Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo. Filipenses 3:20
Como creyentes, somos ciudadanos del Reino y no de este mundo. No nos atenemos a la economía de este mundo y las cosas naturales que suceden. Repetidamente durante las últimas cuatro semanas he estado escuchando del Señor, “No mires las circunstancias de este mundo. No somos de este mundo. Aparta tus ojos de lo natural”. Es tan fuerte en mi corazón y espíritu. No puedo recordar un momento en que una palabra se revolviera dentro de mí como esta palabra. He estado escuchando al Señor decir que hay múltiples bendiciones en esta temporada, que ya están en proceso, y que no debemos mirar nuestro entorno natural. Él es un Dios que no está atado a este mundo. Vivimos por fe y no por vista.
2 Corintios 5:7 NTV Pues vivimos por lo que creemos y no por lo que vemos.
He estado en adoración y oración, y mientras he predicado en mi iglesia web, he estado escuchando y divulgando proféticamente que estamos en una temporada de bendiciones. Sí, dije una temporada de bendiciones. Dios está derramando bendiciones sobre bendiciones sobre bendiciones. Él me ha dicho continuamente: “No mires lo que está pasando en el mundo”. Él es mucho más grande que el mundo, y Sus planes no son como los que operan en el mundo. Dios abre un camino donde parece no haberlo. Él quiere que confiemos.
Esta es una temporada de bendiciones. No tiene sentido en lo natural, pero somos espíritu y debemos vivir por el Espíritu. Dudo en lanzar palabras de prosperidad, y nunca lo hago a menos que lo sepa. Creo que son palabras que pueden soltarse libremente, pero he sido testigo de la manifestación de esta palabra durante las últimas cuatro semanas por parte de muchos de los miembros de nuestra iglesia y personas en el ministerio que reciben las bendiciones que he estado profetizando.
Me han sorprendido los testimonios de personas desempleadas que encontraron trabajo y que durante años buscaron la oportunidad adecuada para volver a trabajar. He visto oportunidades de ministerio en televisión manifestándose para oradores cristianos. Realmente es una temporada de bendición. No creo que esto sea solo una bendición de prosperidad, sino una bendición para la expansión del ministerio. Dios está aumentando nuestras esferas de influencia, dándonos visibilidad. Él expandirá y abrirá amplios ministerios para que podamos llegar a más personas con el mensaje del evangelio. Al entrar en los últimos tiempos, tiene sentido en lo natural que Él nos dé expansión y aumento para que podamos alcanzar Su cosecha. No se trata simplemente de bendecirnos. Se trata de brindarnos bendiciones para que podamos ayudar a los demás.
Dios quiere darles esperanza. Cuando el mundo dice lo contrario, Dios siempre tiene un plan. Él quiere que quitemos nuestros ojos de la economía mundial y los fijemos en los Suyos. Dios quiere establecernos con mentalidad de Reino, no con pensamientos mundanos. Él quiere mostrarnos que está por encima de todas las cosas y más allá de las circunstancias naturales. Es un Dios que bendice. Es hora de que alineemos nuestra fe con Su Palabra. Él es un Dios abundante que desea dar buenas dádivas a Sus hijos. Mientras el Señor libera estas bendiciones, permanezcan en oración, guarden y protejan sus profecías y bendiciones para que el enemigo no robe, mate y destruya. Recientemente se me recordó que a medida que nuestras palabras proféticas avanzan en los reinos espiritual y natural, también lo hace la guerra del enemigo. Oren, declaren y llamen sus bendiciones para que se manifiesten. (Kathy DeGraw)
Hebreos 6:13-20 Pues cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por uno mayor, juró por sí mismo, diciendo: Ciertamente te bendeciré y ciertamente te multiplicaré. Y así, habiendo esperado con paciencia, obtuvo la promesa. Porque los hombres juran por uno mayor que ellos mismos, y para ellos un juramento dado como confirmación es el fin de toda discusión. Por lo cual Dios, deseando mostrar más plenamente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su propósito, interpuso un juramento, a fin de que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, los que hemos buscado refugio seamos grandemente animados para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros, la cual tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme, y que penetra hasta detrás del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, Sumo Sacerdote para siempre.
Con amor y oraciones,