Articulos

Hay preguntas que pesan más que cualquier silencio

Hay preguntas que pesan más que cualquier silencio.
Una de ellas es esta:
“¿Y ahora… ¿por dónde empiezo?”

La hacemos cuando ya lo perdimos todo.
Cuando se fue lo que se tenía que ir.
Cuando, aunque podríamos darle muchos nombres —divorcio, duelo, fracaso, abandono—
lo que permanece es el vacío.

Muchas crecimos con la idea de que las historias terminaban en
“felices para siempre” o “hasta que la muerte nos separe”.
Pero la vida real no siempre se ajusta a esas frases.
A veces lo que soñaste que duraría toda la vida, termina mucho antes de lo que imaginabas.

Y en ese momento, el corazón grita:
¿qué hago con estos pedazos?
¿cómo se vuelve a empezar cuando ya no queda nada igual?

Porque la verdad es esta: en cada decepción, en cada fracaso, en cada abandono,
pareciera que un pedazo de nosotras quedó tirado en el camino.
Y ahora, cuando te miras al espejo, ya no ves a la mujer que solías ser…
solo fragmentos, retazos, recuerdos de lo que fuiste alguna vez.

Quiero decirte algo que quizá nunca te dijeron:
no se trata de buscar culpables.
Jesús no se dedicaba a señalar el error.
Jesús se inclinaba a recoger lo roto.
A sanar lo que estaba quebrado.
A armar de nuevo la vasija en las manos del Alfarero.

Y lo mismo quiere hacer contigo.

No importa si lo que perdiste fue un matrimonio, un sueño, un trabajo o una temporada entera.
Dios no solo quiere restaurar lo que se quebró…
Él quiere reivindicar lo que se ha sentido incompleto en tu vida.
Él quiere que vuelvas a florecer.

La Biblia lo promete:
“He aquí yo hago nuevas todas las cosas.” — Apocalipsis 21:5

La transformación no empieza afuera.
No empieza cuando otros cambian.
Empieza contigo.
Con tu corazón.
Con tu decisión de regresar a las manos de Aquel que te creó,
porque solo Él sabe cómo volver a poner en su lugar
todos esos pedazos que dejaste en el camino.
Él no quiere que vivas recogiendo retazos para sobrevivir,
sino que vuelvas a ser completa, plena y llena de Su vida.

Quiero orar por ti.
Señor, hoy oro por cada mujer que se siente perdida en el “y ahora qué”.
Por aquella que perdió lo que pensaba que sería eterno,
que recoge pedazos con lágrimas y que no sabe cómo volver a empezar.
Abrázala en su desierto.
Recuérdale que no está sola.
Haz que su corazón vuelva a latir con esperanza,
y muéstrale que en Ti, aún lo roto puede transformarse en una obra hermosa.
Amén.

Querida mujer, esa pregunta que tanto te atormenta —“¿y ahora por dónde empiezo?”
no necesita más silencio.
La respuesta está en volver a las manos de Aquel que conoce cada pedazo de ti
y sabe cómo hacerte completa otra vez.

Fuente:
Magie de Cano

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba