Días grises, sentimientos encontrados, sonrisas fingidas, llantos solitarios, pensamientos que poco a poco te han llevado al estado en el que en este momento te encuentras.
Parece ser que los problemas que te ha tocado enfrentar los últimos tiempos te han robado la alegría y te han hundido en una profunda depresión.
Pasan los días y sigues llorando, no quisieras hacerlo, pero por alguna extraña razón no puedes parar. Tu cama se ha convertido en tu compañera, tu teléfono celular en tu inseparable amigo, aquellos en los que un día confiaste te han abandonado, y la familia que un día pensaste que siempre estaría contigo te dio la espalda.
Nadie te entiende, quisieras gritar, salir corriendo, desaparecer, dormir profundamente, pero nada de lo que crees que es la solución te ayudará a sentirte mejor. Porque la depresión no es como un dolor de estómago que con un jarabe puede desaparecer, no es como un dolor de cabeza que con una pastilla se puede quitar, la depresión es un estado de ánimo que te lleva a pensar de forma negativa y que te conduce a la soledad y al sentimiento de sentirte desamparado, sin nadie que este contigo.
Sales a trabajar, intentas vivir tu vida de forma normal tratando de disfrazar tu depresión, algunos ni siquiera se han dado cuenta que estás mal, te ven normal, te reclaman atención, pero nadie sabe que ese disfraz de persona normal es el contraste de una vida triste, solitaria y llena de problemas, si tu habitación hablara contaría cientos de noches en las que te ha oído llorar desconsoladamente porque por más que quieras no te sientes feliz.
Has intentado orar en medio de tus sentimientos de soledad, pero has sentido que tus oraciones ni siquiera han pasado del techo de tu habitación, a veces has creído que Dios se ha apartado de ti, primero, porque son demasiados los problemas que te han llegado y segundo, porque al orar no sientes su presencia, y no precisamente porque no esté a tu lado, sino que todos los problemas que te rodean, no te permiten ver que Dios siempre ha estado allí tratándote de sostener en medio de las crisis más duras que has enfrentado.
Si, y es que, aunque te cueste creerlo, Dios ha estado a tu lado en cada momento. Él ha estado allí viendo como lloras queriéndote consolar, pero no has querido ser consolado porque en lugar de volver tu vista a Él simplemente te has quejado de lo que te ha tocado vivir.
Si, es cierto, ha sido muy duro lo que te ha tocado y te esta tocando vivir, pero Dios no te ha dejado ni un momento, es más, si hoy estás escuchando esto es porque Dios lo tenía planeado de esa forma, es porque se agotaron los medios por lo que Dios ha querido hablarte, porque no has permitido que el mensaje que Él tiene para ti llegue a tu vida, por esa razón hoy quiso que escucharas este mensaje porque tiene algo que decirte y es lo siguiente:
Amado hijo, amada hija, te he visto llorar y he llorado contigo, te he querido consolar, pero no lo has permitido, ¿Recuerdas el otro día que venías sin ganas de vivir?, yo estuve allí para darte una razón más por la que seguir luchando.
Yo sé que crees que te abandoné, y sé que a veces piensas que no te escucho, pero amado mío, no es así, ¿Cómo no te voy a escuchar si yo fui quien te creo?, ¿Cómo te voy abandonar si yo fui quien entrego la vida por ti?, prometí no dejarte, prometí estar contigo cada día de tu vida y mis promesas siempre las cumplo.
Hoy quiero decirte que juntos vamos a salir adelante, que no hay nada que te pueda vencer porque yo iré delante de ti como un Poderoso Gigante peleando las batallas por ti. Solo quiero que confíes en mí, que no dudes, porque la duda no te permite ver las cosas que por medio de la fe yo quiero hacer en tu vida.
Confía nuevamente en mí, deposita por fe tu confianza en mí, no te voy a defraudar, te voy a mostrar que yo puedo hacer grandes cosas en tu vida como un día lo prometí. No creas que he olvidado la promesa que te hice, la voy a cumplir, aunque la duda te quiera invadir o, aunque creas que ya no eres merecedor de recibirla, yo la cumpliré, porque no miento ni me arrepiento y lo dicho será cumplido.
¡Levanta tu cabeza en alto!, no creas que no mereces mi gracia, yo la doy a quien yo quiero y yo te amo a ti, por eso un día te escogí, por eso un día extendí mis brazos para recibirte, ¿Lo recuerdas?, ese día en el que te rendiste a mi y te abrace con todo el amor que siempre tuve hacia ti, ese día inolvidable en donde realmente te sentiste feliz, completo, realizado.
Hijo mío, amada mía, alábame, cántame en medio de tus momentos de soledad, en medio de mi alabanza y adoración yo renuevo tus fuerzas y afirmo tu fe, no te olvides de mí, porque Yo no me olvido de ti.
Hoy quiero que te levantes nuevamente, hoy quiero que limpies las lagrimas de tu rostro y comiences a ver lo que yo tengo preparado para ti, bendiciones que ni siquiera imaginaste, cosas que ni siquiera pensaste que yo podría hacer contigo, solo te pido que confíes en mí, solo te pido que tengas fe en que Yo no te dejaré porque he prometido estar contigo todos los días de tu vida y así será.
Hoy extiendo mi mano una vez más y te levanto para que puedas luchar, no en tus fuerzas, sino en las que este día pongo en tu vida.
¿Estás sintiendo mi presencia?, ¿Estás sintiendo como Yo estoy contigo?, no hay forma de dudar, porque en este mismo instante tú puedes sentir como Yo estoy hablando directamente a tu vida, ¿Qué más necesitas para confiar en mí?
Hoy te levanto con el poder de mi Espíritu Santo y renuevo tus fuerzas, a partir de este día comienzo a quitar de tu mente todo pensamiento que te afecta y comienzo a renovar los sentimientos que te querían hundir colocando en su lugar un hambre y deseo de estar conmigo.
¡Búscame porque me encontraras!, ¡Alábame, porque me sentirás!, ¡Créeme porque haré cosas grandes en tu vida!, porque Yo Soy tu Dios que cumple lo que promete y que está cercano a aquellos que de corazón sincero lo buscan.
“Cuando pases por aguas profundas,
yo estaré contigo.
Cuando pases por ríos de dificultad,
no te ahogarás.
Cuando pases por el fuego de la opresión,
no te quemarás;
las llamas no te consumirán.”
Isaías 43:2 Nueva Traducción Viviente (NTV)