Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes un tema que es el pilar de nuestra relación con Dios: buscar Su presencia. Este no es un tema menor ni algo que debamos hacer solo cuando estamos en problemas. No, es una búsqueda constante, un anhelo que debe arder en nuestros corazones cada día. Jeremías 29:13 nos lo deja muy claro: “Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón“.
Entonces, si me permiten, quisiera llevarlos a un viaje espiritual más profundo. ¿Qué significa realmente buscar la presencia de Dios? ¿Cómo podemos, en nuestra vida diaria, encontrar esa presencia que tanto anhelamos? Y una vez que la encontramos, ¿qué cambios ocurren en nuestras vidas? Estas son las preguntas que vamos a explorar hoy.
LA IMPORTANCIA DE LA PRESENCIA DE DIOS
Hermanos y hermanas, quiero que piensen en la presencia de Dios como el aire que respiramos. Imaginen un momento sin aire; sería insostenible, ¿verdad? De la misma manera, sin la presencia de Dios, nuestra vida espiritual se marchita y se vuelve estéril. No podemos vivir plenamente sin Él.
Es en Su presencia donde encontramos todo lo que necesitamos: paz en medio de la tormenta, amor en tiempos de soledad y dirección cuando estamos perdidos. El Salmo 16:11 nos lo confirma al decir: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre“. Este versículo no solo nos habla de gozo, sino de una plenitud de gozo que solo se encuentra en la presencia de Dios.
Ahora bien, si la presencia de Dios es tan crucial para nuestras vidas, surge una pregunta inevitable: ¿Cómo buscamos esa presencia? ¿Qué pasos debemos seguir para experimentar esa plenitud de gozo que solo viene de estar en comunión con Él?
CÓMO BUSCAR LA PRESENCIA DE DIOS
Buscar a Dios no es un acto que se limita a los domingos en la iglesia. No, es un compromiso diario que implica mucho más. Es dedicar tiempo a la oración, es sumergirse en la Palabra de Dios y es vivir una vida que sea agradable a Sus ojos.
Santiago 4:8 nos ofrece una promesa poderosa: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros“. Este versículo nos muestra que la iniciativa parte de nosotros. Dios siempre está dispuesto a acercarse, pero debemos dar el primer paso. Y ese primer paso no es ocasional; es constante y diario.
Piensen en la oración como una conversación continua con Dios, no como un monólogo. Al igual que en cualquier relación, la comunicación es clave. Y en la lectura de la Biblia, no solo adquirimos conocimiento, sino que permitimos que Dios hable directamente a nuestros corazones.
Vivir una vida que le agrade a Dios significa seguir Sus mandamientos y aplicar los principios bíblicos en cada aspecto de nuestra vida. No es suficiente ser oyentes de la Palabra; debemos ser hacedores, como nos exhorta Santiago 1:22.
Ahora bien, si estamos comprometidos en buscar la presencia de Dios cada día, ¿qué impacto tendrá esto en nuestras vidas y en la vida de los que nos rodean? Este será el tema de nuestro próximo punto.
LOS FRUTOS DE BUSCAR A DIOS
Hermanos y hermanas, cuando hacemos el esfuerzo de buscar a Dios cada día, las bendiciones fluyen en nuestras vidas de maneras que ni siquiera podemos imaginar. No es una búsqueda en vano; es una búsqueda que da frutos, frutos que duran para la eternidad.
Mateo 6:33 nos da una promesa clara y poderosa: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas“. Este versículo no solo nos insta a priorizar a Dios, sino que también nos asegura que, al hacerlo, nuestras necesidades serán atendidas. Dios conoce nuestras preocupaciones, nuestras necesidades y nuestros deseos más profundos. Y cuando lo buscamos primero, Él se encarga del resto.
Dios nos da sabiduría para tomar decisiones acertadas en la vida.
Nos protege en momentos de peligro, y nos guía en cada paso que damos. Su presencia se convierte en un escudo alrededor de nosotros, una fortaleza donde encontramos seguridad.
Y no solo eso, al buscar a Dios, también nos convertimos en un canal de bendición para los demás.
Nuestra vida se convierte en un testimonio viviente de la bondad y la fidelidad de Dios. Como nos dice Filipenses 2:15, nos convertimos en “…hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y depravada“.
Entonces, al buscar la presencia de Dios, no solo nos beneficiamos nosotros mismos, sino que también llevamos esas bendiciones a nuestro entorno, a nuestra comunidad y más allá.
Hoy hemos explorado la inmensa importancia de buscar la presencia de Dios en nuestras vidas. Hemos visto que no es una tarea ocasional, sino un compromiso diario que trae bendiciones incontables. Hemos aprendido que en la presencia de Dios encontramos todo lo que necesitamos: paz, amor, dirección y mucho más.
Ahora bien, ¿qué haremos con todo lo que hemos aprendido hoy? ¿Nos quedaremos de brazos cruzados o tomaremos medidas para vivir una vida de búsqueda constante de la presencia de Dios? La decisión es nuestra, pero quiero recordarles algo muy importante: la búsqueda de Dios es como una semilla. Si la plantamos en nuestros corazones y la cuidamos, dará frutos que bendecirán nuestras vidas y las vidas de quienes nos rodean.
Así que, al salir de aquí hoy, les insto a que hagan de la búsqueda de la presencia de Dios una práctica diaria. No solo será un regalo para ustedes mismos, sino también un faro de esperanza para los demás. Y lo más importante, será una ofrenda agradable a nuestro Padre celestial.
Recuerden, como nos advierte Santiago 2:17, “la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma“. Así que pongamos nuestra fe en acción. Busquemos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con toda nuestra alma. Y al hacerlo, estaremos construyendo no solo una vida más rica aquí en la Tierra, sino también tesoros en el cielo.
Que el Señor les bendiga abundantemente en este viaje de búsqueda constante de Su presencia. Amén.