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En el monte de la transfiguración, aparecen Moisés y Elías. Y, ¿qué dice Pedro? Quedémonos aquí. Porque Moisés y Elías les daban a ellos una seguridad; representaban las normas que conocían, aquello en lo que habían basado todo lo que habían hecho. Pero lo nuevo que Dios tiene para ti tiene que sacar a Moisés, a Elías. Cuando Dios saca a Moisés y a Elías, no ha sacado lo que Él te prometió. Lo que Él te prometió se va a cumplir por encima de quien esté o no al lado tuyo. Dios no va a depender de quien te va a dar la mano hoy. Dios no necesita de nadie para darte lo que Él te dijo que te va a dar.
Moisés se fue, Elías se fue, hay gente que ha salido de tu vida, pero los planes y el propósito de Dios para tu vida no han dejado de ser. Prepárate porque hay algo más grande, algo nuevo que viene para tu vida, y no depende de las cosas que han desaparecido. Dios va a traer gente nueva a tu vida, viene una nueva temporada para ti, no todo está perdido. La casa, la familia que Dios dijo que te iba a dar, te los va a dar comoquiera. No te amarres a la gente que se va, a la gente que Dios sacó, a las cosas que se fueron. Y, si haces planes hoy basado en lo nuevo que tienes, tienes que saber que, dentro de un tiempo, no va a estar. Pero tú no dependes de ninguna de esas cosas, tú dependes del Dios al que tú le sirves. Levántate y créele a Dios porque, a pesar de quien se fue, lo que Él te prometió se va a cumplir comoquiera.
Para una vida que no se conmueve fácilmente, que no se estremece, cuando alguien se vaya, llora, y sécate las lágrimas y sigue hacia adelante.
“ Y nunca después vio Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl; y Jehová se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel.” 1 Samuel 15:35
Saúl es ungido por Samuel para que sea rey de Israel, no porque fuera el rey que Dios quería, sino el que el pueblo quería. Y Dios le da permiso a Samuel para que lo unja. Pero un día, de un momento a otro, Dios desecha a Saúl. Y ahora Samuel comienza a llorar. Dios lo sacó de su vida, no lo volvió a ver nunca más. ¿Por qué lloraba Samuel? ¿Por la pérdida de Saúl? No. Cuando Dios le dice que iba a ungir al próximo rey de Israel, Samuel se había hecho unas expectativas basadas en quien era Saúl, que era el más alto de la ciudad. Así que Samuel pensó que aquel sería el hombre que lideraría aquel reino para Dios, formó en su mente unas expectativas del reino que tendrían. Cuando ya Saúl no está, en la mente de Samuel se desvanece el reino que él había creado en su mente por el rey que él había ungido. Por eso llora. Y quizás tú, hoy, estás llorando, lamentándote por el que se fue. Pero prepárate para la nueva gente que Dios va a traer a tu vida. Deja de estar mirando el pasado, el ayer. Lo que Dios te prometió va por encima de quien se queda y de quien se va; por encima de lo que se fue y de lo que se queda.
El problema más grande del pueblo de Israel en aquel momento no era que Saúl hubiera sido desechado por Dios, sino que el profeta estaba llorando. De la misma manera, el problema más grande que tú tienes no es la casa que se perdió, sino que sigas llorando que la perdiste. El problema más grande no es que alguien se fue de tu vida, sino que tú sigues llorando a quien se fue. El problema lo tiene Dios contigo porque tú eres quien debería estar estableciendo la visión de lo que Él va a hacer en tu vida, sabiendo que tu vida no depende de nada más.
El problema del pueblo de Israel no es que Saúl ya no fuera rey, sino que el hombre con el que Dios podía contar para traer lo nuevo, estaba llorando.
“Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.” 1 Samuel 16:1
Dios te dice hoy: ¿Hasta cuándo tú vas a seguir llorando? ¿Hasta cuándo vas a llorar la casa que perdiste? ¿Hasta cuándo vas a mirar las fotos del pasado? Mira los planes de lo nuevo que Dios quiere hacer. Sécate las lágrimas y vive los buenos momentos que Dios trae a tu vida.
El problema que tienes hoy no es el que se fue o lo que se perdió. Tu problema es que sigues llorando por algo que Dios dice que ya no sirve. Lo que Él te prometió no depende de quien se fue ni de lo que se perdió, así que levántate y coge tu cuerno de aceite porque Dios te va a llevar para que unjas lo nuevo y permanente que Él tiene para tu vida.
Lo grande es que Dios le dice: Usa un cuerno. La diferencia es que, cuando ungieron a Saúl, lo ungieron con una redoma, una vasija, algo creado por el hombre. Pero, para usar un cuerno, tienen que sacrificar un animal. Esa es la diferencia entre la unción de Saúl y la de David. Saúl desapareció rápidamente; David y su reinado fueron permanentes porque venía de aceite y de sacrificio. Lo que se fue en tu vida había sido hecho con cosas humanas, pero lo nuevo que Dios te va a dar viene por consecuencia del sacrificio que has tenido que hacer, y va a ser mejor.
Deja de estar llorando. ¿Hasta cuándo vas a llorar? Hasta hoy. Al que se fue, ¿hasta cuándo lo vas a llorar? Hasta hoy. Los planes que tenías, ¿hasta cuándo los vas a llorar? Hasta hoy. Porque las promesas de Dios siguen siendo las mismas, esté quién esté. Nadie más que Dios se va a llevar la gloria. Tú le has creído a Dios, y Él va a suplir. Algo mejor viene para tu vida.