Desde lejos el Señor se le apareció, y le dijo: Con amor eterno te he amado; por eso te sigo mostrando mi fidelidad.
Jeremías 31-3 “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Juan 13-1
Hay amores que se apagan con el tiempo, promesas que se diluyen con la distancia, y palabras que el viento se lleva.
Pero hay un amor que vino de lejos que atravesó el silencio del cielo, descendió al polvo de la tierra y se vistió de carne para redimirnos. Ese amor tiene nombre: Jesús.
Desde la eternidad Él ya había decidido amarte. Su mirada te alcanza antes de que supieras Su nombre, y Su corazón ya latía por ti antes de que dieras tu primer paso.
Cuando el mundo giraba sin rumbo, el Amor vino caminando hacia nosotros no con espada, sino con gracia; no con condena, sino con redención.
En cada herida de la cruz está escrita una palabra. te amo.
Y ese “te amo” no termina en el Calvario, sino que resucita cada mañana cuando Su misericordia se renueva sobre ti.
Él no se detuvo ante el rechazo, ni ante la traición, ni ante la muerte. Porque el amor verdadero no retrocede: va hasta el fin.
Hoy, el mismo Jesús sigue viniendo de lejos no en cuerpo, sino en Espíritu. Llega hasta los lugares donde creías que ya no había esperanza, y susurra en tu alma.
Te amé antes de que me conocieras. Y no descansaré hasta verte redimido.
Oración.
Señor Jesús, gracias por el amor que no se cansa, que me busca y me levanta. Enséñame a amarte con la misma entrega con que Tú me amaste. Que mi vida sea testimonio de Tu fidelidad eterna.En el nombre de Jesús.
El Amor que vino de lejos aún camina entre nosotros, y donde hay un corazón que lo espera, Él vuelve a redimirse hasta el fin. Amén.