
En estos tiempos donde abunda el miedo, la frialdad y la ansiedad, especialmente por el dinero y la escasez, algunas de las plataformas digitales se han llenado de angustia y desconfianza. Muchos oran, sí, pero no todos creen que van a recibir lo que piden.
La Palabra es clara:
Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis. Mateo 21-22
También nos advierte de la hipocresía de aparentar fe sin verdadera entrega:
“¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. Mateo 7-5
Si entendiéramos verdaderamente el poder de la oración diaria, y creyéramos con convicción en las promesas de Dios, nuestra vida sería diferente. Viviríamos en paz, aún en medio de los temblores de la tierra y las tormentas de la vida.
Ya Dios lo ha dicho.
Sus promesas son sí y amén.
Lo que Él ha prometido, lo cumplirá. Pero depende de nosotros.
¿Queremos seguir cayendo en el pánico o aprender a entrar en su descanso?
El descanso no es pasividad, es confianza activa. Es decir: «Padre, ya oré, ya creí, ahora descanso en Ti, porque sé que harás.
. Solo espero en Dios. Esa paz y esa firmeza no vinieron de un día para otro, sino que las he aprendido en este camino de fe que he decidido caminar con Él. Y hoy puedo decir: sí se puede descansar en Dios.