Cuando Cristo nos llama, muchas veces no entendemos qué es lo que está pasando, tendemos a pensar en que es solo un impulso que Dios nos pone para seguirle, pero creemos que es algo igual a nuestro mundo secular, que empezamos algo y pronto lo dejamos porque nos aburre, o porque no es de nuestro agrado, y cambiamos de rumbo para empezar algo nuevo, algo que nos da una emoción diferente.
Pero hoy veremos en qué consiste el llamado de Cristo.
Cuando me inicié en el cristianismo, cuando recibí a Cristo de corazón; empecé a leer la Biblia y a comprenderla como el libro más claro del mundo. Ya antes había recibido a Cristo, pero no creía en Dios Padre, me era bien difícil aceptar su existencia porque yo venía de ser un ateo consumado, influido por la ciencia, y el pensamiento filosófico de la modernidad de Marx, Engels, Hegel y otros. En el primer año leí toda la Biblia y no la pude comprender porque parecía que estaba escrita en chino para mí.
Pero pronto, al convertirse de corazón, me entró el deseo de leer la Palabra de 3 a 7 horas diarias, y enseñar a otros de las abundantes fuentes de aguas viva que encontraba en sus palabras, y fue entonces que recibí el primer llamado a servirle a Dios, pero tristemente no lo comprendí y lo rehusé. Varios años después volví a recibir el llamado viviendo en Canadá, y lo volví a rechazar. No comprendía lo que Dios quería de mí.
A muchos quizás les ha pasado lo mismo que a mí, no logramos discernir el propósito de Dios en nuestras vidas. Hoy, que ya soy mayor, trabajo a tiempo completo sirviendo al Señor, y comprendo que no es fácil, tenemos que seguirlo y servirle aún en medio del cansancio, de la enfermedad, de las diferentes crisis, muchas veces sin ningún sueldo. Así que hoy comprendo lo que dice el Señor Jesucristo cuando dice:
Cuando Cristo te llama
Lucas 9:57-62
Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.
Aquí tenemos tres personas que le dicen a Jesús que le seguirán:
El 1º. V. 57 “Te seguiré adondequiera que vayas”
Aquí hay uno que se presenta para seguir a Cristo, pero parece haberse apresurado y precipitado sin calcular el costo. Si queremos seguir a Cristo, debemos dejar de lado los pensamientos de grandes cosas del mundo.
El Señor le da una respuesta diciéndole que no espere nada, que no hay ganancia económica al seguirlo. La respuesta del Señor es clara, le dice que ni Él tiene nada material, ni siquiera dónde recostar la cabeza. Y esto es cierto, el Señor se quedaba en cualquier lugar, algunas veces en la casa de Pedro o en la casa de Lázaro, no tenía un lugar definido donde vivir. Su ministerio era servir donde la gente lo necesitara, por eso aparece en los Evangelios predicando en los montes, a la orilla del mar, en los caminos, en una barca, caminó Samaria, etc.
Por eso no tratemos de hacer profesión de cristianismo cuando andamos en busca de ventajas mundanas o monetarias, los que creen que serán hombres prósperos o lo hacen con este propósito sus ministerios no son aprobados por Dios.
V. 59 Al otro el Señor le dice “Sígueme”
Tenemos otro que parece resuelto a seguir a Cristo, pero pide una corta postergación. Cristo le dio primero a este hombre el llamamiento; le dijo: Sígueme. La religión nos enseña a ser benignos y misericordiosos, a mostrar piedad en casa y respetar a nuestros padres, pero no debemos convertirlos en disculpa para descuidar nuestros deberes en nuestro ministerio al servicio del Señor.
La respuesta del Señor nos enseña mucho: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios”.
Esta respuesta es muy importante, cuando Cristo nos llama, es porque Él nos ha escogido para que le sirvamos predicando la Palabra, anunciando el reino de Dios. Esta es una orden, Él quiere que cumplamos la Gran Comisión (Mt 28:19-20).
Cristo nos ha escogido desde antes de la fundación del mundo (Ro. 8:29-30) “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
Los llamados somos especiales, pues como vemos en estos versículos, dice que ya nos conocía, que nos había ya predestinado para ser conforme a la imagen de su Hijo, nos dice que ya nos había predestinado, por eso nos llamó, que nos justifico y vamos ser glorificados.
La excusa que le da esta segunda persona, Jesús la desecha, diciendo: “Deja que los muertos entierren a sus muertos” porque realmente el que no tiene a Cristo en su vida está muerto espiritualmente.
V. 61 “Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa”
Aquí hay otro dispuesto a seguir a Cristo, pero pide tiempo para hablar con sus amigos al respecto, poner orden en sus asuntos domésticos, y dar órdenes al respecto. Parecía tener más preocupaciones del mundo en su corazón de lo que debiera, y estaba dispuesto a acceder a la tentación que lo alejaría de su propósito de seguir a Cristo. Nadie puede hacer algo en debida forma si está atendiendo a otras cosas. Los que entran en la obra de Dios deben estar dispuestos a seguir o de nada servirán. Mirar atrás conduce a retractarse, y echarse atrás es la perdición.
II. Jesús no quiere farsantes interesados en gloria personal, Él no nos promete nada material, Mateo 8:19-20
Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo:
Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza.
Cuando este escriba ofreció seguir a Cristo, se podría pensar que Jesús debió sentirse animado; un escriba podía dar más crédito y servicio que doce pescadores; pero Cristo vio su corazón, y respondió a sus pensamientos, y, enseña a todos cómo ir a Cristo.
Su resolución parece surgir de un principio mundano y codicioso; por eso Cristo le dice que no tenía dónde reclinar su cabeza, y si él lo seguía, no debía esperar que le fuera mejor. Si Jesús, siendo Dios en la tierra renunció a todo privilegio para llevar a cabo su ministerio, Él espera algo igual de nosotros. A Jesús no le interesan personas ambiciosas (Aclaración: Que se comporten de esa manera en su ministerio, el puede llamar a quien el quiera como fue el caso de Mateo que era un recaudador de impuestos).
El nos dice:
Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Mr 8:34
III. El Señor nos ha llamado a servir porque la mies es mucha.
Lucas 10:1-11
Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludáis por el camino. En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros.
Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa. En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios. Más en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, saliendo por sus calles, decid: Aun el polvo de vuestra ciudad, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos contra vosotros. Pero esto sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros.
Cristo envió a los setenta discípulos, en parejas, para que se fortaleciera y se estimularon mutuamente. El ministerio del evangelio pide a los hombres que reciban a Cristo como Príncipe y Salvador; y seguramente Él irá en el poder de su Espíritu a todos los lugares donde manda a sus siervos fieles; pero la condena de los que reciben en vano la gracia de Dios será temible.
Nos hace hincapié que nos manda como corderos en medio de lobos. Esto nos dice que el trabajo no será fácil, al contrario, que será difícil. Que vamos a sufrir de muchas formas, escasez, ataques, vituperios, rechazo de las personas, dolor físico, etc. Pero que tenemos que servir, viviendo de lo que nos den (Aclaración: Lo que Dios tenga preparado para sus obreros, pues el obrero es digno de su salario.
Hermanos, este es el llamado de Cristo a sus obreros.
Amigo que lee este sermón, si usted todavía no tiene a Cristo en su corazón, este es el momento de hacerlo el Señor de su vida. Haga esta pequeña oración invitándolo a que Él sea el Señor de su vida:
Señor Jesús, yo te recibo hoy como mi único Salvador personal; creo que eres Dios, que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste al tercer día. Me arrepiento, soy pecador. Perdóname Señor. Gracias al Padre por enviar al Hijo a morir en mi lugar. Gracias Jesús, por salvar mi alma hoy. En Cristo Jesús mi Salvador. Amén