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¿Habrá Quien Lea Este Mensaje?

6 Jehová nuestro Dios nos habló en Horeb, diciendo: Habéis estado bastante tiempo en este monte. Volveos e id al monte del amorreo y a todas sus comarcas, en el Arabá, en el monte, en los valles, en el Neguev, y junto a la costa del mar, a la tierra del cananeo, y al Líbano, hasta el gran río, el río Eufrates. Mirad, yo os he entregado la tierra; entrad y poseed la tierra que Jehová juró a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob, que les daría a ellos y a su descendencia después de ellos. En aquel tiempo yo os hablé diciendo: Yo solo no puedo llevaros. 10 Jehová vuestro Dios os ha multiplicado, y he aquí hoy vosotros sois como las estrellas del cielo en multitud. 11 ¡Jehová Dios de vuestros padres os haga mil veces más de lo que ahora sois, y os bendiga, como os ha prometido!”  Deuteronomio 1:6-11

Moisés dice: ya Dios los ha multiplicado, pero aunque los ha multiplicado, declaro que Él los va a hacer mil veces más de lo que hoy son y los va a bendecir.  Tú puedes desatar el poder de ser mil veces más de lo que hoy eres.  Dios puede hacer por ti más de lo que tú jamás habías imaginado.

Estamos creyéndole a Dios que viene un nuevo tiempo de avance para nuestras vidas en todas las áreas, incluyendo la económica.  Es tiempo de que prosperemos y rompamos toda mente negativa, castrante de nuestro pasado.  De las peores cosas que puede pasar después de la crisis, de la pandemia, es que el virus se quede en la mente de muchos, que las cosas a las que nos hemos acostumbrado nos hagan acomodarnos de manera tal que no podamos alcanzar todo lo que Dios nos ha prometido.

Este no es el tema más popular.  A nadie le gusta recibir críticas, ser señalado; y queremos llegar a la mayor cantidad de gente posible.  Así que batallamos para comenzar a tocar este tema en la manera tan directa en que lo vamos a hacer.  Pero entendemos que es el mensaje que Dios tiene para nosotros en este tiempo.

Estando en mi casa, mis hijas me piden que acampemos en el patio, en una pequeña carpa.  Después que Dios le dijo al pueblo de Israel que construyeran casas, todos los años los mandaba a irse a una carpa en la fiesta de los tabernáculos, para que recordaran de dónde Él los había sacado; porque Dios te puede prosperar de tal manera que tú te olvides de dónde Él te sacó.  Acampando en mi casa, vino esta escritura de Deuteronomio 1:11 a mi mente: Dios te haga mil veces más.  Y Dios puso en mi corazón comenzar a levantar este grupo de personas que realmente quiera aprender durante este tiempo lo que es prosperar a la manera de Dios, lo que son los principios de la palabra del Señor.

A través de los tiempos, se ha tratado de complacer a la masa de gente, sin que entendamos que el mundo nunca podrá comprender nuestra fe.  De las más grandes críticas que recibimos los pastores tan pronto comenzó la cuarentena, fue el cuestionamiento de si íbamos a pedir ofrendas de manera electrónica.  Critican a los pastores, pero nadie ha criticado que con el incentivo económico del gobierno te hayas comprado un televisor, una piscina, gastando el dinero en cosas que no deberías.

Batallando con esto, siento en mi corazón que Dios me dice que tengo que escoger a qué grupo le voy a predicar.  Le pregunto: Señor, ¿qué me quieres decir?  Y Él me dice: habían doce espías; diez que decidieron regresar; y hay predicadores para los diez espías.  Moisés eventualmente, se convirtió en un buen líder para los diez espías; porque hay gente que son predicadores excelentes para llevarte por el camino donde tú das vueltas y vueltas y nunca avanzas en tu vida.  Tienes que escoger liderar a los diez, o a los Josué y a los Caleb.  A veces, queremos predicarles a los diez, no porque creamos que los podamos convencer, sino porque nos gusta que son muchos, y queremos ver mucha gente que oiga nuestra voz; y en realidad, a veces, el mensaje que predicamos, solo Josué y Caleb lo escuchan.  Pero cuando miras, lo que hace falta para conquistar la tierra prometida no son los diez, sino los Josué y los Caleb, que se atrevan a creer que no importa lo que tengan que enfrentar, pueden vencerlo y tener la victoria.

Necesitamos en este tiempo, como nunca antes, llenarnos de fe para poder alcanzar todo lo que Dios nos ha prometido.

¿Por qué hay tantas iglesias de diferentes tamaños, si todos reclamamos que tenemos el mismo Dios?  No vas a ver a un pastor de una iglesia pequeña que no diga que Dios lo llamó a eso, como tampoco vas a ver a uno de una iglesia grande que no diga lo mismo.  Entonces, la pregunta es si la cantidad refleja a quién Dios llamó.  Y la respuesta es que no; porque Dios es Dios de diez y Dios de miles.  De la misma manera, un empresario puede tener un negocio pequeño, y decir: Dios me dio este negocio.  Y puedes ver otro, de un negocio grande, que diga lo mismo.  Pero ¿por qué uno llega a decenas y otro a cientos?  Podemos concluir que entonces Dios no es el factor, sino el que está a cargo.  Por lo tanto, todo aquel que quiere multiplicación, tiene que entender que Dios es Dios de diez, de cien y de mil.  Es el mismo.  El que no has cambiado eres tú, para poder llegar a ese otro nivel.  Lo que pasa es que esto es difícil de aceptar para algunos, que te van a decir que la Biblia dice que Dios hizo a unos para diez, otros para cien y otros para mil, así que debemos conformarnos con lo que tenemos.  Pero aclaramos que, si Dios te hizo para diez, no te quedes en cinco, llega a diez.  Y, cuando llegues a diez, tienes que saber que Dios está dispuesto a darte más, si tú eres capaz de creer que Él te puede dar más.  En la parábola de los talentos, el señor dio a cada uno de acuerdo a su capacidad, y todo lo que él esperaba era que cada uno lo multiplicara.  Cuando el que tenía uno no lo multiplicó, vemos uno de los versos más duros de la Biblia: aún al que no tiene, le será quitado, y al que tiene, se le dará más.  ¿Cómo es esto?  Sencillo: se le da a aquel que lo puede multiplicar porque aquel que no tiene va a necesitar de que aquel que lo multiplica, algún día, le dé.  Tú escoges cuál de los dos eres.

Sé de aquellos que multiplican para aquellos que no tienen.  Muévete al otro lado de la ecuación.  Sé de aquellos capaces de creer que Dios les puede hacer mil veces más.

Estas son las palabras que habló Moisés a todo Israel a este lado del Jordán en el desierto, en el Arabá frente al Mar Rojo, entre Parán, Tofel, Labán, Hazerot y Dizahab. Once jornadas hay desde Horeb, camino del monte de Seir, hasta Cades-barnea.”  Deuteronomio 1:1-2

En estos versos, vemos el contexto de nuestro verso principal, que es Deuteronomio 1:11.  Dios les dio la palabra de que les haría mil veces más en Cades-barnea.  Esa palabra no se las puede decir en Horeb.  En Horeb, Moisés les dice: ya llevan demasiado tiempo aquí, dejen de dar vueltas.  Él camina por once meses, once jornadas, y cuando llegan a Cades-barnea, les dice: se acuerdan que en Horeb les dije: salgamos de aquí, hasta aquí nos ha traído el Señor; yo no podía entrar con ustedes, pero Dios los ha multiplicado, y declaro que Jehová te haga mil veces más de lo que eres hoy.

Una de las frustraciones de un predicador es tener un mensaje que predicar, y que no haya alguien que lo quiera oír.  Este mensaje de Deuteronomio 1:11, Moisés lo trató de predicar cuarenta años atrás, pero la gente no lo creyó.  Por cuarenta años, Moisés tuvo que dar vueltas en el desierto, cargando un mensaje, esperando que hubiera una audiencia que lo pudiera escuchar.  Así que él tiene que esperar que, en cuarenta años, mueran miles de personas, desaparezca esa generación, y hayan dos de ochenta años en medio de montenes de veinte, que creyeran aquel mensaje junto a él.  Y fueron esos dos, Josué y Caleb, los que llevaron a los muchachitos a la tierra prometida.

Moisés llevaba cuarenta años queriendo predicar aquel mensaje, pero no había quien lo oyera.  Pedimos a Dios que haya una generación que pueda oír este mensaje porque, de lo contrario, lo que nos queda es dar vueltas en el desierto por cuarenta años.

En Horeb, el monte ardía; el pueblo mandaba a Moisés a que orara y se encontrara con Dios, veían ese espectáculo, allí veían a Dios, y por eso no se querían ir de aquel lugar.  Y así hay gente que no se quieren mover de donde están porque allí ven a Dios, así que no quieren moverse a conquistar lo que Dios tiene para sus vidas.  La experiencia del aposento alto para los discípulos fue llenarlos de poder para una sola cosa: para que bajaran de allí y conquistaran al mundo predicando el Evangelio.

La razón por la que Dios te llena del poder de su Espíritu Santo es para que dejes de dar vueltas en el desierto, y comiences a caminar hacia todo lo que Dios tiene para tu vida y comiences a conquistar lo que Dios te ha prometido.  Llegó el momento de salir de Horeb.  Llevas demasiado tiempo dando vueltas en el mismo lugar.

Fuente:
pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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