hei es la letra número cinco de este alefato que contiene veintidós letras, el número cinco simboliza en la numerología bíblica la gracia de Dios, esa gracia que se nos traerá en la revelación de Jesucristo, la que nos perfeccionará y ayudará a alcanzar la estatura a la que de antemano fuimos predestinados, es por ello por lo que el Apóstol Pedro nos exhorta a poner toda nuestra esperanza en esta gracia que vendrá (1 Pedro 1:13).
El Salmo 119, también conocido como el capítulo más grande de la Biblia o con la mayor cantidad de textos en todo el Antiguo Testamento y los libros que conforman el mismo, es un acróstico que Dios dejó plasmado en su Palabra (no es el tema a desarrollar, pero existen quince acrósticos alrededor de todo el Antiguo Testamento en diferentes libros de la Biblia) y está conformado por las veintidós letras del alefato hebreo, comenzando desde la Álef y culminando en la Tau, como que Dios nos dejó un camino con una serie de instrucciones a seguir en este salmo a fin de llegar a la perfección en nuestras vidas. Por cada letra de este alefato hay ocho versículos, al multiplicar esto por las veintidós letras del alefato nos da ciento setenta y seis, la cantidad exacta de los versículos que conforman el Salmo 119; como bien ya se hizo mención en este artículo, el grupo número cinco que contiene ocho versículos en este salmo corresponde a la letra Hei del alefato, siendo estos ocho versículos parte del inmenso misterio de lo que Dios quiere ministrarnos a través de esta bendición. Otro punto importante que resaltar en este escrito es que la letra Hei, según eruditos y estudiosos de este alefato, viene a representar vida y bajo esta perspectiva este grupo de ocho versículos en el orden del acróstico viene a representar cómo Dios ministra vida, la vida del Espíritu a todo aquel que está dispuesto a vivir en ella.
Vivificación en los caminos del Señor
“Hei Aparta mis ojos de mirar la vanidad, y vivifícame en tus caminos” (Salmos 119:37 LBLA). A lo largo del Antiguo Testamento Dios nos deja ver que sus caminos no son nuestros caminos ni sus pensamientos son nuestros pensamientos (Isaías 55:9) y los caminos de Dios se mencionan con nombre: Camino eterno (Salmos 139:24), camino de vida (Hechos 2:28), camino de sus testimonios (Salmos 119:14), camino de verdad (Salmos 119:30), camino de sabiduría (Proverbios 4:11), camino de justicia (Proverbios 8:20), camino del entendimiento (Proverbios 20:24), camino bueno (1 Reyes 8:36), camino recto (Proverbios 16:17), camino de sus preceptos (Salmos 119:27), camino de sus mandamientos (Salmos 119:32), camino de sus estatutos (Salmos 119:14), camino del saber (Proverbios 21:16), camino de santidad (Isaías 35:8), camino de inteligencia (Isaías 40:14), camino de paz (Isaías 59:8), camino de salvación (Deuteronomio 32:15), caminos de los justos (Salmos 1:6); todos estos caminos vienen confluyendo en el único camino que es Cristo, entonces, la letra Hei viene a representar al camino (Cristo) que nos da vida y abundancia en Él (Juan 10:10, 14:6). Es interesante lo que el salmista expresa en el Salmo 119 al clamar delante de Dios: “Vivifícame”, y es porque la estatura de un viviente es algo que solamente Dios por medio de su Espíritu permite en aquellos que permanecen en Él, así como nuestro postrer Adán es el Espíritu vivificante (1 Corintios 15:45), de esta manera los suyos llegarán a ser vivificados en los caminos que confluyen en el camino de Dios al andar en él.
Vivificación a través de la justicia
“He aquí, anhelo tus preceptos; vivifícame por tu justicia” (Salmos 119:33 LBLA). Parte del proceso para la vivificación de nuestro espíritu, alma y cuerpo la encontramos en la justicia de Dios, nuestra vida ha sido justificada por la fe y con ello hoy podemos tener paz para con Dios gracias al sacrificio, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo (Romanos 5:1), ahora bien, si fuimos justificados por la fe tenemos que avanzar a practicar la justicia ya que justo solamente se le llama a aquel que practica la justicia; sin lugar a duda, la justificación que vino para nuestra vida gracias al Señor Jesucristo y su sacrificio por nosotros es el inicio de un proceso que conlleva el volvernos justos delante de Dios, pero el Señor a la vez quiere que avancemos en practicar esta justicia (1 Juan 3:7).
La Biblia nos habla de cosas que nosotros tenemos que practicar y que a la vez son justas delante de Dios, por ejemplo: Creerle a Dios (Génesis 15:6), no tratar mal a las mascotas ya sean propias o de los demás (Proverbios 12:10), hablar la verdad (Proverbios 12:17), ser ejemplo para los demás (Proverbios 12:26), aborrecer la falsedad (Proverbios 13:5), meditar al momento de responder ya que se edifica tanto con lo que se dice como con lo que no (Proverbios 15:28), andar en integridad (Proverbios 20:7), gozarse en la justicia (Proverbios 21:15) y así podríamos mencionar muchas más cosas que la Biblia nos describe como acciones justas que solo los justos del Señor practican día con día.
Amados hermanos, debemos pedirle a Dios que nos muestre sus caminos de modo que en ellos alcancemos la estatura de los vivientes que son arrebatados en los aires al encuentro con el Señor (1 Tesalonicenses 4:16-18 VMP), y que, en este proceso de vivificación, Dios nos selle la mente y el corazón día con día con toda esta ministración de gracia, vida en el Espíritu mediante la justicia del Señor y el andar en sus caminos. Que el Señor nos ayude y nos haga crecer día con día en esto. ¡Amén!