Trataré un tema sumamente complicado, pero además delicado. Es tan sensible este asunto que incluso algunos de ustedes ––al leer lo que escribí–– me eliminarán de su lista de amigos, o peor aún, me bloquearán de sus cuentas sociales (lo que en tiempos bíblicos equivaldría a apedrearme hasta morir)
En mi carrera pastoral (21 años) he oficiado las bodas de al menos 25 parejas, aunque creo que son más pero ya perdí la cuenta. De las cuales unas tres se divorciaron, algo que cada vez es más común dentro de las filas del cristianismo (con esta última afirmación no estoy juzgando a esos matrimonios que se disolvieron, soy testigo del proceso doloroso que significó para cada uno. Emitir juicios de valor contra las parejas separadas es muy fácil, ponerse en sus zapatos es otra cosa).
Comencemos pues con un emblemático pasaje que trata el mentado sacramento del matrimonio pero desde la vereda de enfrente, o sea el divorcio, me refiero a Mateo 19:1-9.
CONTEXTO de Mateo 19:1-9
Partimos diciendo que Mateo escribe este evangelio (o relato de la vida de Jesús) para una comunidad de cristianos-judíos que estaban en la transición de dejar el judaísmo para abrazar por completo las nuevas normas que la iglesia estaba implementando, esto a finales de los años 70 del primer siglo. Por eso este evangelio toca tantos asuntos concernientes a La Ley y el Antiguo Testamento. El capítulo 19 es un intento del escritor por mostrar a un Cristo superior a Moisés pero sin faltarle el respeto al Patriarca.
PRIMERA PREGUNTA DE LOS FARISEOS, TRES RESPUESTAS DEL MAESTRO
En este pasaje ––Mateo 19–– vemos a los fariseos poniéndole una trampa a Jesús utilizando un tema que en su tiempo era bastante controversial, y lo sigue siendo hoy, al menos dentro de la iglesia. En el verso 3 leemos: “Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?”(versión RV 1960). Una versión parafraseada nos diría: “¿Es legal, es permitido, es ‘bíblico’ que un hombre se divorcie de su esposa por cualquier motivo?”. Los fariseos hacen esta pregunta sabiendo lo que el Maestro les respondería, por eso en el verso 7 lanzan una segunda pregunta la cual ya estaba preparada de antemano…, ¡que astutos eran! Pero Jesús lo era más.
En los versos 4, 5 y 6 Jesús fundamenta teológicamente la razón de ser del matrimonio al darles tres respuestas a los doctos, se los resumo así:
- Fundamento 1: El fundador (creador) del matrimonio es Dios. Por tanto no es invento humano sino divino (verso 4).
- Fundamento 2: Las reglas del matrimonio no las pone el hombre, al menos en primera instancia, sino Dios. De ahí que Jesús se toma de las palabras de Adán ––avaladas por Yahvé–– para recordarles una directriz simple: “El hombre cuando es tiempo de casarse deja a sus padres y se une a su mujer”, o en término latinos: ‘El casado casa quiere’ (verso 5).
- Fundamento 3: Por último les da en su rostro al decirles que el matrimonio, en el plan de Dios, es para toda la vida. Jesús les dijo, parafraseando: “Uno no se casa para divorciarse después, se casa para vivir con su cónyuge para siempre”. Bueno, ése era el diseño original del Señor, y no obstante sabemos por experiencia que el ser humano tiende a corromper los planes del Creador (verso 6).
SEGUNDA PREGUNTA DE LOS FARISEOS, DOS RESPUESTAS DE CRISTO
Los fariseos no se quedaron conformes con esta aclaración pues a fin de cuentas nada nuevo les dijo el Rabí, por eso formularon una segunda pregunta, la cual como ya dijimos estaba lista en su aljaba académica: “Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?” (verso 7).
Esta pregunta es tan odiosa como la primera y sin embargo debe entenderse lo siguiente: “Moisés no mandó divorciarse, sino que “permitió” el divorcio que es muy diferente”. Los fariseos estaban poniendo palabras en boca del Patriarca que él nunca dijo, y claro como Moisés estaba muerto hace siglos no podía ni defenderse ni aclarar lo que quiso decir. Pero sí lo hicieron dos escuelas rabínicas que en los tiempos de Jesús habían interpretado el pensamiento de Moisés respecto al divorcio desde dos puntos de vista muy diferentes entre sí, y es probable que entre los fariseos que hicieron la segunda pregunta habían algunos que defendían una escuela y otros a la otra.
Moisés dijo: “Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa” (Deuteronomio 24:1). La pregunta es, ¿a qué se refería con eso de ‘alguna cosa indecente’? Y es aquí cuando debemos recurrir a los dos rabinos famosos que en tiempos de Jesús tenían cada uno muchos adeptos.
– La escuela del Rabí Shamai: Este maestro sostenía que lo que Moisés quiso decir es que la única causa de divorcio era el adulterio.
– La escuela del Rabí Hillel: Sostenía que lo que Moisés quiso decir es que el hombre, al ser la cabeza de la familia (patriarca) podía disponer de la mujer para divorciarse de ella por cosas tan simples como que hablara muy fuerte y los vecinos la escucharan, si no era muy atractiva físicamente, si le servía un desayuno con mal sabor o si simplemente dejaba de gustarle y en cambio encontraba a otra mujer más bonita con la cual quería estar. Además esta escuela sostenía que “era un deber religioso casarse para tener hijos y así dar cumplimiento al mandamiento de fructificad la tierra y sojuzgadla; pero también es un deber religioso divorciarse de una mujer cuando ésta ya ha cumplido su función (darle hijos al hombre) y que ya no satisface al varón”. Este mismo rabí enseñaba que el hombre que se divorcia de una mala mujer no iría al infierno porque ya vivió uno en vida, al haber soportado a una odiosa esposa (Me pregunto que estarán sintiendo mis lectoras al enterarse de estas barbaridades).
Demás está decir que la segunda escuela ––la de Hillel–– tenía muchos más seguidores que la primera.
- Primera Respuesta de Jesús: “Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así” (verso 8). Vuelvo a insistir, Moises no mandó divorciarse, sino que les concedió permiso de hacerlo bajo ciertas causales (Shamai y Hillel interpretaron estas causales). Pero además dice, “al principio no fue así”. Es decir, en el diseño original el divorcio nunca fue concebido por Dios, pero tuvo que acceder “por un acto de misericordia, mas no de justificación”; por eso dijo: ‘Por la dureza de vuestros corazones’. En otras palabras: “El divorcio nunca es exigido, sino permitido por Dios en ciertas circunstancias, y Dios lo permite por la dureza del corazón humano. Es como si Jesús hubiese dicho esto: “Así está el asunto; y aquí está el permiso de Dios cuando el pecado y la dureza del corazón humano ha hecho lo ideal inalcanzable” (David Guzik 2016).
- Segunda Respuesta de Jesús: “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (v. 9 versión RV 1960). Pareciera que Cristo se inclinó por la interpretación rabínica de Shamai (la fornicación es la única causa de divorcio), al menos a simple vista eso parece; sin embargo un estudio serio nos diría que no es tan así. Es decir, Jesús sí está afirmando que el adulterio es causal de divorcio ––en este punto opina igual que Shamai––, pero el Maestro va y vé más allá que esa escuela de pensamiento rabínico.
Para entender la segunda respuesta de Jesús, verso 9, hay que descubrir el corazón del versículo, o sea la palabra clave que no es otra sino “fornicación”. La cual en un sentido estricto, literal, significa “tener relaciones sexuales fuera del matrimonio” (en el caso de los casados). Y hasta aquí todo bien, es decir, nada nuevo debajo del sol pues es bien sabido entre nosotros los evangélicos que una infidelidad conyugal es causa de divorcio, y no obstante, habría que preguntarse a qué se refería el Maestro cuando usó la palabra “fornicación”. ¿Se refería solamente al acto sexual con una mujer que no es la esposa de uno o un hombre que no es el esposo de la mujer?
PORNEIA
La palabra fornicación viene del griego “porneia” y no se refiere exclusivamente al acto sexual ilícito, es una palabra mucho más profunda que va más allá de lo puramente carnal. Porneia se refiere a “indignificar el matrimonio a través de una constante conducta anti-valórica que denigra al cónyuge”. Y esto es mucho más amplio que una infidelidad sexual.
Se los pongo así: Un mujer que soporta por años los constantes abusos físicos de su esposo pero éste nunca le ha sido infiel con otra mujer, ¿tendrá que seguir con él por siempre ya que ‘bíblicamente hablando’ no hay causal de divorcio? Shamai nos diría que sí, que esa mujer debe seguir con su marido “hasta que la muerte los separe”; y bueno la muerte vendrá cuando el desquiciado del esposo asesine a su mujer y sume una víctima más a los femicidios que por estos tiempos son tan conocidos. Otro ejemplo, ¿será que el esposo debe seguir con su esposa a pesar que ella ha dejado de amarlo y en su lugar lo vé simplemente como una oportunidad financiera para mantenerse ella y los niños? (este caso es tan trágico como el primero). Hillel diría que ese matrimonio debe acabarse de inmediato, pero Jesús diría “lo que Dios unió no lo separe el hombre”; es decir, luchen un poco más, traten de salvar su relación, hagan todo lo humanamente posible. Okey, ¿y qué pasa si ya se hizo todo eso y más? Entonces habría que entrar a analizar si en esa relación se ha instalado “porneia” y de ser así, uno de los cónyuges está siendo indignificado por el otro (mancillado, violado, adulterado, fornicado, agraviado). Quizá, en este caso ––cuando porneia–– es un patrón de conducta arraigado en el matrimonio lo mejor sería divorciarse.
CONCLUYAMOS
Debemos ser justos y equilibrados, uno se casa para ser feliz no para divorciarse; pero a veces (tristemente debo admitir) las cosas no funcionan por más empeño que se puso en el proyecto marital. La voluntad de Dios es que el matrimonio ––si ambos se casaron en Su voluntad–– siga, pero cuando porneia es parte del matrimonio entonces, y solo entonces hay una pequeña ventana para aquellos que no saben que hacer pues se sienten atados a maltratos, abusos, desamores, desprecios e indignidad…, el divorcio entonces es permitido por Dios y avalado por Jesús su Hijo “porque hubo fornicación” (entiéndase esto como porneia en el sentido amplio de la palabra) . Pero, ¿significa entonces que podemos divorciarnos por cualquier cosa? ¡Cuidado! Nunca he afirmado eso, no soy de la escuela de Hillel, más bien se debe luchar para salvar la relación, pero en ocasiones particulares es más sano ––y más bíblico–– la separación que seguir amarrado a una tortura marital (los pastores debieran entender esto pues muchas veces se mal interpreta lo que dijo Jesús y se obliga a parejas disparejas a seguir juntas “hasta la muerte”…, ¡aunque el matrimonio esté muerto hace años!
Sin más que decir y esperando no ser catalogado como un liberal, pues creo no serlo, me despido esperando haber contribuido a quienes por interno me han preguntado hasta el cansancio sobre mi interpretación de Mateo 19:6 y 9