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Haz tu parte, y Dios hará la suya

Cuando el enemigo viene contra nosotros, ¡es importante que sepamos en qué consisten sus armas, y en qué consisten las nuestras! Cuando David se prepara para confrontar a Goliat, le dice: “Tú vienes contra mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel” (1 Sam 17: 45). David estaba claramente consciente de cada arma que poseía su contrincante. A la misma vez, sabía específicamente con qué él contaba, y cuál era la verdadera naturaleza de su propia armadura.

Mientras escribo estas líneas, estoy profundamente involucrado en el proceso de planificación para la construcción de un nuevo templo. Esta es una de las grandes tareas que actualmente tengo por delante como pastor, quizás el mayor reto que yo haya acometido en toda mi carrera ministerial. Se trata del proyecto más ambicioso y arriesgado que haya emprendido nuestra congregación en toda su historia. Estoy muy consciente de que construimos en uno de los tiempos de mayor crisis económica que se haya visto en muchas décadas. Como pastor, líder y administrador, tengo que medir exactamente lo que conlleva esta tarea. No puedo permitirme demasiadas inexactitudes, porque sé que el terreno financiero en que me muevo es terriblemente traicionero y peligroso, y que no perdonará aun pequeños errores.

En el curso de planificar, he retenido los servicios de consultores financieros cristianos que me han dado asesoramiento sobrio y preciso. Hemos elaborado una detallada estrategia para negociar con los bancos y poder presentarles clara y ventajosamente nuestras finanzas. He tenido que identificar los diferentes aspectos de este proceso: Está el financiamiento multimillonario que necesitamos recibir de parte de un banco; está la campaña financiera que necesita recaudar una suma millonaria de parte de la congregación, la cual hemos estado planificando durante meses. Tenemos que lidiar con la contratación de una compañía de construcción adecuada para nuestras necesidades, que sea capaz de operar dentro de la metodología que queremos emplear. Dada la grave situación financiera que atraviesa la nación, y aun el mundo entero, estoy muy consciente del estado emocional de mi congregación, y sé que debo dirigirme a sus preocupaciones muy legítimas en una forma que dirija su mirada hacia el Dios Todopoderoso que no conoce de escasez o recesiones económicas, y que les inspire suficiente confianza como para dar en una forma atrevida y generosa.

En resumen, tengo que ser extremadamente lúcido y detallista. A la misma vez que opero desde una postura de fe, tengo que poner suma atención a los detalles. No puedo permitirme el lujo de ser descuidado o superficial en mi proceso de planificación.

Dios nos promete sabiduría y dirección en las batallas de la vida. Pero también desea que desarrollemos entendimiento y sentido común por medio del estudio de su Palabra. Él jamás nos sustituye completamente, sino que se complace en trabajar junto con nosotros, y al lado de nosotros. Quiere hijos esforzados y valientes, que lo glorifiquen con su comportamiento diligente y sobrio.

Dios es honrado cuando sus hijos emplean la sabiduría que Él ha instalado dentro de ellos y analizan sabiamente los retos que confrontan cada día. El poder de Dios, unido al entendimiento y el esfuerzo de un hombre o una mujer saturados de los principios de Su Palabra, serán más que suficientes para proveer la victoria en cualquier dilema que podamos confrontar.

Fuente:
Apóstol Roberto Miranda

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