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Enseñanza directa para el corazón

Hay ocasiones que lo único que tenemos que hacer para entender lo que Dios quiere hablarnos es leer su palabra y reflexionar en ella por un momento. Y es que a veces esperamos que otros nos digan lo que Dios quiere decirnos, sin darnos cuenta que todos tenemos ese acceso libre a Dios y que él está dispuesto a hablarnos directamente y sin intermediarios.

Hoy leyendo una porción de la Biblia me encuentro con un pasaje que he leído muchas veces, pero que sin embargo hoy Dios me hablo directamente. Este día solo quiero que lean lo que yo leí y reflexionen como lo hizo yo.

El Apóstol Pablo les escribe a los corintos:

“Me da vergüenza decirlo, pero nosotros no nos atrevimos a tratarlos así. Pero ya que otros se atreven a presumir, yo también lo voy a hacer, aunque sea una locura. Si ellos son hebreos, yo también lo soy. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son de la familia de Abraham? Yo también. ¿Son servidores de Cristo? Yo lo soy más todavía, aunque sea una locura decirlo. Yo he trabajado más que ellos, he estado preso más veces, me han azotado con látigos más que a ellos, y he estado más veces que ellos en peligro de muerte. Cinco veces las autoridades judías me han dado treinta y nueve azotes con un látigo. Tres veces las autoridades romanas me han golpeado con varas. Una vez me tiraron piedras. En tres ocasiones se hundió el barco en que yo viajaba. Una vez pasé una noche y un día en alta mar, hasta que me rescataron. He viajado mucho. He cruzado ríos arriesgando mi vida, he estado a punto de ser asaltado, me he visto en peligro entre la gente de mi pueblo y entre los extranjeros, en la ciudad y en el campo, en el mar y entre falsos hermanos de la iglesia. He trabajado mucho, y he tenido dificultades. Muchas noches las he pasado sin dormir. He sufrido hambre y sed, y por falta de ropa he pasado frío. Por si esto fuera poco, nunca dejo de preocuparme por todas las iglesias. Me enferma ver que alguien se enferme, y me avergüenza y me enoja ver que se haga pecar a otros. Si de algo puedo estar orgulloso, es de lo débil que soy. El Dios y Padre del Señor Jesús, que merece ser siempre alabado, sabe que no estoy mintiendo. Cuando estuve en Damasco, el gobernador nombrado por el rey Aretas puso guardias en la ciudad para arrestarme. Pero pude escapar porque unos amigos me pusieron en un canasto, y me bajaron por una ventana de la muralla de la ciudad.” 2 Corintios 11:21-33 (Traducción en lenguaje actual)

Hasta ese momento del relato de Pablo me doy cuenta de muchas cosas entre ellas es que a pesar de ser hijo de Dios y ser un servidor de Dios siempre, léelo bien, SIEMPRE estaremos expuestos a situaciones difíciles. ¿Cuántos de los que leemos estos versos hemos pasado por las mismas cosas de Pablo?, yo creo que ninguno de nosotros y sin embargo osamos muchas veces reclamar a Dios porque estamos “sufriendo”, porque “no tenemos que comer”, porque “no tenemos que vestir”, si alguno de nosotros es mejor que Pablo entonces lejos de merecer mejor trato tendría que haber pasado por cosas más difíciles que las que él paso. Pero el evangelio de hoy se trata de “estar bien en todo sentido” y si no lo estás es porque Dios no te respalda o es porque no eres un “servidor” de Dios. Ahhhhh… que equivocados estamos muchas veces.

Sigamos leyendo el relato de Pablo:

“Nada se gana con hablar bien de uno mismo. Pero tengo que hacerlo. Así que ahora les voy a contar las visiones que tuve, y lo que el Señor Jesucristo me dio a conocer. Conozco a un hombre que cree en Cristo, y que hace catorce años fue llevado a lo más alto del cielo. No sé si fue llevado vivo, o si se trató de una visión espiritual. Sólo Dios lo sabe. Lo que sé es que ese hombre fue llevado al paraíso, y que allí escuchó cosas tan secretas que a ninguna persona le está permitido decirlas. Yo podría estar orgulloso de conocer a una persona así, pero no de mí mismo, pues yo sólo puedo hablar de mis debilidades. Claro que hablar bien de mí no sería una locura, porque estaría diciendo la verdad. Pero no lo voy a hacer, porque no quiero que, sólo por las cosas que hago o digo, o por las cosas maravillosas que Dios me ha mostrado, alguien piense que soy más importante de lo que en realidad soy. Por eso, para que no me llene de orgullo, padezco de algo muy grave. Es como si Satanás me clavara una espina en el cuerpo para hacerme sufrir. Tres veces le he pedido a Dios que me quite este sufrimiento, pero Dios me ha contestado: «Mi amor es todo lo que necesitas. Mi poder se muestra en la debilidad.» Por eso, prefiero sentirme orgulloso de mi debilidad, para que el poder de Cristo se muestre en mí. Me alegro de ser débil, de ser insultado y perseguido, y de tener necesidades y dificultades por ser fiel a Cristo. Pues lo que me hace fuerte es reconocer que soy débil.”. 2 Corintios 12:1-10 (Traducción en lenguaje actual)

Si alguien es un ejemplo para mi, es Pablo, que aun siendo un excelente hombre y servidor de Dios, no consideraba ser tan bueno, aun cuando podía gloriarse de sus virtudes, prefería sentirse orgulloso de sus debilidades. La diferencia hoy en día es que la mayoría se jacta de sus debilidades porque en realidad no tiene virtudes que lo enorgullezcan.

Es fácil decir que somos imperfectos, que no se fijen en nosotros, que pongan su mira en Jesús porque él jamás les fallará, y es verdad, Dios nunca falla, el ser humano si. Pero la mayoría decimos eso porque sabemos que no somos capaces de dar un testimonio digno de un hijo de Dios, porque si realmente viviéramos cómo Cristo quiere que vivamos, podríamos decir como lo dijo Pablo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.” 1 Corintios 11:1 (Reina-Valera 1960).

Leer estás líneas de la Biblia nuevamente me han abierto los ojos de lo que realmente es seguir a Cristo. La mayoría queremos ser premiados acá en la tierra, vivir bien, tener todo a nuestra disposición, no pasar por escases o enfermedad, que todo sea perfecto. Pero el evangelio va más allá de un premio terrenal, es hacer tesoros en el cielo en donde realmente perduran, es negarme a mi mismo y tomar esa cruz cada día para seguir al Señor, es ayudar al necesitado sin necesidad de tener en abundancia para hacerlo, es amar a mi prójimo como a mi mismo, es hablarles a otros de Cristo y motivarlos a que se conviertan, es dar testimonio con nuestra manera de vivir que hemos sido trasformados por Dios, es buscar y seguir a Dios a pesar de los obstáculos, es poner mi vista en el Invisible y a pesar de las muchas tormentas caminar derecho hacia Él.

A través del relato de Pablo he aprendido mucho, pero hay dos cosas importantes que no se me van olvidar:

No importa que tan “buen” hijo de Dios o que tan “excelente” servidor sea, tendré que pasar por situaciones difíciles de las cuales lejos de quejarme alabare a Dios, lejos de reprocharlas me sentiré orgulloso de haber pasado. Que el hecho de ser hijo de Dios o su servidor no me exime del hecho de que las dificultades vengan a mi vida, por lo que a pesar de cualquier cosa que venga, seguiré avanzando.

Lo que me va a hacer fuerte será siempre reconocer que soy débil. Y es que cuando reconozco que soy débil entonces el poder de Dios se perfecciona en mi. Su presencia me hace fuerte, su Espíritu Santo me renueva.

Amados hermanos, estoy seguro que si lees las porciones que hemos leído este día Dios te dejará alguna enseñanza personal. Hay algo que Dios hablará hoy a tu vida, quizá sea parecido a lo que a mi me hablo o quizá sea otro punto de vista, pero de lo que si estoy seguro es que Dios quiere hablarte directamente en este día.

Lee estos pasajes varias veces, yo lo hice muchas veces antes y durante escribía este mensaje y cada vez que lo leo hay tantas cosas que vienen a mi mente y enseñanzas que Dios me da especialmente para mi vida. Leo cuantas veces sea posible hasta que Dios te de una ENSEÑANZA DIRECTA PARA TU CORAZÓN.

¡Dios quiere hablarte este día!

Fuente:
Pastor Enrique Monterroza | El Salvador, Centroamérica

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