¿Qué experiencias puede una mujer tener en su vida que la lleve a perder su valor? ¿Qué cosas le hacen vivir menospreciándose, con baja autoestima? Hay muchos puntos que pueden llevarnos a ese punto en nuestra vida. Un fracaso personal o uno cercano a nosotros, en algún área de nuestra familia; Un fracaso personal, como un divorcio, un negocio, la pérdida de un empleo, una situación con los hijos, una situación en el matrimonio. Cuando hay un fracaso, muchas veces la mujer carga con la culpa de ese fracaso. Cuando hay un fracaso matrimonial, lamentablemente, en el contexto de muchas de nuestras culturas, generalmente, la culpa se inflige sobre la mujer. En las culturas donde nos desarrollamos los latinoamericanos, muchas veces, la culpa cae sobre la mujer. Así que, una de las experiencias que nos llevan a perder el valor son los fracasos y cómo nosotros recibimos el impacto de esos fracasos que, en su mayoría, los recibimos sintiendo una culpa absoluta y una completa responsabilidad. Hay otras áreas en la vida de la mujer, como nuestra relación con nuestros cuerpos, y toda la gama de expresiones que hay en cuanto al cuerpo de la mujer, también nos devalúa: Si somos muy altas o muy bajitas, muy gorditas o muy flaquitas; El descontento que hay con nuestro cuerpo, sobre todo hoy con las redes sociales, donde se manipulan las fotos. El compararnos, esa impresión en nuestra mente de cómo debemos ser, es otra área donde hay mucho desvalor en la mujer, y también en la parte sexual, tanto en las experiencias, como en el valor que damos solamente porque somos mujeres. Muchas veces, hemos sido educadas como que nuestro valor está debajo que el del hombre.
Una cosa es cuando tenemos una experiencia negativa y podemos reconocer nuestra responsabilidad, otra, cuando esa responsabilidad la convertimos en culpa y vergüenza. Cuando venimos al Señor, tenemos que entender que Él perdonó todos nuestros pecados. A veces, se nos hace fácil recibir el perdón de parte del Señor, pero no necesariamente perdonarnos a nosotros mismos. El perdón no solamente viene de parte del Señor y de aquellos a nuestro alrededor, sino también de nosotros mismos. Y muchas veces, otros han perdonado nuestras ofensas y aquellas áreas en nuestra vida donde nos hayamos quedado cortos, pero nosotros no podemos recibir ese perdón porque no nos hemos perdonado a nosotros mismos. Si no has sido diligente en cualquier área de tu vida, necesitas un encuentro contigo misma, delante del Señor, para poder moverte hacia adelante. Hay tantas áreas, la sexual, la física, donde la mujer carga tanta vergüenza, que tenemos que enfrentarnos a nosotras mismas y entender que nuestro valor viene de nuestra relación con el Señor, y de cómo nos tratamos a nosotras mismas.
El libro Mujer, Valórate enfrenta a la mujer que lo lee con esas cargas emocionales que llevamos todos los días de nuestra vida, y que crean raíces de amargura y desvalor que no necesitamos tener. A todos nos llega ese momento o evento en la vida, donde decimos: Hasta aquí. Puede ser a través de un divorcio, de un fracaso profesional, y en ocasiones sentimos que es en ese momento donde perdemos valor; Sin embargo, muchas veces llevamos tiempo pasando por situación tras situación, experimentando pequeños derrumbes, pero tapamos esos momentos de dolor, esas experiencias, sin entender lo que están causando y hasta dónde nos van a llevar. Todo se estaba derrumbando ya poco a poco, y tenemos que aprender a identificarlo y darnos el valor que tenemos para no llegar al punto culminante donde sentimos que ya no hay nada que podamos hacer. Reconoce esas experiencias, ponles fin a ellas, perdona a quien tengas que perdonar, y sigue hacia adelante. Cuando entiendes esto y, como mujer, te valoras, entonces puedes entrar en la fase de hacer esas cosas que anhela tu corazón, las cosas que has soñado hacer. Y una de las cosas que muchas han soñado es emprender, especialmente aquellas que son parte del grupo de Los 400. Tú vales, tu contribución vale, lo que tú vas a hacer es importante para alguien; Alguien necesita que tú des ese paso de fe y que emprendas para que también su vida se pueda alinear con los sueños de Dios.
Para emprender de la manera correcta, no hay otra manera de hacerlo que no sea restaurando tu valor. Tienes que comenzar con el contexto y punto de partida correcto, donde te valoras a ti mismo y crees en ti mismo. Por supuesto, creemos a través de Dios que es quien nos fortalece, nos motiva, pone sueños en nosotros; Pero tiene que llegar ese punto donde tú puedas creer en tu aportación, en tu inteligencia, en que tus experiencias te van a permitir hacer las cosas de manera que tú también puedas bendecir a otros.
Hay muchas áreas de las que podemos hablar, pero no podemos comenzar a trabajar con ninguna de ellas, si no te valoras. Tú necesitas entender cuán valiosa eres en tu familia, en tu ciudad, en tu iglesia, en tu país. Eres mujer que vale, y todo lo que Dios ponga en tu mano, va a ser de valor.
Tú necesitas conocer la definición que Dios da a la mujer para encontrar tu valor. Dios nos da muchos ejemplos de mujeres que valen. Pero con todos los elementos que encontramos fuera, la definición de nuestro valor está en nosotras mismas, de lo que somos, lo que podemos alcanzar, el propósito que Dios ha puesto sobre cada una de nosotras, y cómo tenemos que hacerlo para nosotras mismas.