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Es hora de vivir nuestra propia historia de fe

1 Samuel capitulo 17. Era un clima muy difícil para el pueblo de Israel y en especial para su ejército. Se encontraban a punto de enfrentarse a los filisteos quienes tenían en sus filas a uno de los guerreros más temidos de aquel entonces, un gigante llamado Goliat.

Los hermanos de David pertenecían a ese ejército que se encontraba a punto de batallar contra los filisteos, el padre de David le pidió a este que le llevara comida a sus hermanos y de paso averiguara si estaban bien.

David llega al campamento en donde se encontraban frente a frente los dos ejércitos listos para la batalla y en ese momento aparece entre las filas de los filisteos un gigante que atemorizaba a cualquiera llamado Goliat quien desafiaba a todo el ejercito israelí que la única reacción que tenían era de temor: “Cuando éstos vieron a Goliat, les dio mucho miedo y huyeron. Pero David les preguntó a los que estaban cerca de allí: —¿Quién se cree este extranjero, que se atreve a desafiar a los ejércitos de Dios?…” 1 Samuel 17:24-26 (Traducción en lenguaje actual).

David se enojo al escuchar el desafío de ese gigante y no evalúa una victoria en base a fuerza, tamaño o capacidad de batalla sino que todo lo resumió en el respaldo de Dios sobre su vida.

Llevan a un David dispuesto a enfrentarse al gigante que los desafiaba delante del rey Saúl y este menosprecia a David por su juventud e inexperiencia, sin embargo David le contesta de la siguiente forma: “Pero Saúl le dijo: —No vas a poder matarlo. Tú eres todavía muy jovencito, y él ha sido guerrero toda su vida. David le contestó: —Yo soy pastor de las ovejas de mi padre. Pero si un león o un oso vienen a llevarse alguna oveja, yo los persigo, los hiero y les quito del hocico la oveja. Y si el león o el oso se me echan encima, yo los golpeo y los mato. Y eso mismo voy a hacer con este filisteo, pues ha desafiado a los ejércitos del Dios vivo. Si Dios me ha librado de las garras de leones y de osos, también me librará de este filisteo. Entonces Saúl le dijo a David: —Anda, pues, y que Dios te acompañe.” 1 Samuel 17:33-37 (Traducción en lenguaje actual).

Me llama mucho la atención que la confianza de David no estaba en su capacidad, tamaño, fuerza, inteligencia o habilidad para la guerra sino más bien estaba colocando su total confianza en Dios.

¿Cómo medimos nosotros nuestra capacidad de derrotar a los gigantes que se nos presentan en la vida?, ¿La medimos en base a nuestra capacidad, a nuestros recursos, a nuestra habilidades, a nuestra inteligencia o en base a que?

A veces cuando vemos gigantes aparecer en nuestra vida meditamos en que serán imposibles de derrotar, sin embargo olvidamos que toda capacidad que podamos tener proviene de Dios, que Él es el autor de todo y que nosotros solo somos instrumentos que Él puede usar para glorificar su nombre.

David entendía muy bien esto, y por eso se paro enfrente de ese gigante sin armadura alguna, pues la típica armadura que usaban los soldados en ese tiempo le era muy pesada y no podía usarla, el hecho de no usar armadura me lleva a pensar que David no dudaba ni por un segundo de la victoria que Dios le daría.

Lo que David estaba haciendo era dar pasos de fe, cada paso que daba hacia ese guerrero gigante era un paso de fe y confianza en Dios, David no dudaba de lo que ocurriría. El gigante al verlo se burlo del joven David, como muchos solemos hacer al ver jóvenes que quiere hacer la diferencia, ese gigante le dijo: “También Goliat se acercó a David, aunque su ayudante iba siempre delante de él. Cuando vio que David no era más que un muchachito de piel morena, lo consideró muy poca cosa y lo maldijo en nombre de sus dioses. Le dijo: —¡Vaya con el niño bonito! Vienes a pelear conmigo con un palo, como si fuera yo un perro. Ven acá, que te voy a matar, y con tu carne voy a alimentar a los buitres y a las bestias salvajes.” 1 Samuel 17:41-44 (Traducción en lenguaje actual).

Las palabras intimidantes de Goliat no harían más que fortalecer la fe de David quien respondió: “Pero David le contestó: —¡Y tú vienes a pelear conmigo con espada, y flechas y lanza! Pues yo vengo en el nombre del Dios todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien te has atrevido a desafiar. Hoy mismo Dios me ayudará a vencerte, y te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo alimentaré a los buitres y a las bestias salvajes con los cadáveres de los soldados filisteos. ¡Y todo el mundo sabrá lo grande que es el Dios de Israel!»Todos los que están aquí se darán cuenta de que es Dios quien da la victoria en las batallas. Dios nos dará la victoria sobre ustedes, ¡y así sabrán que para triunfar, Dios no necesita de espadas ni de flechas!” 1 Samuel 17:45-47 (Traducción en lenguaje actual).

El discurso de David estaba lleno de fe, eran palabras llenas de confianza en Dios y en lo que Él era capaz de hacer a través de su vida. Si examinamos cada frase que Él dijo, todo tiene que ver con lo que Dios haría y no con lo que David era capaz de hacer por sus buenas habilidades.

Luego dieron paso a esa batalla, por un lado un guerrero con experiencia y con un tamaño fuera de lo normal, contra un joven que lo único que tenia de su parte era la fe en su Dios que no lo dejaría, y entonces ocurrió lo que quedaría para la historia: “Cuando el filisteo se acercó para atacarlo, David también corrió hacia él y, sacando una piedra de su bolsa, disparó su honda y le pegó al filisteo en plena cara. La piedra se le clavó en la frente, y el filisteo cayó de cara al suelo. Enseguida corrió David y se paró sobre Goliat, le quitó su espada y, de un solo golpe, le cortó la cabeza. Así fue como, sin tener una espada, David venció al filisteo. Lo mató con sólo una honda y una piedra. Cuando los filisteos vieron muerto a su poderoso guerrero, salieron corriendo.” 1 Samuel 17:48-51 (Traducción en lenguaje actual).

La historia de David y Goliat ha pasado de generación en generación, pero más allá de una historia de valentía yo la podría catalogar como una historia de fe, porque se necesita fe para creer que Dios puede hacer cosas maravillosas en tu vida cuando todo el panorama parece contrario.

David no midió su victoria en capacidad humana, valentía, fuerza, destreza o inteligencia, todo eso lo hizo a un lado y saco su mejor arma: LA FE. Esa arma que nos puede ayudar a conquistar lo inconquistable, a derrotar lo “inderrotable”, o a hacer que una montaña se pueda mover de un lado hacia otro lado. Esa fe que habla la Biblia y que está al alcance de nosotros si tan solo lo creemos.

¿Qué es lo que humanamente te parece imposible de conquistar, derrotar o conseguir?, ¿Cuál es el gigante que te atemoriza en estos momentos?, ¿Cuáles son tus armas?, ¿En que estás confiando?

Deja de pensar cómo humanamente puedes salir adelante, porque hay gigantes que no se pueden derrotar con capacidades humanas, solamente con fe en lo que Dios es capaz de hacer en tu vida y contigo. Es hora de depositar nuestra FE solamente en Dios y no en lo bueno que podemos ser para algo.

Cuando depositamos nuestra fe en Dios y lo hacemos con todo nuestro corazón y con toda nuestra mente no hay duda que Dios hará algo maravilloso, porque Dios siempre honra la fe de los que le creen.

Hoy te invito a comenzar a creer en lo que Dios hará y no en lo que otros o tú puedes hacer, Dios quiere que confiemos más en Él que en nuestras propias capacidades y entonces comenzaremos a ver cosas asombrosas en nuestra vida y los gigantes que nos atemorizaban caerán rendidos a nuestros pies.

¡Es hora de vivir nuestra propia historia de fe!

Fuente:
Pastor Enrique Monterroza | El Salvador, Centroamérica

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