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Escogiendo

Ella está petrificada ante los dos hombres parados en el umbral, en su mente se combinan muchos pensamientos, temores, incertidumbres. Ella no los conoce, pero aun así permite que entren en su casa.

A ella no le importa que la vean, ella está acostumbrada a recibir hombres, al fin y al cabo de eso vive. Pero en esta ocasión es diferente, hay una fuerza superior que la impulsa al riesgo y ellos, ni siquiera piensan en quien están confiando.

Ellos tienen una misión que cumplir, ella tiene una visión que atrapar.
Ellos están necesitados de ayuda, ella es una mujer que ve lo que otros no han visto.
Ellos trabajan para Dios, ella necesita de Dios y lo reconoce como la única verdad. También sabe que estos son hombres de Dios y se entrega, pero no entrega su cuerpo como en otras ocasiones, ahora esta entregando su alma…

¿Confiarías en una prostituta? – Dios confió en Rahab.
¿Entregarías tu esposo a otra mujer? – Sara lo pidió a Abraham y este accedió.
¿Usarías un tramposo para algo importante? – Jacov estafó a su padre.
¿Qué opinará Dios de un asesino? – David fue un hombre conforme al corazón de Dios y Pablo fue uno de los apóstoles más celosos del Evangelio.
¿Serías amigo de un iletrado? – Pedro era un simple pescador.

Cuando vayas a escoger a quien entregar el tesoro del Evangelio, recuerda dejar que Dios te guíe, no tu parecer “Porque en Dios no hay acepción de personas” Romanos 2.11

Fuente:
Milagros García Klibansky

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