Articulos

Entra tú y toda tú casa en El Arca

(Génesis. 7:1-16) La Biblia es un libro de invitaciones. Desde del comienzo del libro de Génesis hasta los últimos versículos del Apocalipsis, Dios está involucrado en el negocio de invitar a la gente para que sean salvos y para suplir las cosas que le faltan en su vida. Es simplemente incomprensible el hecho que nuestro Señor de la Gloria se interese tanto por invitar a gente como tú y como yo para venir a él. Valdrá, pues, la pena examinar el contenido de sus grandes invitaciones para ver la infinita gracia de Dios, así como su empeño en salvarnos y sostenernos. Esto será una excelente manera de comenzar este año del 2014. Les animo a que nos dispongamos a escuchar la invitación del cielo para vivir mejor en la tierra. Comenzamos hoy con la primera invitación del evangelio en la Biblia.

La palabra “venir” se usa por lo menos unas 1972 veces en la Biblia. En Génesis 7:1 encontramos por primera con un mandamiento y como una invitación. La invitación se la hace Dios a Noé y a su familia para que entren en el arca de manera que puedan ser salvados del diluvio que está a punto de ser enviado a la tierra. Esta es una invitación que tiene un particular interés en la actualidad. El asunto es que aunque fue dada tantos miles de años atrás, Dios sigue invitando a la gente a entrar en el “Arca de la salvación”. Como esta invitación sigue vigente, necesitamos seguirla presentando porque el hombre sigue perdido. Pero usted tendrá que dar el paso de fe para aceptarla, para que ella sea efectiva en su vida.
Antes que Noé y su familia pudieran salvarse tenían que comprometerse a aceptar la invitación del Señor para entrar en el Arca. Si tú y yo vamos a ser salvados, entonces tenemos que comprometernos a aceptar esta invitación también. Me gustaría, pues, aprovechar estos versículos para hablarles al comienzo de este año de esta invitación para un serio compromiso. Si Dios te llama a entrar en el Arca, presta atención, y ven hoy a Él.

LO PRIMERO QUE VEMOS ES EL LUGAR HACIA DONDE DIOS ESTÁ INVITÁNDONOS
“Entra tú y toda tu casa en el arca…” v. 1.
El Arca debe haber sido un espectáculo inusual, asentada en la antigua Mesopotamia. Era un gran cajón de madera de unos 150 metros de largo, por 30 metros de ancho y unos 15 de alto. Suficiente espacio para retener una mayoría de las especies de animales representativas que se conocen hoy. Había sido construida por un predicador junto con sus tres hijos. Durante 120 años, Noé había trabajado en el arca y no se cesaba de predicar su mensaje acerca del arrepentimiento, pues vendría un gran diluvio sobre la tierra. Por seguro que en no pocas ocasiones Noé y su familia fueron tratados de locos. Y la verdad es que tendrían sus razones, porque después de todo, nunca había llovido en la tierra, mucho menos inundarse como lo proclamaba él. Seguramente Noé fue burlado, cuestionado y hasta ridiculizado por lo que estaba haciendo, pero el único medio de salvación era el arca, y él estaba invitando a todos a creerle a Dios y aceptar la invitación de entrar allí para salvase. Había que entrar en el arca porque ella sería con un santuario para cuando se desatara la ira divina con la que moría casi toda la especie humana y animal. Noé y su familia estuvieron allí salvados.

¿Por qué esta invitación?
Porque las condiciones estuvieron dadas para ella, pues las mismas provocaron la ira de Dios y su firme determinación de “raer a todo ser viviente sobre la faz de la tierra”. De acuerdo a Génesis 6:1-4, hubo matrimonios mixtos que se cruzaron entre la línea piadosa de Set con el linaje impío de Caín. Esto fue el primer intento de pervertir el linaje de donde vendría después el Mesías prometido. Después en Génesis 6:5 Dios vio la maldad de los hombres y la calificó como irremediablemente corrupta. Los hijos nacidos de esa unión llevaban el estigma de aquella perversidad desde el momento de su nacimiento. En los versículos 11-12 nos encontramos la manera más descriptiva pues Dios miró al hombre y vio cómo este había arruinado la tierra. El hombre no sólo llegó a ser tan injusto, sino que habían abandonado totalmente a Dios. La tierra por lo tanto se llenó de violencia. Así que la decisión de destruir a toda la humanidad (6:6-7), estaba ya justificada. Pero fue en medio de esa perversidad que Dios encontró a un hombre y su familia temerosos de él. Fue por ese hombre justo que Dios encontró que la raza humana todavía está hasta hoy. No pasó lo mismo con Sodoma y Gomorra.

¿Por qué el arca es un tipo de Cristo?
El arca de Noé fue el único lugar en el universo para la salvación de Noé y su familia. La forma cómo fue construida nos ofrece una asombrosa revelación de por qué Dios le dijo a Noé que la hiciera así, y por qué ella siendo un santuario de salvación, contiene la invitación más grande que Dios le hace al hombre pecador. Consideremos lo siguiente. Noé construyó un barco, pero fue hecho de manera cuadrada. La madera fue la de Gopher, un árbol de ciprés casi indestructible, duradero, que jamás se pudre. Esa madera es un símbolo que retrata la humanidad del Señor. Jesús tuvo que ser cortado para convertirse en un lugar de refugio. ¿Sería también la cruz de madera de Gopher? La palabra para cubrir (brea) es usada unas setenta veces en el Antiguo Testamento y su significado es “expiación”. ¿Cuál es la idea? La madera por sí sola no podía mantener el agua afuera, para esto era la función de cubrirla. La expiación de Cristo ha hecho posible que nuestros pecados sean cubiertos (Ro. 5:9). La misma forma del arca, como un ataúd, revela que Cristo murió por nuestros pecados. En el arca toda la familia estuvo segura. Cuando aceptamos la invitación de Cristo, estamos seguros.

LO SEGUNDO QUE VEMOS ES LA GRACIA DIVINA EN ESTA INVITACIÓN
“Pero Noé halló gracia ante los ojos del Señor” (Gn. 6:8).
Todo el asunto del arca de la salvación no fue idea de Noé; las medidas y el diseño fueron de Dios. Noé pudo haber corrido la misma suerte de todos los hombres, a menos que Dios lo hubiera escogido. Aunque de él se dice que era “perfecto en sus generaciones”, y que era “justo”, la palabra que marca la diferencia en su vida es “gracia”. Noé “halló gracia” delante de Dios. Él, por ser pecador, merecía también el juicio y la condenación como el resto que pereció. Pero Dios vio que su corazón era distinto. Él le mostró a Noé el camino a la salvación. Convirtió la oscuridad de aquel momento en luz para su vida y su familia. Por supuesto que la gracia de Dios no viene sola. La visión que Dios tuvo de la humanidad que luego sentenció a morir bajo el diluvio, fue aterradora: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (v. 5). ¿Qué vio, pues, Dios en Noé? Vio a un hombre que en medio de aquella sociedad perversa, pudo caminar con él. Vio a un hombre de fe quien le creyó a Dios (He. 11:7). Asegúrese de hallar gracia delante de Dios más que en los hombres. Asegúrese de ser hallado por Dios. Si él le habla hoy venga al arca de su salvación.

No somos salvos por ser buenos.
La gracia jamás se manifiesta a alguien porque ser “buena gente”. Algunos han visto esto en la vida de Noé. Si la Biblia nos dice que “no hay ningún justo, no hay ni siquiera uno”, entonces la justicia que los hombres practican no es para su salvación, sino para vivir en medio de los hombres. Este fue el caso de Noé. Así que mientras Dios no vio a ninguno justo debido a su maldad, si encontró en Noé una fe para salvación. He allí la diferencia. Y esto concuerda con lo que Pablo dijo: “Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe…” (Ef. 2:8). Dios nos trae salvación por gracia y nuestra respuesta es la fe. Pero ni siquiera nuestra fe viene de nosotros mismos. “No es de vosotros” se refiere no solo a la gracia sino también a la fe. Tenemos que creer para ser salvos pero como estamos muertos en pecado no podemos creer. Dios tiene que dar vida a nuestro seco corazón. Dios tiene que dar vista a nuestros ojos ciegos. Dios tiene que dar entendimiento a nuestras mentes entenebrecidas. Por lo tanto, toda la obra de salvación es un milagro de Dios. El hombre natural no puede entender las verdades espirituales (1 Co. 2:14). La gracia de Dios tiene la misión de despertarnos a ella.

En el arca de la salvación por la gracia salvadora (Jn. 6:44).
Que no se nos olvide esta verdad. Si estamos en el arca de la salvación hoy, usted tiene que saber que es porque Dios le extendió su gracia. Usted no llegó al Señor por su propia cuenta. Juan 6:44 nos revela una de los asuntos más gloriosos de la Biblia. Jesús dijo que ninguno podía venir a él, a menos que el Padre interviniera en todo eso. Cuando Dios le hace la invitación de venir al arca de la salvación es porque usted está perdido. Así que lo que Dios hace es convencernos que Jesús murió y se levantó de la tumba por amor a usted. Si no hubiera sido por la gracia de Dios, Noé habría muerto en sus pecados. Así que, el arca en sí es una representación de la gracia divina. A Noé se le ordenó que pusiera la puerta del arca a un lado (Gen. 6:16). Esto representaba una sola entrada. El arca no tuvo varias puertas, como tampoco hay muchas puertas para la salvación. Jesús dijo: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo…” (Jn. 10:9). Noé entró por la puerta hacia adentro del arca. Tú tienes que venir a la salvación a través de Cristo. Jesús también dijo: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta” (Mt. 7:13). ¿Ha entrado por esta puerta?

LO TERCERO QUE VEMOS LA SEGURIDAD DE ESTA INVITACIÓN
Dios está dentro del arca (7:1).
Hay algo muy interesante en todo esto. Debemos observar que Dios no dijo: “Ve y entra en el arca”. Él dijo más bien “ven dentro del arca”. ¿Cuál es la diferencia? Esta es una invitación que ofrece una enorme seguridad porque no habla que Dios se quedaría afuera vigilando. Al momento cuando Dios le da la orden de entrar, le asegura que ya él ha entrado en el arca. No había ningún temor de parte de Noé y su familia porque Dios estaba dentro del arca acompañando en la travesía que implicaba todo aquel diluvio. Pero note que en Génesis 8:16, Dios llama a Noé a salir de la barca. Él estuvo con ellos desde el principio y ahora lo está también al final. Hay una seguridad preciosa cuando alguien acepta la invitación que Dios extiende. Ahora vea este otro detalla. Cuando todos entraron, no fue Noé el que cerró la puerta, fue el mismo Dios. Dios cerró la puerta porque él es quien controlaba la puerta. Una vez hecho esto, Dios la selló de manera que estuvieran seguros adentro hasta que llegaran a su destino. La Biblia nos muestra a un Dios que sella para la seguridad de nuestras almas. La Biblia nos recuerda que fuimos sellados para el día de la redención (Ef. 4:30). Ahora estamos seguros.

El poder de Dios que sostiene.
¿Qué es lo que podía dar seguridad a aquel cajón flotante frente a la furia de las olas donde no había ningún lugar donde podía posarse? Fue obvio que el Señor se encargó que el arca navegara en medio de la tormenta desatada por la ira divina hasta llevarla a un lugar seguro. Se nos dice que las aguas del diluvio sobrepasaron hasta unos 22 metros a las montañas más altas. Sin embargo, en la medida que las aguas se elevaban, también se elevó el arca. Qué bueno es recordarnos que “donde abundó el pecado, sobre abundó la gracia” (Ro. 5:20). Por seguro que aquel viaje tuvo que ser muy duro. Los mareos tuvieron que venir una y otra vez.

Los olores y los ruidos de tantos animales tuvieron que ser permanentes. Y la verdad es que Dios nunca nos prometió un viaje sin problemas, pero si nos ha asegurado que el aterrizaje sería seguro. El arca no naufragó porque él mismo Dios del universo iba en ella y la protegió con seguridad. Esta es la misma promesa para todos los que aceptan su invitación.

Noé sobrevivió porque creyó a Dios y entró en el arca por fe. Él podría haber dudado de la integridad y la capacidad del Arca. Podría haber desconfiado en las promesas de Dios. Él podría haber quedado afuera y habría muerto con el resto. Pero, cuando la invitación de Dios vino a él, Noé entró en el arca por fe y fue salvado. Quiero llamar su atención sobre un último pensamiento. Cuando Dios cerró la puerta de esa arca, Noé estaba en el interior mirando hacia afuera, y el mundo estaba en el exterior mirando hacia adentro Sólo había un arca y que sólo había una puerta. Así que sólo hay una manera para ser salvo, la manera de Dios. Sólo hay una manera, la del Señor Jesucristo, quien dijo: “Yo soy la puerta.” (Jn. 10:9). Venga hoy por esa puerta, y será salvo, y allá descanso para su alma.

Fuente:
Pastor Julio Ruiz

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba