Cuando nos enfrentamos con situaciones en las cuales tenemos que tomar decisiones, una frase que se escucha frecuentemente es «sigue tu corazón». Más la biblia nos dice en Jeremías 17:9 «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?».
La verdad es que no podemos confiar exclusivamente en nuestros corazones porque nuestro corazón nos puede engañar y llevar a tomar decisiones equivocadas que afectarán nuestra vida espiritual. Pero si podemos decir confiadamente que creemos con nuestro corazón que Cristo es nuestro Señor y Salvador.
«Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas. Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas con tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para subir al Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor; y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues, la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.» Romanos 10:5-11
Debemos guardar nuestro corazón porque su estado reflejará nuestra vida. Nuestro deseo debe ser agradar a Dios en la manera que hablamos, actuamos y pensamos. Toda acción empieza con un pensamiento. Nuestros pensamientos: sean buenos o sean malos afectarán nuestras acciones.
«Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.» Filipenses 4:8
Una de las maneras más efectivas para guardar nuestro corazón es tener un conocimiento bíblico para que nuestra vida se alinee con la voluntad de Dios y no con nuestros deseos.
«Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tus oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo. Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.» Proverbios 4:20-23
Después de que rendimos nuestra vida y corazón a Cristo, nuestra meta debe ser conocerle y seguirle por el resto de nuestra vida en este mundo. Cuando guardamos nuestro corazón para Cristo, le damos lugar para que Él cumpla Su propósito en nuestra vida y nos alejamos de las cosas de este mundo. Pero requiere que siempre le estemos buscando y obedeciendo para que Él sigua guiando nuestras vidas.
«Hijo mío, no te olvides de mí ley, Y tu corazón guarde mis mandamientos; Porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán. Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón; Y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres. Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.» Proverbios 3:1-6
Y cuando nuestro corazón está bien, entonces vamos a querer que otros crean en Cristo y que sigan a Cristo. Este es el propósito de Dios para cada cristiano, compartir las buenas nuevas de salvación con todo el mundo y que sepan que sólo Cristo salva. Todas las naciones deben saber que Cristo es la única salvación y la única entrada al cielo.
«Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga; haga resplandecer su rostro sobre nosotros; para que sea conocida en la tierra tu camino, en todas las naciones tu salvación. Te alaben los pueblos, oh Dios; todos los pueblos te alaben.» Salmo 67:1-3
Como seguidores de Cristo, debemos de guardar nuestros corazones y debemos de compartir las buenas nuevas de Cristo Jesús con todo el mundo.