Una poderosa expresión: ¿Hasta cuándo? Lo importante de esta frase es la referencia cuantitativa en relación al tiempo; hasta cuándo vas a claudicar entre dos pensamientos; hasta cuándo vas a vivir de esa manera. Viendo todo lo que Dios está haciendo, cómo está obrando, cómo está trabajando en tu vida; hasta cuándo vas a vivir de esa manera, hasta cuándo vas a seguir pensando de esa forma. Esa es la frustración de muchos padres con sus hijos; los ven, y se preguntan: ¿hasta cuándo? ¿Cuándo vas a aprender, cuándo vas a hacer lo que tienes que hacer? El amor del padre y de la madre hacen que sigan luchando, amando, queriendo, pero se preguntan ¿hasta cuándo?. Es frustrante.
El hijo pródigo recibe la herencia, se va y la desperdicia, y termina comiendo con los cerdos. Y dice la palabra: y volviendo en sí… Esto fue luego de haber pasado un tiempo. Lo grande no es que haya vuelto en sí. La pregunta es cuánto tiempo habrá tomado para que volviera en sí. Y la pregunta para ti hoy es qué va a tomar en esta vida para que tú despiertes. A qué punto tú tienes que llegar para que despiertes y tomes una decisión. Hasta qué punto tienes que llegar, qué experiencia tienes que enfrentar.
Puede haber frustración en tu vida cuando quieres que la gente cambie, pero tú tienes que entender que hay gente que nunca va a cambiar, simplemente porque no quieren cambiar. Hay gente que siempre estará abajo porque deciden estar abajo, y por más que tú quieras ayudarlo, mientras ellos no decidan cambiar, nunca saldrán de la situación en la que se encuentran. Hay gente en nuestra sociedad que quisiéramos que prosperara, pero la verdad es que hay gente a la que no le interesa. No quieren. No les interesa cambiar, no les interesa dejar de comer con los cerdos, están acostumbrados. Y lo único que tú puedes hacer es ayudarlos para evitarles un poco de sufrimiento y miseria, pero cambiarlos no puedes porque nadie puede cambiar porque otro decida por ellos que deben cambiar. Tiene que haber un día donde tú digas: hasta aquí, yo tengo que despertar.
Todo el mundo tiene que, un día, tener una experiencia del monte Carmelo, donde despiertan y entienden que tienen que escoger, que tienen las opciones a su alcance. La pregunta es: ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo vamos a vivir en esto? ¿Hasta cuándo vamos a pensar así?
Todos seremos confrontados en algún momento. La vida nos va a confrontar. Y tú tienes que aceptar ese momento de confrontación, como un momento de transformación en tu vida.
El pueblo se encontraba en un momento donde llevaban tres años y medio de sequía. Ya Dios había demostrado su poder. Y ahora el profeta les está diciendo: hasta cuándo van a seguir pensando así? La versión en inglés dice: how long will you be limping between two opinions? ¿Hasta cuándo vas a estar cojeando entre dos opiniones? Lo que el profeta está diciendo es: el pueblo tiene incapacidad de moverse porque no acaba de decidir. Y tú, en tu vida, hasta que no tomes decisiones firmes, siempre estarás cojeando. Llegó el momento en que tienes que ser confrontado.
“22 Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres. 23 Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo. 24 Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho.” 1 Reyes 18:22-24
Al pueblo le gustó el reto. Al principio, cuando el profeta dijo: vamos a escoger; nadie respondió nada. Querían una muestra más.
“25 Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo. 26 Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho.” 1 Reyes 18:25-26
Si Baal nunca respondía, ¿por qué la gente servía a Baal? ¿Por qué la gente sirve a cosas que no dan resultado? ¿Por qué la gente sirve a dioses que no dan resultado? Porque son entretenidos. En la iglesia, hay un montón de gente entretenida, bailando alrededor del altar. En la iglesia, tenemos todo tipo de entretenimiento. Uno de los retos de la iglesia hoy es ser lo suficientemente entretenida como para atraer a más gente. A la gente le fascina el entretenimiento cristiano. Es entretenido cantar y danzar. Esta gente estaba allí gritando y gritando; como los gritos no funcionaron, bailaron. Así hay gente bailando en la iglesia, y cuando salen de la iglesia, no hay resultado; sus vidas siguen iguales. Para algunos, nuestros cultos no son ungidos, porque ungido sería que les dé escalofríos, que esto sea divertido, que tú sientas. Pero, ¿de qué te vale sentir aquí, y afuera vivir una vida mediocre? ¿De qué te vale sentir en la iglesia, y que no haya resultados? ¿De qué te vale gritar y gritar?
Lo curioso es que, del otro lado, había un hombre que no estaba haciendo nada más que mirarlos y burlarse de ellos; diciendo: ¡qué ridículos! Pero ¿por qué Elías podía hacer eso? Porque Elías había decidido a quién servir. Solo los decididos pueden vivir una vida firme, sin claudicar ante la locura del mundo.
A la gente le llama la atención todas estas cosas, el entretenimiento, la emoción. Queremos que el altar sea emocionante. El trabajo más grande de nuestra iglesia no es construir templos. Ya Dios nos dio templos grandes en Puerto Rico, ya hemos demostrado que lo podemos hacer; eso tuvo su época. Hoy, el trabajo más grande no es construir templos; los templos no son más que instrumentos para construir gente. Como una familia necesita un hogar donde vivir -y mientras más grande la familia, más cómodo tiene que ser, mejor tiene que ser; y mientras mejor pueda ser el ambiente en tu casa, mejor – pero una casa, un edificio no es un hogar. Un edificio es donde tú construyes un hogar, y tú puedes construir un hogar en una casa de un cuarto. El día que puedas tener dos, los puedes tener; el día que puedas tener tres, los tienes; gloria a Dios por eso. Pero no es el edificio quien hace el hogar, sino la gente que lo ocupa.
Dios, en esta época, lo que está no es construyendo templos. Los edificios no son más que instrumentos a través de los cuales podremos construir gente, podremos levantar gente.
Y Dios lo que está levantando en esta generación es gente como Daniel, como Sadrac, Mesac y Abed-nego, gente como Nehemías, como José, que Dios va a poner dentro del gobierno, gente que Él va a posicionar. Dios está levantando gente como Ester; va a coger a esas muchachitas huérfanas y las va a comenzar a preparar, a enseñar. A Ester no la prepararon en teología, sino en cómo caminar, en cómo comer, en cómo hablar, para que llegara a ser la reina, para que algún día estuviera en la recámara del rey y pudiera hablarle al rey y salvar a todo el pueblo de Israel.
Lo más grande que Dios está construyendo es gente decidida en este tiempo, que mientras otros están allá afuera entretenidos, tú te estás preguntando: ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo van a seguir con lo mismo? ¿Hasta cuándo van a madurar? Lamentablemente, a la gente no le gusta el monte Carmelo por eso. Predican que fuego cayó del cielo porque queremos ver la manifestación de Dios, pero Dios lo que quiere ver es la decisión tuya.
Tú quieres ver la manifestación de Dios, pero la razón por la que Dios se manifiesta es para que tú decidas a quién vas a servir.