Hay señales de los movimientos del Señor que deberían movernos a nosotros. El Espíritu de Dios sopla de donde quiere, y nosotros oímos su sonido. Entonces llegó el momento de que estemos más activos que nunca. Debemos asir esa oportunidad de oro, y sacarle el máximo provecho.
Es responsabilidad nuestra pelear con los filisteos en todo momento; pero cuando el propio Señor sale delante de nosotros, entonces hemos de ser especialmente valientes en la guerra.
La brisa sacudió las copas de los árboles, y David y sus hombres tomaron esto como la señal para una arremetida, y en su avance el Señor, Él mismo, hirió a los filisteos. ¡Oh, que en este día el Señor nos abra una puerta para hablar de Él con muchos de nuestros amigos! Hemos de velar para aprovechar la oportunidad esperanzadora cuando llegue. Quién sabe si este pudiera ser un día de buenas noticias; un tiempo de ganar almas. Debemos mantener nuestro oído abierto para oír el susurro del viento, y nuestras mentes listas para obedecer la señal. ¿No es esta promesa: «porque Jehová saldrá delante de ti», un estímulo suficiente para que actuemos valientemente? Puesto que el Señor sale delante de nosotros, no nos atrevemos a retroceder.