2 Crónicas 29 nos cuenta, acerca de Ezequías: 3 En el primer año de su reinado, en el mes primero, abrió las puertas de la casa de Jehová, y las reparó.4 E hizo venir a los sacerdotes y levitas, y los reunió en la plaza oriental.5 Y les dijo: ¡Oídme, levitas! Santificaos ahora, y santificad la casa de Jehová el Dios de vuestros padres, y sacad del santuario la inmundicia.6 Porque nuestros padres se han rebelado, y han hecho lo malo ante los ojos de Jehová nuestro Dios; porque le dejaron, y apartaron sus rostros del tabernáculo de Jehová, y le volvieron las espaldas. 2 Crónicas 29:3-6
La generación anterior le dio la espalda a la casa de Dios. ¿Cómo le das la espalda a Jehová? Dándole la espalda a la casa de Dios. Esto no implica meramente el templo, la iglesia, sino también el no seguir la instrucción que Dios da, desde el templo. Por eso, lo primero que hizo Ezequías en su reinado fue reparar el templo, abrir sus puertas, para que la gente pudiera llegar al templo, tornarse hacia el templo, y saber que hay un lugar donde podían ir a recibir dirección de parte de Dios.
Toda la vida del pueblo de Israel giraba alrededor del templo, del tabernáculo. Esperaban a que el tabernáculo se posicionara en un lugar en el desierto, y hacían los campamentos alrededor. El templo era el centro de la ciudad. Todos miraban hacia ese lugar. Todo lo que se hacía, se hacía mirando al templo. Todavía al día de hoy, aun los musulmanes, a cada ciertas horas, dondequiera que estén, detienen todo y miran hacia el templo. El problema hoy es que queremos ser tan espirituales que miramos hacia arriba. Cuando llegan los momentos más críticos de tu vida, si tú quieres ver las nuevas oportunidades, tú tienes que tornar tu mirada hacia la casa de Dios, y ver qué Dios tiene que decir.
Se dice que, cuando Ezequías se tornó hacia la pared, se tornó hacia el lugar donde él miraba hacia el templo. Él no podía llegar hasta el templo en aquel momento, pero se tornó en dirección del templo, hacia el lugar que él había abierto las puertas, porque él sabía que lo que su familia había hecho mal, había sido darle la espalda a Jehová, dándole le espalda al templo, dejando que el templo se cerrara, dejando que el lugar donde los levitas iban y adoraban a Dios y la presencia de Dios estaba, desapareciera.
No podemos permitir que desaparezca de nuestras vidas el lugar donde sabemos que Dios nos habla. Dios te puede hablar en el camino, en el carro; pero gloria a Dios que hay un lugar al que tú puedes ir y congregarte y encontrarte con Dios. Cuando llegas a la casa de Dios, le estás dando la espalda a montones de cosas, porque reconoces que es de ahí que salen tus oportunidades.
Cuando Ezequías se tornó a la pared, se tornó hacia el lugar donde él había abierto la puerta, a donde su familia había dado la espalda. No le des tú la espalda al lugar al que otro le ha dado la espalda. Muchos, hemos tenido familia que le sirvió a Dios; y a lo mejor hoy no van a ningún templo; pero mira sus vidas cómo están, y pregúntate si eso es lo que tú quieres para ti. En los momentos más difíciles de tu vida, si hay un lugar a donde tienes que mirar, es a la casa de Dios, al templo, al lugar donde Dios te va a hablar y te va a decir las oportunidades que tiene para ti.
Cuando llegas a la casa de Dios, es porque le has dado la espalda a todo lo demás, tornándote hacia el lugar donde tú sabes que viene tu respuesta. Cuando Ezequías hizo eso, entonces, Dios mandó a Isaías a tornarse y comunicarle la nueva decisión.
Dale la espalda a las cosas correctas. No puedes entrar en lo que Dios tiene para ti, si tú no sabes darle la espalda a las interrupciones del mundo, y tornarte hacia el lugar que Dios va a usar para darte dirección.
Uno de los problemas que tiene nuestra sociedad es pensar que la iglesia es un lugar tan solo de obras de caridad. En la iglesia se da comida, pero ninguna compra que se haya entregado ha sacado a alguien de la pobreza. Lo que cambia la vida de una persona es la palabra que recibe en la casa de Dios, que ordena su vida para darle las oportunidades. El mérito más grande de una iglesia no está en la cantidad de platos de comida que done, sino en salvar la mente de alguien, liberarle de la culpa, de la condenación, de la religión, de la pobreza. Matrimonios restaurados, vidas transformadas; esas son las más grandes contribuciones de la iglesia. Pero eso no ocurre, si tú no le das la espalda al mundo, tornándote a la casa de Dios.
Cada vez que nosotros queremos perseguir algo nuevo, tenemos que darle la espalda a algo en nuestra vida. ¿A qué tú le estás dando la espalda? ¿Hacia dónde estás mirando? Si tú quieres ver las nuevas oportunidades de Dios, decide mirar hacia la pared, para que nadie más capte tu atención y para que mires a la casa de Dios, al lugar donde Dios te va a dar respuesta y va a cambiar tu vida.