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Habitando en la bendición

La vida cristiana no tiene que ser vivida a la defensiva, continuamente resolviendo una crisis tras otra. El creyente ha sido llamado para habitar confiado en la bendición y la prosperidad de Dios. Cristo ha dicho, “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Él no dijo, “Yo he venido para que sobrevivan”, sino, “para que tengan vida en abundancia”. Y la fe es el canal, el instrumento, el conducto por medio del cual Dios puede realizar y ejecutar los buenos propósitos que tiene para nuestras vidas.

La fe no sirve sólo para resolver crisis. ¡No es solamente para salir de apuros y corregir deficiencias! La fe sirve, sobre todo, para vivir la vida proactivamente, para sostener una jornada espiritual constructiva y poderosa. Sirve para impedir y prevenir las crisis, para mantener al enemigo en jaque mate, a raya, sujeto a los buenos propósitos de Dios. La fe permite que nuestra vida prospere y sea bendecida.

Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Romanos 8:31

Espero que entiendas, amado hermano o hermana, la diferencia entre vivir siempre a la defensiva, rogándole a Dios continuamente que te saque de los apuros en que el diablo o tus propios errores y debilidad te han metido—y una vida estable y confiada, protegida por muros sólidos de sabiduría y discernimiento espiritual, nutrida e iluminada por la palabra de Dios, procediendo segura hacia niveles cada vez más altos de madurez y gozo en el Señor.

Me recuerda las palabras del salmista en el Salmo 125: “Los que confían en Jehová son como el monte de Sión, que no se mueve, sino que permanece para siempre”. O, las hermosas palabras de la bendición de Moisés a la tribu de Benjamín en Deuteronomio 33:12: “El amado de Jehová habitará confiado cerca de él; lo cubrirá siempre, y entre sus hombros morará”. La postura normal del creyente saludable y maduro es una de paz y seguridad, de confianza en la protección y cobertura del Dios Todopoderoso.

Ahora, cuando el Enemigo se levanta en nuestra contra y quiere arrebatarnos lo que Dios nos ha concedido, el hijo o la hija de Dios deben saber cómo defenderse efectivamente, y cómo preservar su herencia. Debemos ser como el rey David, que cuando era pastor de ovejas, siempre sabía cómo defenderlas del león o del oso. En su primera conversación con Saúl le informa al rey: “Tu siervo era pastor de ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba” (1 Samuel 17:34 y 35). Cuando el diablo se levanta contra nosotros, queriendo dañar los que Dios nos ha entregado, ¡debemos estar preparados para arrebatárselo, y acometer efectivamente contra él!

Aprendamos a vivir conforme a los seguros principios de la Palabra de Dios. Serán el fundamento para una vida de paz y prosperidad. Y cuando vengan los tiempos de prueba, esos mismos principios serán una espada y un escudo en nuestras manos. Serán más que suficientes para darnos la victoria contra cualquier gigante que pretenda alzarse en nuestra contra.

Nuestra alma ha escapado cual ave del lazo de los cazadores; El lazo se rompió y nosotros escapamos.
Salmos 124:7

Fuente:
Apóstol Roberto Miranda

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